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Habla un ex director de la Oficina de la CIA de Análisis Político y Regional

La política exterior estadounidense se inclina de forma peligrosa del lado de Israel

Fuentes: CounterPunch

Nota del editor: En Santa Fe, el 12 de febrero pasado, tuvo lugar la intervención que se expone a continuación. Bill fue uno de los tres participantes, y su mujer, Kathy, fue otra (Se publicará también un artículo con su aportación). El encuentro, organizado por el Capítulo de Santa Fe de los Veteranos por la Paz, se produjo en una tarde de debates y discusiones con vídeos, fotos, y gráficos expuestos bajo el epígrafe «Palestina/Israel: Derechos Humanos y Perspectivas Políticas».

«Hemos mencionado ya que Kathy y yo hemos ayudado a reconstruir algunas casas palestinas. Eran casas destruidas por el gobierno israelí – actos de destrucción ante los que nuestro propio gobierno en Washington nunca puso objeción alguna. Ayudar a reconstruirlas fue nuestro pequeño acto de rebelión, desde el bando palestino, contra las políticas de Israel y EEUU. Me gustaría ahora relacionar ese pequeño gesto con puntos de vista más amplios e incluso más rebeldes sobre las políticas exteriores en general de EEUU.

Para seguir con la discusión sobre la cuestión israelo-palestina, el primer punto al que quiero referirme se centra en que, en la práctica, todas las políticas exteriores estadounidenses -incluidas las que afectan a zonas que no son Palestina- se ven influidas de forma muy significativa por las acciones y políticas estadounidenses hacia Palestina. En la época actual es una realidad que gran parte de los seis mil quinientos millones de habitantes del planeta odian, literalmente, la mayoría de las políticas exteriores de EEUU, y que, aunque hay una serie de razones detrás de ese odio, una de las más importantes son las actuaciones de EEUU respecto a Palestina a lo largo de los últimos ochenta a cien años. Cuando Noam Chomsky y Tariq Ali estuvieron recientemente en la ciudad, Chomsky comentaba que desde hace cinco años una parte del mundo considera a EEUU como un Estado sinvergüenza y la mayor amenaza para su existencia. Y continuaba diciendo: «Desde entonces, la situación ha ido cada vez peor. Ahora no es una parte del mundo… sino la mayor parte del mundo… George Bush …. ha conseguido hacer de EEUU, en pocos años, el país más odiado y temido del mundo.» Posteriormente, Tariq Ali aclaró que pensaba lo mismo.

Esto es una tragedia. El gobierno de EEUU parece enredarse de manera deliberada, y cada vez más profundamente, en crisis internacionales que él mismo provoca y, de forma especial, en Oriente Medio. Casi podríamos asegurar que el Presidente Bush va a continuar las políticas agresivas, con el resultado de un odio cada vez mayor hacia EEUU. Habrá nuevas guerras y el agresor será con toda probabilidad EEUU.

Tomemos un minuto para preguntarnos cuáles son, de forma precisa, esas políticas por las que EEUU tiene tanta inclinación y que yo creo que deberían cambiarse si queremos ver paz y estabilidad en el mundo en los años venideros. Obviamente, una de ellas es la política estadounidense que persigue dominar los mercados globales del petróleo. Otra es la lucha de EEUU para lograr, a nivel político, un dominio imperialista y global. Por eso se implementan esas guerras inmorales contra el «terrorismo», según las define Washington y, de forma servil, sus aliados. Tenemos también las políticas que han acabado con miles de inocentes en Afganistán e Iraq, que EEUU ni siquiera se molesta en contar; así como las políticas que ponen en marcha las injusticias de la versión estadounidense de una globalización económica que ha ensanchado el abismo entre ricos y pobres en muchas naciones. Y tenemos también el despilfarro de los gastos militares siempre crecientes de EEUU; nuevas bases estadounidenses por casi todo el mundo; el apoyo continuo de EEUU a los gobiernos autoritarios del Mundo Arabe, Asia Central y de cualquier lugar; y las nuevas armas nucleares que un gobierno estadounidense descaradamente hipócrita se empeña producir mientras que, al mismo tiempo, trata de impedir que naciones y entidades no estatales poco amistosas las fabriquen. A la vez, sigue rechazando firmemente empezar negociaciones serias para reducir y eliminar nuestras propias armas nucleares. Esa sería una bonita y larga lista. Pero tomad buena nota: entre las políticas reales de EEUU no encontrareis ni la lucha por la democracia, ni la libertad para el resto del mundo, ni la preocupación por los derechos humanos.

