Traducido del inglés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos
Las manifestaciones para pedir trabajo se enfrentaron con las fuerzas de seguridad mientras las protestas se extendían por todo Túnez. Una erupción social a semejante escala prácticamente no tiene precedentes en este país extremadamente represivo y estrechamente controlado del norte de África.
Mohammed Amari, de 18 años, murió por un disparo de la policía cuando ésta abrió fuego contra los manifestantes en Sidi bu Zid, una ciudad situada a unos 200 kilómetros al este de la capital, Túnez. Las protestas empezaron el 17 de diciembre cuando la policía confiscó la mercancía de Mohamed Buazizi, de 26 años, al que acusaba de comerciar ilegalmente sin permiso. Se prendió fuego en protesta por ello.
Buazizi sobrevivió y fue llevado a una unidad de quemados en Túnez capital. Pero después otro hombre joven se suicidó tocando un cable de alto voltaje. Antes de morir gritó: «¡No a la miseria!¡No al paro!».
La desesperación de estos hombres jóvenes refleja el alto nivel al que ha llegado el paro en Túnez. Oficialmente la cifra de paro es del 14%, pero el nivel real es mucho mayor.
Más de la mitad de las personas que buscan trabajo tienen titulación universitaria y la mitad de la población es menor de 25 años. Esta situación ha empujado a muchos jóvenes al sector informal donde tratan de ganarse la vida con la venta callejera. Muchas de estas personas que se considera que están auto-empleadas se encuentran en una situación desesperada.
Se ha informado de que ha habido manifestaciones en Safakes, Kairuan, Susse, Mednin y Ben Guerdane. Las fuerzas de seguridad atacaron a los manifestantes en Safakes.
En Mednin hubo protestas organizadas por los sindicatos en las que los manifestantes gritaron «Necesitamos trabajo» «¡Debería darle vergüenza al gobierno!». En Kairuan la policía hizo frente a los manifestantes y dejó una cantidad desconocida de personas heridas, muchas de las cuales fueron atendidas en hospitales. Se desconoce también la cantidad de personas detenidas.
Las informaciones sobre las manifestaciones son muy limitadas porque se está echando a los periodistas de las ciudades donde ha habido manifestaciones. El gobierno ha prohibido la publicación de los periódicos de la oposición Tareeq-al Jadid y Al Mawqif porque estaban informado sobre las protestas.
La mayor parte de la cobertura proviene de las redes sociales como Twitter, Facebook y YouTube. El activista local Ali Buazizi describió las continuas protestas en Sidi bu Zid. Explicó a Financial Times por teléfono: «Hubo enfrentamientos hasta el anochecer. Ahora hay una fuerte presencia policial en la ciudad. Están en las calles principales y en los edificios gubernamentales. Durante el día suele ser tranquilos, pero la gente suele salir por la noche y es cuando empiezan los enfrentamientos».
Las protestas se han extendido a la capital. El martes se manifestaron los abogados en Túnez para expresar su solidaridad con los manifestantes. Un sindicato de estudiantes de secundaria llevó a cabo una manifestación fuera del ministerio de Educación. Las fuerzas de seguridad bloquearon la concentración de la Federación Tunecina de Sindicatos en la ciudad de Gafsa.
Estas expresiones de solidaridad reflejan una simpatía generalizada con la difícil situación de las personas en paro y el creciente descontento con el gobierno del presidente Zine al-Abidine Ben Ali. En un programa de televisión éste denunció las protestas como «inaceptables». «Se aplicará la ley con toda su firmeza para castigar a una minoría de extremistas y de mercenarios que recurren a la violencia y los desórdenes», advirtió.
Ben Ali sucedió al presidente Habib Burguiba en 1987. Burguiba había gobernado Túnez desde el momento en que esta colonia francesa ganó su independencia en 1956. Durante los últimos 23 años Ben Ali ha suprimido despiadadamente toda disidencia. Un cable del gobierno estadounidense publicado por WikiLeaks describía Túnez como un «Estado policial», a pesar de que Washington apoya la régimen.
Túnez es oficialmente una democracia multipartidista, pero Ben Ali gana sistemáticamente por mayorías abrumadoras. En las pasadas elecciones de 2009 ganó por el 89.62% de los votos. Dos de los tres candidatos rivales eran partidarios suyos y al tercero no se le permitió exponer ningún cartel electoral.
Human Rights Watch afirmó que las elecciones habían tenido lugar en «una atmósfera de represión». El Comité de Protección de los Periodistas afirmó que el 97% de la cobertura de los medios se dedicó a Ben Ali. Se suprimieron todos los sindicatos de periodistas tunecinos y el periodista Taufik Ben Brik fue condenado a nueve años de cárcel después de publicar varios artículos en la prensa francesa. La periodista de Le Monde Florence Beaugé fue deportada.
Las protestas han estallado porque la situación económica en Túnez se ha deteriorado a consecuencia de un descenso del comercio con Europa, el principal socio comercial de país y fuente de turismo. Túnez tiene una fuerte dependencia del turismo y de la agricultura. Ahora hay una dura competencia tanto con otros países del Magreb como con Egipto e Israel por el mercado del turismo y debido al descenso de la demanda por parte de los europeos sin dinero.
Pero los problemas a los que se enfrenta Túnez no son de carácter temporal. Reflejan unos esfuerzos que vienen de lejos por reorientar la economía hacia el mercado global bajo la presión de las principales potencias imperialistas. Está en marcha un programa de ajuste estructural bajo el cual se han dejado de subvencionar los precios de los productos básicos. Se han privatizado las empresas estatales y el empleo ha descendido drásticamente.
El gobierno se ha apresurado a prometer desarrollo en las zonas más afectadas y medidas para aumentar el empleo. Se ha echado del trabajo a altos cargos locales de Sidi bu Zid y ha habido una remodelación del gobierno.
Con todo, las tensiones sociales han llegado a un extremo insostenible. Desde el diario editado en Londres Asharq al Awsat, el columnista Abdulrahman al Rashed advertía de que las protestas indican un pérdida de credibilidad política. Informaba: «Las manifestaciones en Túnez se niegan a parar, se han extendido por todas las ciudades e incluso han llegado a la capital de la nación en un claro desafío al Estado. ¿Deberíamos preocuparnos por Túnez o se trata simplemente de otra crisis motivada por el precio del pan que se solventará haciendo ciertas promesas y utilizando la fuerza militar? En mi opinión, el problema de Túnez es más político que económico y va más allá de al ira de las masas en paro. Es un problema de falta de confianza en el gobierno y de pérdida de credibilidad [en el gobierno]» .
Al Rashed continuaba señalando que Túnez es uno de los regímenes árabes más prósperos en términos de ingresos per capita y uno de los que tiene un mayor nivel educativo. Tras señalar que tiene una tasa de crecimiento más alta que la de la vecina Argelia, la cual posee reservas de petróleo y de gas, preguntaba: «Si los ciudadanos de Túnez no están satisfechos ¿qué se puede decir de los ciudadanos de otras naciones árabes que sufren una situación y una realidad aún peores?».
Fuente: http://www.wsws.org/articles/2010/dec2010/tuni-d30.shtml