Las protestas contra la violencia policial seguían ayer en EEUU mientras las fuerzas de seguridad perfilan quién era Micah Xavier Johnson, el exsoldado que el jueves en Dallas perpetró la peor matanza contra fuerzas de seguridad en el país desde los atentados del 11S. Desde el jueves, otro agente ha sido víctima de una emboscada. En Houston, dos policías mataron ayer a otro afroamericano armado que, según su versión, les apuntó con un revolver.
Los disparos mortales por parte de policías blancos de Alton Sterling y Philando Castile, contra dos negros armados, naturales de dos estados, Luisiana y Minesota, donde llevar pistolas encubiertas es legal, han vuelto a encender los ánimos de la comunidad afroamericana en las calles. En este caso, sus muertes fueron grabadas por testigos con teléfonos móviles y colgadas en la red, dando a sus casos un enorme impacto global.
Según se observa en los vídeos, Sterling fue tiroteado en Baton Rouge mientras dos policías lo tenían reducido en el suelo. Se oye decir a uno de ellos «¡está armado!» y después seis detonaciones a cañón tocante. A Castile lo mataron en St. Paul (Minesota) en el coche en el que se encontraba con su compañera, tras haber avisado a los agentes que estaba armado y, al parecer, haber hecho el gesto de abrir la guantera para mostrar su permiso.
Con el objetivo de calmar el ambiente ante las reacciones de indignación que siguieron a ambas muertes, las autoridades informaron de la apertura de sendas investigaciones federales por homicidio por bala.
Y es que estas últimas muertes han vuelto a despertar de inmediato el fantasma del racismo en el seno de la Policía, acusada a menudo de usar una brutalidad gratuita e intencionada contra los negros.
Negro y armado, amenaza
No obstante, en este caso hay que unir al racismo, a esa sensación tan extendida en EEUU de que la vida de unos no vale lo mismo que la de otros en función del color de la piel, la cuestión de las armas. Al parecer, Sterling y Castile tenían permisos para portarlas y uno de ellos incluso avisó de ello a la Policía, pero de nada sirvió. Cuando murieron las tenían en el bolsillo o en la guantera del coche, no tenían acceso inmediato a ellas al no tenerlas en las manos, pero poco importó.
Por si había alguna duda, el visionado de los vídeos volvió a poner de manifiesto el injusto -y brutal- trato que la Policía da a los negros, una denuncia en la que activistas pro derechos humanos y contra la brutalidad insisten. Cuando una persona blanca está armada, se considera que está ejerciendo sus derechos; por el contrario, cuando un negro está armado, se convierte en una amenaza mortal.
Desde el crimen de Ferguson, la Policía ha matado a 2.611 personas
El 9 de agosto de 2014, la Policía tiroteaba mortalmente en Ferguson (Misuri) a Michael Brown desatando una oleada de protestas y saqueos que captó la atención mundial. Casi dos años después, Fatal Encounters, una organización que monitorea y verifica noticias, redes sociales e informes oficiales, ha informado de que al menos 2.611 personas han muerto a manos de la Policía, la gran mayoría por disparos.
Según el análisis de esta organización, hay varios datos que explican la brutalidad y la proliferación de los tiroteos. Comparativamente, en EEUU la Policía dispara y mata a muchísima más gente que sus homólogos europeos o canadienses. Las disparidades raciales son escandalosas en el uso de la fuerza. Las acusaciones de abusos se han multiplicado por tres. Legalmente, la Policía puede usar fuerza letal si percibe cualquier amenaza, y como las armas están disponibles y al alcance de cualquiera, cuando las portan los negros, a ojos de los agentes, se multiplican las amenazas.
Aunque en EEUU las muertes de policías caídos en acto de servicio está en mínimos históricos, la militarización de la Policía es potenciada por el Gobierno federal. Los agentes no son juzgados y condenados casi nunca y disponen de un enorme arsenal jurídico para defenderse.
Obama ha centrado sus reformas en las políticas comunitarias y la rendición de cuentas de los policías. A la vista de los datos y de los hechos tan trágicos, queda claro que no han funcionado.