Por favor, tened en cuenta esto también – a pesar de la propaganda gubernamental israelí y estadounidense en contra, debe incluirse en esa lista algo más: el apoyo masivo de Washington a las políticas gubernamentales israelíes hacia Palestina y la especial relación entre EEUU e Israel. Esas son las políticas-clave estadounidenses que han animado a nuestro país a emprender una guerra agresiva contra Iraq, y que le harán iniciar pronto otra contra Irán. Esas son también, precisamente, las políticas-clave estadounidenses que están fomentando el terrorismo futuro contra EEUU y sus aliados. Y, además, de todos es bien conocida la condescendencia estadounidense con Israel durante décadas con respecto a la obtención y expansión de sus propias armas nucleares. Por otra parte, y al mismo tiempo, EEUU está tratando de impedir que otras naciones, particularmente en Oriente Medio, hagan lo mismo. Aunque el tema de la relación israelo-estadounidense pueda ser controvertido, es importante que lo afrontemos directamente.

Lo que debemos debatir más seriamente, y de forma específica, son los objetivos políticos estadounidenses que necesitan cambios urgentes – en primer lugar, la dominación global y construcción imperialista, que se lleva a cabo de forma más destacada en Oriente Medio y Asia Central. Y esto nos hará volver de nuevo, y en muy poco tiempo, a la relación israelo-estadounidense.

El mejor procedimiento para aumentar las posibilidades de paz futura en el mundo, y para reducir el odio que parece estar intensificándose por todas partes hacia EEUU, sería el de poner término a la campaña actual de EEUU que persigue una dominación imperialista más fuerte. Creo con toda firmeza que no será posible reducir ese odio global si no se cambian de arriba a abajo las políticas exteriores estadounidenses. En la actualidad, el gobierno estadounidense, enormemente controlado por una élite de corporaciones con intereses industriales-militares opuestos a todo lo que huela a democracia auténtica, está perjudicando tanto su propia seguridad como la del mundo entero.

Las políticas en las que deberíamos trabajar para conseguir los cambios deberían afectar también a los medios que EEUU utiliza para extender y fortalecer su dominación global. De forma específica, deberíamos poner fin ya a la ocupación de Iraq, ceder cualquier control de los acontecimientos en ese país y pagar el precio que haya que pagar para que Naciones Unidas pueda hacerse cargo de la situación. Después, deberíamos prescindir del poder de veto en el Consejo de Seguridad sobre cualquier cuestión que afecte a Iraq. A continuación, deberíamos eliminar todos y cada uno de los planes de acciones militares en contra, o de dominación futura, de Irán, Siria y otras zonas de Oriente Medio y otras partes del globo, como Corea del Norte. También deberíamos recortar de forma drástica los siempre ascendentes gastos militares de EEUU, la presencia militar cada vez mayor de EEUU en muchas zonas de Oriente Medio y Asia Central, y terminar con el objetivo de globalización económica, versión «made in USA», que muchos pueblos del mundo contemplan como un arma de nuestra campaña para conseguir la dominación política global.

Deberíamos también recortar, en vez de aumentar, los fondos que gastamos en operaciones encubiertas y de inteligencia. Desde el 11-S, estas actividades han maquillado una proporción cada vez mayor de las políticas globales estadounidenses. ¿No deberíamos los mismos norteamericanos cuestionarnos la vil imagen que los EEUU ofrecen al mundo? ¿No deberíamos desconfiar de nuestras propias políticas diplomáticas hostiles -nuestro supuesto apoyo a la democracia, por ejemplo- que dependen cada vez más de actuaciones secretas para poder llevarlas a cabo? ¿No deberíamos acabar con esas acciones encubiertas de EEUU en vez de incrementarlas? ¿No son normalmente esas acciones la causa, más que el remedio, de un mayor terrorismo contra nosotros? ¿Por qué lo que quieren ahora los grupos en el poder son más y más acciones de ese tipo?

Y el último, aunque no el menos importante -en efecto, el tema que voy a plantear es extraordinariamente importante, aunque sea también muy duro de abordar-, creo que todos nosotros, los que queremos más paz en el mundo, deberíamos trabajar para debilitar y desacreditar la alianza entre la administración Bush y la derecha religiosa fundamentalista cristiana en este país. Quiero más separación entre iglesia y Estado en EEUU. No quiero ver cómo se fortalece cualquier punto de vista que pueda considerar el cristianismo o el judaísmo como «mejor» religión que el islam, el budismo o cualquier otra religión. Tampoco quiero ver que ninguna creencia, del tipo de las que conocemos hoy como «sionismo cristiano», consigue influir de algún modo en las políticas exteriores estadounidenses. Todo ese tema de la relación entre religión y política necesita una discusión mucho más intensa que la que podemos dedicarle esta noche. Muchas iglesias moderadas están ya inmersas en tales discusiones y deberíamos impulsar que haya más. Esa es una cuestión donde el cambio vendrá antes de lo que pensamos. Así lo espero.

