La historia macro es que en 1975 España, con sus problemas internos provocados por la muerte de Franco, se retiró de su colonia en el Sahara Occidental y, en lugar de permitirles elegir en referéndum si querían crear su propio país, como pudieron hacer todas las otras ex colonias, entregó el territorio a Marruecos y […]
La historia macro es que en 1975 España, con sus problemas internos provocados por la muerte de Franco, se retiró de su colonia en el Sahara Occidental y, en lugar de permitirles elegir en referéndum si querían crear su propio país, como pudieron hacer todas las otras ex colonias, entregó el territorio a Marruecos y Mauritania, y Marruecos acabó ocupándolo, extrayendo sus recursos naturales y atacando a la resistencia. Hoy en día los saharauis viven divididos entre los que llevan 40 años refugiados en territorio argelino, y los que viven bajo la dominación y la marginación provocada por Marruecos.
Esta es la historia macro que todo el mundo puede conocer, objetiva y algo fría… pero ahora pongamos el punto de mira en una historia micro más concreta y que entenderemos mejor: La vida de Mohamed Mayara. Detuvieron a su padre cuando él tenía dos meses de edad. El 1976, con 2 años, su madre lo llevó a Rabat, con 17 mujeres más, que reclamaban a sus maridos detenidos por la policía marroquí. Nunca más vio a su padre. Es uno de los muchos desaparecidos saharauis. Compañeros de la prisión secreta de Agdez les informaron de que había muerto bajo torturas. En la escuela, cuando le pedían que llenara la ficha académica, ponía en la profesión de su padre: Desaparecido, y los profesores le castigaban. Le terminaron expulsando del instituto a los 16 años a pesar de ser el mejor alumno de la clase.
Ahora, a los 41 años, habla árabe, francés, inglés y alemán y, como activista, desde 2009 ejerce de coordinador general del Equipe Media (www.emsahara.com, web en cinco idiomas), una asociación de periodistas autodidactas que filman clandestinamente la represión hacia los activistas saharauis de los cuerpos de seguridad marroquíes, para mostrar al mundo qué pasa y contradecir la propaganda marroquí que asegura que se respetan los derechos humanos en el Sáhara Occidental.
También ha sido miembro fundador del Comité de Familias de los Mártires Saharauis en las Prisiones Secretas Marroquíes y cofundador de la Asociación Saharaui de Víctimas de Violaciones Graves de los Derechos Humanos Cometidas por el Estado de Marruecos.
Después de haber sido corresponsal clandestino de la Radio Saharaui y de la Radio Argelia Internacional, entró a trabajar como funcionario de la Municipalidad de El Aaiún. En 2007, tras participar, en Ginebra, en una reunión sobre Derechos Humanos en las Naciones Unidas, fue expulsado de su trabajo. En 2011 entró a trabajar de profesor en un instituto público, pero hace un par de meses fue expulsado del trabajo por sus editoriales contrarias a la ocupación en la web del Equipe Media.
Este pasado jueves ha sucedido el enésimo episodio de intimidación y acoso que ha sufrido Mohamed Mayara. A partir de las seis de la tarde, tres coches de la policía marroquí, capitaneados por el comisario Mohsin Sarguini, han rodeado su casa donde sólo estaba su mujer y su hija. Allí han estado los coches hasta altas horas de la madrugada esperando que Mohamed llegara. Algo absurdo, porque de querer detenerlo habría maneras más efectivas, aunque parece que el motivo de la operación era asustarlo. Alertado del operativo, lógicamente él no ha llegado a su casa. Los coches ya se han marchado, pero la situación sigue tensa y Mohamed Mayara, un activista noviolento, no sabe qué hacer.
¿Hasta cuando el Estado español mirará hacia otro lado cuando es, en realidad, el administrador reconocido por las Naciones Unidas del territorio no correctamente descolonizado? ¿Dirán algo los representantes españoles respecto a este acoso intimidatorio a Mohamed Mayara y respecto a otros que suceden constantemente en este territorio ocupado fraudulentamente por el país vecino?
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.