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La política exterior de Clinton y Trump (II): Contención a China

Fuentes: Público

Pivote y reequilibrio son los nombres que la Administración de Obama da a la estrategia de bloquear el ascenso de China en Asia y el Pacífico. Con un crecimiento de 5% en 2016, el país oriental ha sido el centro económico del mundo. Para ello, ha empleado las mismas exitosas medidas económicas, diplomáticas, religiosas y […]

Pivote y reequilibrio son los nombres que la Administración de Obama da a la estrategia de bloquear el ascenso de China en Asia y el Pacífico. Con un crecimiento de 5% en 2016, el país oriental ha sido el centro económico del mundo. Para ello, ha empleado las mismas exitosas medidas económicas, diplomáticas, religiosas y militares que EEUU utilizó para acabar con la Unión Soviética.

Hillary Clinton y Donald Trump heredan una política que ha sido basada en:

.Intensificar los conflictos de soberanía territorial entre China y sus vecinos a través de la compleja estrategia de reequilibrio, empujándoles a una mortal carrera militar.

.Reforzar los lazos estratégicos de EEUU con los países como Japón, Australia, Corea del Sur, Taiwán, India, entre otros.

.Limitar la conexión de China con las economías de la región mediante excluyentes ‘acuerdos mutuos’.

.Fortalecer sus bases militares y su presencia naval cerca de China, país que es el objetivo actual de la OTAN. ¿Se imaginan a tropas chinas en México? Washington acaba de firmar un acuerdo con Filipinas para instalar cinco bases en su territorio. Obama ha intentado hacerse con el control del Mar del Sur de China y del Estrecho de Malaca que une el océano Índico con Europa, por donde pasa un total del 90% de las importaciones de energía de Asia Oriental.

.Minar el poderío chino desde dentro, extendiendo el arco de crisis a Asia Central.

.Desmantelar los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica). Las sanciones contra Rusia y los sucesos en Brasil están en esta dirección.

.Debilitar la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS), constituida un mes antes de los atentados del 11-S del 2001. ¡Luego EEUU, en lugar de ocupar Arabia Saudí, ocupó Afganistán por ser el país más estratégico del mundo para la OTAN.

.Impulsar la Asociación de Asociación Transpacífico (TPP) que excluye a China. EEUU se introduce en el mercado preferente de los doce países de la región que representa el 40% de la economía mundial. Sin embargo, el TPP puede quedarse en nada porque en realidad no perjudica a un dragón como China, que es el fundador del Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (BAII) -alternativo al Banco Mundial y al Banco Asiático de Desarrollo controlado por EEUU-. También, por el desinterés que muestran ambos candidatos hacia el tratado.

.Animar a los países de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) a integrarse en la OTAN.

.Impedir una Chindia. Obama es el único presidente de EEUU que ha visitado dos veces la India para llevarla a la órbita del Occidente sacrificando a Pakistán. Fracaso total: la Chindia se unió a los BRICS, y el país donde mató al fantasma de Bin Laden, fue recogido por la OCS.

.Obstaculizar el megaproyecto chino de la Nueva Ruta de la Seda, que según Francis Fukuyama, podrá transformar «el conjunto de Eurasia, desde Indonesia a Polonia» en la próxima generación.

Clinton, la chinófoba

Hillary Clinton siempre ha presumido de odiar a la República Popular de China. Como secretaria de Estado del Gobierno de Obama (2009-2013), Clinton realizó 61 visitas oficiales a los países de Asia-Pacífico para hacer un hueco a EEUU en Asia, destacando la importancia de la ASEAN para el pivote.

En 1992 llamó «carniceros de Pekín» a los líderes chinos, mientras ella misma apoyaba la agresión militar al pueblo iraquí. Luego, en 1995, desde la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer en Pekín, condenó el abuso de las mujeres en China sin hablar de la realidad de sus compatriotas. En 2008 pidió el boicot a los Juegos Olímpicos de Pekín, y cuando anunciaba en 2011 que la estrategia de EEUU para Asia era la «promoción de la democracia y los derechos humanos», a los finos oídos chinos sonaba a lanzar una de estas ‘revoluciones de color fabricadas por la CIA y la Fundación Soros.

Clinton acusa a China de colonizar África. Uno de los motivos de destruir Libia por la OTAN fue poder convertirlo en una plataforma para AFRICOM y así parar el avance de China en el continente. Su obsceno grito al conocer la notica del asesinato de Muammar al Gaddafi de «Vini vidi vinci» es una prueba de su implicación directa a este crimen de guerra. Neutralizar la creciente influencia china en Yemen también forma parte de los 25 objetivos de EEUU y Arabia Saudí en la actual guerra contra Yemen: se trata de dominar el estrecho de Bab el Mandeb, camino de los barcos chinos para entrar en el Mediterráneo.

Desde el Centro para una Nueva Seguridad Americana (CNAS), próximo a los demócratas, se advierte que el reequilibrio no parará el ascenso de China, y propone más militarismo combinado con el «poder blando».

