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Uganda

La otra cara del mal

Fuentes: Rebelión

Occidente, a veces y según el espacio que los medios decidan otorgarles, se espeluzna y no es para menos, por las acciones de grupos de mercenarios que camuflados tras el Islam cometen actos aberrantes en Medio Oriente, Europa o África. A tal punto que desde hace ya demasiado tiempo, la palabra Islam ha empezado a […]

Occidente, a veces y según el espacio que los medios decidan otorgarles, se espeluzna y no es para menos, por las acciones de grupos de mercenarios que camuflados tras el Islam cometen actos aberrantes en Medio Oriente, Europa o África. A tal punto que desde hace ya demasiado tiempo, la palabra Islam ha empezado a ser sinónimo de terror.

Hoy más o menos cualquier ciudadano medio de Chile, Costa Rica, Suecia o Italia, sabe a que nos referimos cuándo hablamos de al-Qaeda, Estado Islámico o Boko Haram. Enseguida un señor con turbante en la cabeza, Kalashnikov en una mano y el Corán en la otra, al grito de allah’u akbar (Alá es grande) en una geografía borrosa, dispuesto a inmolarse se le dibujará en la imaginación. Hasta allí, bueno dentro de las muchas veces intencionadas mal interpretaciones podríamos decir: «aprobado».

¿Pero que pasa si al mismo ciudadano medio de cualquier país de occidente y alrededores se le pregunta por el LRA o Lord’s Resistance Army (Ejército de Resistencia del Señor) o su profeta Joseph Kony?

Claro al buen ciudadano quizás la fórmula: turbante, más Kalashnikov, más Corán, más tantas otras inexactitudes, no le rinda el mismo fruto.

Empecemos por el principio, si lo tuviera. En 1987 el ex monaguillo católico y ferviente devoto de veintiséis años llamado Joseph Kony, de la etnia Asholi, funda con el Lord’s Salvation Army.

Kony nacido en 1961 en la pequeña aldea de Odek, al este de Gulu, Uganda, hijo de un catequista, que decía tener poderes sobrenaturales, y que al parece se los trasmitió a su hijos, ya que Kony se declarará profeta y según él, siguiendo las órdenes de Dios para reemplazar al gobierno corrupto de Uganda, una Uganda que todavía no se borraba de la memoria al esperpéntico y sanguinario Idi Amín Dada.

La hoja de ruta de Kony para imponer un gobierno teocrático en su país será la férrea y antojadiza interpretación de los Diez Mandamientos bíblicos. Kony autodenominado «médium espiritual», pretende establecer un régimen teocrático basado en el cristianismo, según se lo soplo el propio Dios al oído. Cualquier coincidencia con nuestros califados del Estado Islámico o Boko Haram, no es pura casualidad.

En 1992 la organización cambia su nombre por el actual, Lord’s Resistance Army, desde entonces Kony adaptó a su particular interpretación de la Biblia un sincretismo de diversas religiones, corrientes místicas y superchería para que se adapte mejor al origen religioso de sus seguidores donde todavía el Animismo esta muy presente.

Es muy difícil, casi imposible entender cualquier problemática africana si no se parte de la todavía lacerante herida del colonialismo, de la que Uganda es un perfecto ejemplo.

Diferentes naciones y etnias africanas ancestralmente enfrentadas, han debido, gracias a la decisión de las metrópolis europeas, convivir en un perímetro determinado al que se le otorgó asertivamente el nombre de país, obligando a esas naciones y grupos étnicos que nada tienen en común desde la raza, el idioma, sus Dioses y costumbres, con interese económicos contrapuestos y quizás con deudas de sangre tan antiguas como sus propios orígenes, debieron conformar tras los procesos de descolonización, que se iniciaron con el fin de la segunda guerra mundial, un Estado a imagen y semejanza de sus metrópolis, pongamos por ejemplo Londres, Paris, Bruselas o Lisboa.

Esta realidad más cuestiones exógenas, son las razones de los constantes enfrentamientos y guerras que sufre el continente africano. Quizás el genocidio de Ruanda de 1984 cuándo la etnia hutu asesinó, en menos de cinco meses, a cerca de un millón de miembros de sus atávicos enemigos de la etnia tutsi, sea el más emblemático

Uganda no estaba eximida de profundas rivalidades y tensiones étnicas el conflicto entre los Asholi la etnia de Kony sometida por los británicos, y que tras la independencia del país siguió marginada y explotada por el gobierno de Uganda y etnias como los Kakwa y Lugbara.