Sé que muchas de mis sugerencias os sonarán a algunos como castillos en el aire – totalmente imposibles de llevar a cabo. Sin embargo, es necesario que echemos al cubo de basura todas y cada una de las políticas exteriores que he mencionado. Son políticas que se han ido implementando durante muchos años, con intensidad máxima bajo la administración Bush, pero, al menos, con casi igual intensidad desde que se produjo el colapso de la Unión Soviética y el mundo bipolar a comienzos de los noventa. Esas políticas de dominación global no sólo están apoyadas por el Partido Republicano o por el Partido Demócrata. Son políticas propias de las corporaciones ricas y antidemocráticas que están controlando a los dos partidos más importantes de nuestro país.

El hecho de que sólo el cinco por cien de la población mundial reside en EEUU significa que, sencillamente, no vamos a poder dominar al resto del mundo durante mucho tiempo. El gran esfuerzo de EEUU para conseguir el dominio global es antidemocrático a los ojos de la mayoría de los pueblos del mundo, que no quieren ser dominados. Además, el esfuerzo para conseguir la dominación global empobrecerá con el tiempo a gran parte de nuestra clase media, que ya ven cómo sus esperanzas de una mejor salud y educación y de salarios duraderos se desvanecen cada vez más en un futuro que no vivirán para ver. Eso es en lo que parecen estar empeñados actualmente los grupos dirigentes de EEUU.

Hablando con franqueza, las políticas exteriores estadounidenses, desde hace demasiado tiempo, han sido sencillamente inmorales, y EEUU ha sido responsable de permitir y potenciar demasiada tortura y demasiadas muertes, muertes que alcanzan cifras millonarias

-en zonas que van desde Indochina a Timor Este, en el lejano oriente; a Chile y Haití en Centroamérica, en nuestro propio hemisferio; a los Balcanes, Turquía y Sudáfrica; a Palestina; a Líbano; a Irán, y ahora a Afganistán e Iraq. El odio planetario hacia EEUU no es el «odio a nuestras libertades» que Bush proclama, sino un odio muy legítimo hacia actuaciones y políticas que son depredadoras y homicidas. La nueva doctrina estadounidense de la guerra preventiva sencillamente lo empeora todo.

Echemos otra mirada ahora sobre el estatus especial de Israel en la política estadounidense relacionándolo con el avance de EEUU en la dominación global. Tras décadas de vínculos crecientes entre los dos Estados, Israel está ahora tan íntimamente unido a EEUU en tantos aspectos concretos que, actualmente, forma parte del complejo industrial-militar de nuestro país. Israel vende equipamiento militar, con conocimiento nuestro, a países a los que EEUU no puede vender por ley – por ejemplo, China. En EEUU se producen tantas armas y de tipos tan distintos para Israel, que se ha convertido en algo muy sencillo para los lobbys israelíes en Washington presentarse de forma individual ante los congresistas e indicarles cuántos puestos de trabajo en un determinado distrito dependen de esa industria de armas y del hecho de no negarle armas a Israel. De esta forma, ese país se convierte en un factor directo de presión para que EEUU prosiga su campaña por la dominación imperialista global, ampliando el complejo militar-industrial de EEUU y manteniendo en el poder a congresistas y otros políticos – políticos que sirven siempre y en primer lugar a la élite gobernante en el país.

Los que vivimos aquí en Nuevo Mexico nos vemos afectados particularmente por este tema. En los Laboratorios Nacionales de Los Alamos y Sandia, en nuestro propio patio trasero, tenemos dos piezas muy importantes del complejo industrial-militar estadounidense y que son los mayores contribuyentes a la capacidad de armas nucleares del país. ¿Hay algunas conexiones entre esos Laboratorios Nacionales y los programas de armas nucleares de Israel? ¿Contribuyen los Laboratorios de alguna forma a los programas nucleares de Israel, o Israel a los programas de EEUU? ¿Hay intercambios de especialistas nucleares entre las dos naciones? ¿O programas conjuntos? ¿Es en aras del interés mundial por lo que EEUU, muy posiblemente animado por Israel, está ampliando en este momento sus programas de armas nucleares? Me parece que todas son preguntas apropiadas para hacérselas a nuestros dirigentes políticos, especialmente cuando nuestro propio gobierno está amenazando los programas nucleares de determinados gobiernos, que están aterrados ante la hipocresía que creen ver en estas acciones de EEUU.

Mi tiempo ha terminado. Gracias.»

(Bill Cristison fue director de la Oficina de la CIA de Análisis Político y Regional. Ha escrito mucho en los últimos años sobre los problemas de la política exterior de EEUU).

Texto original: www.counterpunch.org/christison02162005.html