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La policía de los partidos

Fuentes: Democracy Now

Las convenciones nacionales demócrata y republicana ya han acabado, pero su financiación y ejecución siguen resultando polémicas. Arrestos en masa de manifestantes pacíficos, excesiva violencia policial, desprecio generalizado por la Declaración de Derechos y el acoso y arresto de periodistas han ensombrecido lo que debería haber sido una celebración de la democracia. Los «comités anfitriones», […]

Las convenciones nacionales demócrata y republicana ya han acabado, pero su financiación y ejecución siguen resultando polémicas. Arrestos en masa de manifestantes pacíficos, excesiva violencia policial, desprecio generalizado por la Declaración de Derechos y el acoso y arresto de periodistas han ensombrecido lo que debería haber sido una celebración de la democracia. Los «comités anfitriones», entidades legales que organizan y pagan las convenciones, funcionan como arcas repletas de fondos irregulares a disposición de los partidos, fuera de las restricciones impuestas a la financiación de las campañas electorales. Gran cantidad de importantes empresas (y un par de sindicatos) que tienen prohibido donar fondos ilimitados a los partidos políticos, podían aportar lo que deseaban a los comités anfitriones de las convenciones en Denver y St. Paul, Minnesota.

Según un artículo reciente de la revista National Underwriter, «Tanto el Comité Nacional Republicano como el Comité Nacional Demócrata se negaron a hacer comentarios sobre sus decisiones respecto al contrato de seguros, e incluso eludieron hacer público qué empresa aseguraba sus respectivas convenciones.» Bruce Nestor, presidente de la sede en Minnesota del Asociación Nacional de Abogados (National Lawyers Guild), que desplegó a una gran cantidad de observadores legales por las Ciudades Gemelas de St. Paul y Minneapolis para proteger los derechos legales de los ciudadanos, me dijo: «De hecho, St. Paul negoció con el comité anfitrión republicano la inclusión de una cláusula especial en el contrato de seguro que estipula que los primeros 10 millones de dólares de responsabilidad civil por demandas surgidas a consecuencia de la convención serán aportados por el comité anfitrión. La ciudad está muy orgullosa de haber logrado este acuerdo. Es la primera vez que algo así se negocia entre una ciudad y el comité anfitrión. Pero básicamente significa que nosotros [la ciudad] podemos incumplir la ley y no tendremos que pagar por ello». Según el Minnesota Independent, más de 40 periodistas fueron arrestados o detenidos durante la Convención Nacional Republicana.

Algo así le ocurrió a la productora de «Democracy Now!» Nicole Salazar cuando estaba haciendo la cobertura de las manifestaciones en el centro de St. Paul. Nicole fue lanzada violentamente al suelo, con la nariz sangrando y un hombre la sujetó contra el asfalto usando la rodilla o la bota, mientras otra persona le tiraba de la pierna. Su colega, el productor Sharif Abdel Kouddous, fue lanzado contra una pared y pateado en el pecho y la espalda. La policía normalmente interviene y arresta a los que cometen alguna fechoría. Sólo que en este caso era la policía la que estaba atacando a la gente. Y los arrestados eran sus víctimas. Al llegar al lugar de los hechos intenté que pusieran en libertad a mis compañeros, pues todos estábamos acreditados como periodistas: la policía también me arrestó. Y no fuimos los únicos.

Mientras los alcaldes y la policía de St. Paul y Minneapolis se daban mutuamente palmaditas en la espalda por un trabajo bien hecho, la organización sin fines de lucro FreePress, el director de la sede local de la Asociación de Periódicos y otros defensores de los medios y reporteros enviaron más de 50.000 firmas a la oficina del alcalde exigiendo que se retiraran los cargos contra los periodistas. Cuando nos vino a ver la vicealcaldesa de St. Paul, Ann Mulholland, el presidente de Free Speech TV, Denis Moynihan, le preguntó acerca de la indemnización que el comité anfitrión republicano garantizaba a la ciudad: «¿No es simplemente como darle a la policía un pagaré de 10 millones de dólares para que viole los derechos civiles?» Mulholland respondió: «Estamos muy orgullosos de esto… los 10 millones de dólares eran algo vital para nuestra ciudad. No hubiéramos podido albergar a la convención de otro modo».

Las convenciones de los dos partidos principales se han convertido en prolongados y caros espectáculos publicitarios para los candidatos presidenciales. Tiene sentido que demócratas y republicanos quieran controlar el mensaje. Pero la democracia no es un anuncio publicitario y tampoco está bajo el control exclusivo de los dos partidos. En Denver y St. Paul la gente participó en una amplísima variedad de diálogos cívicos, reuniones públicas, marchas, manifestaciones, conciertos, exhibiciones de arte; de hecho, había más democracia fuera de la propia convención que en su interior. Los nombres de las sedes en las que se celebraron las convenciones hablan por sí solos: el Pepsi Center en Denver y el Xcel Energy Center en St. Paul. Xcel que quiere impulsar la energía nuclear, aportó 1 millón de dólares a cada convención. Ambos candidatos apoyan la energía nuclear como una opción viable.

En Denver, pero especialmente en St. Paul, las expresiones de disconformidad fueron reprimidas con un tremendo despliegue de policía con tintes paramilitares, operando al mando del Servicio Secreto estadounidense y gozando de jurisdicción sobre los «eventos nacionales de seguridad especial», como se han dado en llamar las convenciones. Las empresas pagan millones a los comités anfitriones, obteniendo así acceso exclusivo a los legisladores y los candidatos. Los comités anfitriones, a cambio, lanzan a la policía contra el público, casi garantizando daños, arrestos irregulares y costosas disputas legales durante los años venideros. Más que un agujero legal que debe resolverse en el sistema de financiación de campañas, es una desgracia nacional.

Durante la semana de la convención, una de las 25 impresiones originales de la Declaración de Independencia que aún se conservan se exhibía en el ayuntamiento de St. Paul, no muy lejos del lugar en el que la gente estaba siendo atacada por la policía con spray de pimienta, porras, gases lacrimógenos y granadas aturdidoras. Mientras la humareda se despeja poco a poco, resulta instructivo recordar las palabras de uno de los firmantes de la Declaración, Benjamín Franklin:

«Quienes son capaces de renunciar a libertades fundamentales para obtener una seguridad temporaria, no merecen ni la libertad ni la seguridad».

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Amy Goodman es la presentadora de Democracy Now! www.democracynow.org, noticiero internacional diario emitido en más de 700 emisoras de radio y TV en Estados Unidos y el mundo.

© 2008 Amy Goodman

Texto en inglés, t raducido por Ángel Domínguez y Democracy Now! en español.

Acción de Alerta en solidaridad con Amy Goodman y dos productores de Democracy Now!