La situación de los Asholi, fue lo que disparó al buen monaguillo a fundar su Lord’s Resistance Army. Muchos asholis, acompañaron inicialmente al nuevo grupo insurgente, hasta que las excentricidades de su líder comenzaron a alejarlos. Para reemplazar a los hombres que bien morían o desertaban de sus filas, Kony implementó el secuestro masivo de niños. Si bien la cifra es imposible de calcular se estima que no menos de cuarenta mil los niños que fueron obligados a incorporarse al Lord’s Resistance Army.

Esta guerrilla mesiánica se origina en el Holy Spirit Movement (Movimiento del Espíritu Santo) de Alice Auma o Alice Lakwena, que se fundó en 1986. Lakwena se proclamaba como una enviada del Señor para liberar a su pueblo. En 1987 inicia una revuelta con quince mil hombres, entre los que se contaba Kony, y tras ser derrotada escapó a Kenya, de los restos del Movimiento del Espíritu Santo surgió LRA.

Las extrañas teorías de Alice Lakwena fueron adoptadas por Kony al momento de fundar su propio ejército. Lakwena instauró un estricto código espiritual que obligaba a sus hombres a la renuncia a la brujería, exigía castidad, estaba prohibido fumar, el alcohol y las peleas; se debía renunciar a todo pecado para la purificación del pueblo Asholi y la nación de Uganda. Lakwena había asegurado a sus hombres, que las balas de los soldados del gobierno no tendría ningún efecto sobre ellos si cumplían con sus rituales de ascetismo y pureza. Tras ungirse con agua y aceite las balas no los matarían y las piedras que arrojaban contra el enemigo se convertirían en las granadas. Imbuido en ese espíritu místico el joven Kony entiende que ese es el camino para liberar a su país.

Viva Cristo rey.

Católicos y cristianos tienen en su historia ejemplos de extremismo religioso, que podrían empalidecer a los más furibundos milicianos de al-Qaeda. ¿Sería un golpe de efecto nombrar la inquisición? O para no ir tan lejos las huestes franquistas que con la excusa de combatir al demonio rojo se convirtieron en el demonio pardo. Por no hablar de cientos de organizaciones febrilmente católicas, cuyos feligreses engrosaron todos los grupos paramilitares que actuaron en las guerras sucias de América Latina, y por no nombrar a los muy fieles creyentes del Kux Kux Klan.

Pero hoy es en fanatismo del Lord’s Resistance Army, quién nos convoca.

El giro violento que ha ido tomando esta organización, que en un principio nació para proteger a la etnia Asholi, acompañó el declive síquicos de su fundador, cuya megalomanía ha alcanzado grados patológicos.

Washington acompañó varias veces los intentos del gobierno de Kampala por exterminar esta secta, desde el 2008 la operación Trueno Relámpago, OLT (por sus siglas en inglés Operation Lightning Thunder) o Rudia II, ha fracasado en capturar o eliminar al líder de la secta. La operación no solo fracaso en su intento sino que expandió al ejército del Señor a países vecinos, convirtiendo un problema local en un problema regional.

La banda de Kony, hoy no solo opera en el norte de Uganda, sino en Congo, Sudán del Sur y en la República Centroafricana (RCA) en esta última nación Lord’s Resistance Army ha tenido una notable actuación en la guerra que desde diciembre de 2013 se viene llevando a cabo en el país y desde entonces alcanzó ya los cincuenta mil muertos, muchos de ellos asesinados por los piadosos hombres de Kony.

Lord’s Resistance Army sufrió un serio golpe a principio de enero cuándo uno de los lugarteniente más cercanos a Kony el comandante Dominic Ongwen, se entregó a fuerzas estadounidenses en Republica Centroafricana, agotado de esconderse en la selva. Ongwen será juzgado por Corte Penal Internacional (CPI) por crímenes de guerra.

Se desconoce en realidad cuantos son los efectivos con que hoy cuenta el Ejercito de Resistencia del Señor las fuentes más optimistas estiman que en realidad son unos pocos cientos.

Pero a lo largo de estos años han asesinado cerca de cinco mil personas, obligando a casi medio millón a abandonar sus aldeas por temor a sus desmanes, además de los cerca de cuarenta mil niños obligados a ingresar a su ejército en estos años, han sometido a la esclavitud sexual y también a participar de los combates, u­nas veinte mil jóvenes.

Los niños soldados incluso son obligados a matar a sus padres para impedirles tener donde volver, se afirma también que para arrastrarlos al combate son drogados y sometidos a brutales castigos.

Informes todavía sin confirmar apuntan que el propio Dominic Ongwen fue raptado a los 10 años y convertido en un niño soldado.

Mientras tanto en algún lugar del bosque ugandés, Kony, sueña con derrocar al presidente el presidente Yoweri Museveni, con la ayuda de Dios.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.