LAGOS, Nigeria – Hace cuatro años Omoregie y sus amigos fueron arrestados sin motivo y puestos bajo custodia. Cuando llegaron a la comisaría, él observó cómo la policía empezaba a golpear a sus amigos. Atemorizado, comenzó a tuitear discretamente sobre las agresiones a medida que se producían.
Yo y otros muchos usuarios de Twitter pudimos leer sus temores mientras pedía ayuda a través de sus tuits. Actuando como abogado, pude conseguir su liberación en pocas horas con la ayuda de otros activistas a través de la unidad policial encargada de las denuncias ciudadanas.
Pensé en Omoregie (un nombre supuesto por seguridad) ahora, después que el gobierno de Nigeria prohibió el viernes 4 de junio el uso de Twitter en el país, convirtiendo su uso en un delito.
La prohibición se produjo después de que la plataforma de redes sociales borrara un tuit del presidente Muhammadu Buhari, en el que amenazaba con la violencia a los habitantes de una región del sureste del país en la que se habían producido ataques a infraestructuras públicas.
Aunque la prohibición de Twitter sorprendió a muchos, la actuación del gobierno contra las redes sociales ha sido amenazada desde hace tiempo y forma parte de una estrategia a largo plazo para doblegar a la sociedad civil y obligar a los ciudadanos nigerianos a obedecer al gobierno.
Twitter ha sido hasta ahora una importante fuente de activismo y noticias en Nigeria.
Los nigerianos pasan casi cuatro horas diarias en las redes sociales y Twitter es la segunda plataforma de medios sociales más grande después de Facebook.
La mayoría de los debates públicos comienzan en Twitter y la plataforma suele marcar el tono de las noticias nacionales que se transmiten en los medios de comunicación tradicionales. Se ha convertido en la plataforma para exigir responsabilidades al gobierno, a las instituciones y a los individuos poderosos.
También ha sido durante mucho tiempo un lugar para el activismo y la organización de movilizaciones, como las protestas del año pasado contra el SARS (síndrome respiratorio grave agudo), que condujeron a la erradicación de la Brigada Especial Antirrobo.
Aunque la prohibición de Twitter sorprendió a muchos, la actuación del gobierno contra las redes sociales ha sido amenazada desde hace tiempo y forma parte de una estrategia a largo plazo para doblegar a la sociedad civil y obligar a los ciudadanos nigerianos a obedecer al gobierno.
Noventa y nueve personas fueron asesinadas durante las protestas EndSARS en Nigeria y Twitter ayudó a exponer estos abusos. Esto fue más evidente durante un ataque de la policía y el ejército a los manifestantes en el puente de Lekki, en Lagos, la mayor ciudad de Nigeria y su antigua capital.
La documentación del ataque, incluida la retransmisión en directo de DJ Switch, una personalidad de los medios de comunicación, obligó a los altos cargos militares a intervenir y a reconocer posteriormente que el ataque había tenido lugar. Tras retransmitir ese ataque en directo, DJ Switch se vio obligada a solicitar asilo en Canadá por las amenazas contra su vida.
Esta eficacia del activismo ha llamado la atención del gobierno de este país de África occidental.
Hace unos dos años, el gobierno nigeriano presentó un proyecto de ley de medios sociales que pretendía regular el espacio de las redes sociales y criminalizar con multas y penas de cárcel los simples comentarios que las autoridades consideraran “falsos” o de incitación al odio.
Aprovecharon su oportunidad al finalizar la primera semana de junio. El sistema judicial de Nigeria ha estado en huelga durante los últimos dos meses, por lo que la prohibición de Twitter se aplicó sin la supervisión de los tribunales.
Además de la prohibición de Twitter, el gobierno ha exigido controlar la concesión de licencias a todas las plataformas de medios sociales, así como a los servicios que transmiten noticias y entretenimiento a través de Internet.
Todas estas restricciones pretenden controlar la libertad de expresión, un derecho garantizado por la Constitución de Nigeria, la Carta Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos y la Declaración de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, ambas ratificadas por Nigeria.
La prohibición de Twitter en el país también se produce cuando el gobierno nigeriano aumenta la represión de la acción ciudadana fuera de línea.
En repetidas ocasiones han pisoteado el derecho de los ciudadanos a reunirse y protestar en el espacio físico. La policía y el ejército han disparado contra activistas y muchos han sido detenidos mientras protestaban pacíficamente. También se ha utilizado Twitter para poner de manifiesto estas medidas represivas.
Desde que se anunció la prohibición de Twitter, el gobierno de Buhari, en el poder desde 2015, no ha perdido tiempo en aplicar castigos a los usuarios.
Inmediatamente después del anuncio, el Fiscal general de Nigeria ordenó la detención y el enjuiciamiento de cualquier persona que utilice la aplicación de Twitter.
En la práctica, esto significa que la policía estará facultada para registrar los teléfonos en busca de la aplicación. Los registros policiales de los teléfonos móviles y el descontento con esos registros no son nuevos para los nigerianos y fueron uno de los motivos de las protestas de EndSARS.
La prohibición draconiana también plantea la cuestión de ¿qué seguridad hay para los medios de comunicación locales, los periodistas y los ciudadanos de Nigeria? si Twitter, una plataforma mundial que ayuda a poner de relieve los excesos del gobierno, puede cerrarse,
Con la prohibición de Twitter, Nigeria corre el riesgo de seguir hundiéndose hacia la dictadura y habrá menos formas de organizar desafíos a la misma.
Algunos argumentarán que Twitter tiene la culpa de su prohibición porque se excedió al borrar un tuit del presidente Buhari que, según Twitter, viola su política. Pero incluso si aceptamos que Twitter se equivocó al borrar ese tuit, la reacción del gobierno de prohibir una plataforma tan importante para el debate público y el activismo es mezquina y una extralimitación extrema.
Es hora de que las democracias del mundo tomen medidas concretas y eviten las violaciones de los derechos humanos en Nigeria. La censura de las voces independientes es a menudo un medio para impedir la rendición de cuentas y permitir un gobierno autocrático.
Permitir la prohibición de Twitter por parte de unos pocos políticos sin que se critique sería una señal de que el mundo respalda la autocracia. El silencio y la inacción del mundo suponen un respaldo a la prohibición de Twitter, una reducción de la capacidad de organización de la sociedad civil y una violación de los derechos de 200 millones de nigerianos.
Puede leer la versión en inglés aquí.
Nelson Olanipekun es un abogado y defensor de los derechos humanos que utiliza la tecnología y el derecho para acelerar el ritmo de la administración de justicia. También es becario de las Nuevas Voces del Instituto Aspen en 2021.
T: MF / RV: EG