El mundo ha visto las imágenes de los incendios que se extienden a lo largo de la costa del Pacífico de EE.UU., desde la frontera de Canadá hasta la de México. Este 15 de septiembre, un centenar de grandes incendios, y muchos otros más pequeños, devastan los bosques de los Estados de Washington, Oregón y California.
Una nube malsana de humo cubre el cielo de gran parte de estos Estados, creando escenas apocalípticas. El humo se ha propagado a otros Estados cercanos, en especial Idaho, Colorado y Nevada. También se han declarado incendios en estos tres estados.
Una escena apocalíptica es la que hubo un día en la región de la bahía de San Francisco, cuando la población de todas las ciudades de la zona despertó bajo un cielo de color naranja oscuro. Farolas que normalmente solo alumbraban durante la noche permanecieron encendidas toda la mañana. Ni un rayo de sol penetraba a través del humo mezclado con la niebla, y numerosos paneles solares no llegaron en ningún momento a generar electricidad. Una foto del centro de San Francisco, a primera hora de la tarde, muestra calles sombrías con las luces de los coches encendidas, luces en las ventanas de los edificios y un cielo naranja. En toda el Área de la Bahía, la gente ha podido observar esta siniestra escena. Parecía bíblica.
En más de un mes ya han ardido cinco millones de hectáreas en los tres Estados. Los incendios comenzaron en California en agosto y se extendieron a los Estados de Washington y Oregón estos últimos días.
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Con respecto a California, un artículo del New York Times afirmaba lo siguiente:
“La crisis a que se enfrenta el estado más poblado de la nación es más que una mera acumulación de catástrofes individuales. También es un ejemplo de algo que inquieta a los expertos climáticos desde hace tiempo, pero que pocos de ellos esperaban ver tan pronto: un efecto de cascada, en el que se concatena una serie de catástrofes que se provocan o amplifican unas a otras. “Tumbas las fichas de dominó de una manera que la gente estadounidense jamás ha imaginado”, ha declarado Roy Wright, quien dirigió los programas de resiliencia de la Agencia Federal de Gestión de las Emergencias hasta 2018 y que se crio en Vacaville, California, situada cerca de uno de los mayores incendios de este año. Esto es apocalíptico.
Las crisis simultáneas del estado ilustran la manera en que opera el efecto de arrastre. Un verano canicular trajo una sequía jamás vista con anterioridad. Esta aridez contribuyó a provocar los incendios forestales de verano más importantes que se han registrado jamás. Seis de los veinte incendios más grandes de la historia de California se han producido este año… Los incendios forestales generan tanto calor que no solo hacen que miles de personas huyan de sus casas, sino que también dispersan productos químicos peligrosos en el agua potable [y en el humo].
El calor excesivo y la atmósfera asfixiante y llena de humo son una amenaza para la salud de las personas que ya luchan contra la pandemia. Y la amenaza de nuevos incendios ha llevado a las compañías de seguros a anular las pólizas relativas a las viviendas y a la principal compañía de electricidad del estado a cortar el suministro a decenas de miles de hogares.”
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Hay un efecto más que añadir a esta cascada. Así, el calentamiento climático comporta un aumento de la temperatura en el norte, en regiones que hasta ahora no se habían visto afectadas. Es lo que ha ocurrido este año, en que las condiciones californianas se han reproducido por primera vez en Oregón y Washington. Estos Estados no estaban preparados para la erupción de incendios forestales. Los bomberos han tenido que hacer frente a una situación nueva con incendios que se desplazan rápidamente. Las autoridades han tenido que establecer rápidamente procedimientos para evacuar a la gente. Esta tampoco estaba preparada. Familias de Oregón se negaron a partir, creyendo en los rumores propagados en las redes por los partidarios de Trump, según los cuales los terroristas antifa estaban provocando los incendios. Dicen que permanecen en sus casas con sus fusiles preparados para disparar contra los pirómanos antifa imaginarios.
La mayor parte de estos incendios de la costa oeste se producen en zonas de gran altitud. Es lo que ha acaecido estos últimos años en lo que determinados científicos perciben como una primera fase de la temporada de incendios, de junio a septiembre.