Trump, agente secreto de China

Para el segmento antichino de la política estadounidense, el aislacionismo de Trump beneficia a Chin, ya que tira por la borda la construcción de la alianza entre EEUU y sus socios en Asia y el Pacífico, empujando a los aliados hacia China y Rusia. Su faceta antimusulmana ha hecho que los regímenes pro occidentales de Indonesia o Malasia mostrasen su preocupación por la xenofobia del republicano.

Trump, en su idea de recuperar la supremacía decaída de EEUU, admira,por un lado, el nacionalismo del gobierno chino, que protege su comercio y sus intereses en las aguas adyacentes, y justo por ello planea romper con la política antichina de Obama en los dos ámbitos principales: el comercio y la seguridad.

Lo que propone es:

.Diseñar políticas a favor del crecimiento económico de EEUU con las siguientes medidas: Romper el TPP. Pues, el comercio es un juego de suma cero y los tratados comerciales regionales dañan la economía de EEUU. Señala a Clinton -Bill, el esposo-, como responsable del cierre de 50.000 fábricas y de la pérdida de unos siete millones de empleos por dejar en 2000 que China ingresara en la Organización Mundial del Comercio (OMC). Trump culpa a China por el déficit comercial de 505 millones de dólares de EEUU, y propone imponer una carga del 45% sobre los productos chinos, ignorando que la víctima de esta medida serán los consumidores de EEUU, ya que China es hoy el mayor socio comercial de EEUU. Esto desataría además una guerra comercial a nivel mundial, provocando otra posible recesión; sin embargo, no cuenta con la posible represalia china contra las empresas estadounidenses en sus mercados.

Obviamente, un capitalismo exacerbado nunca podrá competir con el complejo sistema económico chino que ofrece, entre otras ventajas, servicios públicos y materias primas casi gratis a las pequeñas y medianas empresas, además de concederles préstamos con expectativa de no cobrarlo. El presidente Xi Jinping está apostando por el ‘renacimiento nacional’, una economía sostenible, animando el consumo interno por el que va subiendo los salarios (provocando el traslado de algunas fábricas chinas a África, en busca de mano de obra barata). Además, la estrategia llamada Made in China 2025 está dirigida a centrar su economía en la exportación de productos de alta gama, como trenes de alta velocidad, la biotecnología, etc.

Establecer un estricto control sobre la propiedad intelectual de la tecnología exportada a China. Impedir la deslocalización de las empresas estadounidenses. Pero, ¿cómo lo hará si el dinero no conoce nacionalismo ni tiene patria?

Impulsar la industria manufacturera de EEUU, regresando al siglo XIX.

En el terreno de seguridad, el apodado «el hombre más peligroso del mundo» por Der Spiegel, afirma que dejará de pagar por la seguridad de Japón, a cambio se le permitirá armarse con unas bombas nucleares para la autodefensa. Así, los nipones podrán rescatar la llamada «bomba en el sótano», o sea unas 4,7 toneladas de plutonio almacenado, riéndose del Tratado de No Proliferación Nuclear , mientras se empuja a los países vecinos a una temible carrera militar.

La cuestión de Corea del Norte

«Que China haga desaparecer a ese tipo en una forma u otra y lo haga rápido», ordena Trump al presidente Xi, como si fuera su chico de los recados, refiriéndose a Kim Jong Un. ¿Propone asesinarlo? Así, el millonario pretende frenar al ‘peligrosísimo’ Corea del Norte. Pero, ¿por qué Pekín debe apoyar el desarme de éste país, beneficiando a los planes de EEUU en la región?

Las relaciones entre Pekín-Pyongyang son más cercanas que «los labios y los dientes», en palabras de Mao Zedong. Además, éste país hace de Estado tapón entre China y las tropas de EEUU en Corea del Sur. Un Pyongyang aliado de Washington o reunificado con Seúl no le interesa a China, pues, significaría tener un vecino poderoso y encima ocupado por las tropas del enemigo americano.

«¿Qué hace EEUU en la lejana Asia?», pregunta Trump para responder: ¡Nada! Habría que retirar las tropas de Corea del Sur, armarle con bombas nucleares, ser neutral en una guerra entre ambas Coreas, mientras convence a Kim en una reunión de vis a vis a que deponga sus mortíferos hongos.

Hillary Clinton rechaza extorsionar a los aliados regionales de EEUU y aboga por la aplicación del modelo iraní en Corea del Norte: una combinación de duras sanciones económicas contra la población y amenazas militares.

Es difícil que el 2017 altere las prioridades de la política exterior del imperialismo de EEUU. El militarismo seguirá siendo la fórmula para justificar su presupuesto militar de 650.000 millones de dólares (comparando con los 155 mil millones de China).

No habrá un ‘Siglo pacífico de los EEUU’, pero Clinton y Trump harán del mundo un lugar aún más peligroso para la humanidad.

Fuente: http://blogs.publico.es/puntoyseguido/3405/la-politica-exterior-de-clinton-y-trump-ii-contencion-a-china/