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Pero la situación en Oregón ha sido distinta. Timothy Ingalsbee, ecologista especialista en incendios forestales y exbombero, actualmente director de Firefighters United for Safety, Ethics, and Ecology, reside en Eugene, Oregón. El 14 de septiembre le entrevistaron en Democracy Now. Dijo lo siguiente:
“La semana pasada tuvimos dos docenas de vastos incendios en el lado oeste de la cordillera de las Cascades. Se trata de una tasa de incremento explosiva, con decenas de miles de acres, de varios kilómetros cuadrados al día. Es natural que en Oregón haya importantes incendios en las montañas. Lo que resulta muy extraño es que esos incendios bajen de las montañas, arrasen nuestro valles, se dirijan a las puertas de grandes aglomeraciones como Portland y Eugene… Lo que es realmente raro es que ha soplado viento del este en toda la región. Los vientos venían de los desiertos del este de las montañas, soplaban en dirección a los valles y propulsaban las llamas. Y aunque ciertos científicos dudan en atribuir un hecho aislado al cambio climático, estas son exactamente las condiciones previstas por los climatólogos. Y allí donde antaño no solían producirse, serán mucho más frecuentes en los tiempos que vienen.”
Ingalsbee también subrayó que “cuando comenzaron los incendios, en algunos casos el viento tumbó las líneas eléctricas en la oscuridad de la noche, muy cerca de las ciudades, y la gente no se percató; las llamas llegaron hasta sus casas y la gente tuvo que huir para salvar la vida. Ni siquiera los primeros equipos que llegaron al lugar fueron capaces de combatir el fuego. Tuvieron que ayudar a la gente a huir. Hasta varios días después no lograron los bomberos combatir el incendio.”
La situación en Oregón es ahora lo que hemos visto estos últimos años en California: incendios propulsados por vientos del este procedentes de los desiertos del este de California, en general a partir de octubre, en lo que se ha calificado de segunda ola de la temporada de incendios.
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A partir de 2017, grandes incendios de este tipo se han ido desplazando rápidamente hacia el oeste, destruyendo ciudades y pueblos y causando numerosas muertes. Si se mantiene esta tendencia, lo que estamos viendo en Oregón comenzará a producirse en California durante el resto del año. Esta primera temporada ya ha conocido incendios sin precedentes en la costa del Pacífico, pero esto tal vez no sea más que un preludio de lo que está por venir.
Hay quienes empiezan a calificar estos incendios de fuegos climáticos. Mientras, Donald Trump sigue negando la existencia misma del cambio climático, y afirma que los incendios actuales no son más que el resultado de una mala gestión de los bosques por los demócratas, negando la evidencia. Joe Biden y otros demócratas han atacado a Trump por su negacionismo con respecto al cambio climático, pero defienden que se sigan utilizando los combustibles fósiles. El gobernador demócrata de California, Gavin Newsom, afirma que en el origen de los incendios está el cambio climático, pero este año ya ha aprobado más de 7.000 permisos de sondeo de petróleo y gas en el estado. Biden proclama abiertamente que está a favor de la fracturación hidráulica. Es contrario al Green New Deal, siquiera edulcorado, que han propuesto en el Congreso Alexandria Oscasio-Cortez y otras diputadas, pero que nunca ha sido debatido, ni siquiera en la Cámara controlada por los demócratas.
La mala gestión forestal es un factor secundario en los incendios, pero en gran parte se debe a las políticas de Trump, quien apoya las talas rasas de los bosques, la explotación forestal incontrolada, etc. Es verdad que estas políticas existen desde hace tiempo, aplicadas tanto por demócratas como por republicanos. Debido a las políticas de austeridad y recortes del gasto social por parte de ambos partidos, la dotación de los cuerpos de bomberos es insuficiente. Estos escasean en los Estados costeros, mientras luchan heroicamente contra todos estos incendios que siguen extendiéndose.
Ingalsbee ha declarado: “Una cuestión muy importante, sin embargo, es que por muchos bomberos, camiones cisterna y otros equipos que haya, no será posible hacer frente a este fenómeno. Se trata de incendios forestales debidos al clima. La naturaleza es mucho más fuerte que nosotros. Por tanto, a menos que controlemos las emisiones de los combustibles fósiles, nada podremos hacer que impida realmente que se produzcan sucesos de este tipo.”
Traducción: Viento Sur – Fuente: https://vientosur.info/la-proliferacion-de-incendios-en-la-costa-oeste/