El uno de noviembre del año pasado, el Partido Social Demócrata Sueco (PSD) anunció en su 36 º Congreso el reconocimiento de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD) Gracias al impulso de los sectores juveniles y feministas del partido, el PSD señaló que «el reconocimiento del Estado saharaui por parte de Suecia, estará incluido en […]
El uno de noviembre del año pasado, el Partido Social Demócrata Sueco (PSD) anunció en su 36 º Congreso el reconocimiento de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD)
Gracias al impulso de los sectores juveniles y feministas del partido, el PSD señaló que «el reconocimiento del Estado saharaui por parte de Suecia, estará incluido en el programa del gobierno de Suecia después de las próximas elecciones, si gana el partido».
En el último congreso del partido, celebrado el pasado mes de mayo en Gävle, el PSD confirmó este extremo, y además anuncio que iniciarán junto a los verdes y el partido de izquierda (la llamada «coalición rojo-verde) una Plataforma de Política Exterior Común, en la que «la ocupación del Sáhara y las continuas violaciones de los derechos humanos cometidos por el reino de Marruecos serán una de nuestras prioridades»
Pues bien, el próximo domingo 19 de septiembre se celebrarán las elecciones generales en Suecia, y en caso de que Mona Sahlin, la candidata social demócrata ganara, Suecia sería el primer Estado de la Unión Europea en reconocer la RASD, abriendo un histórico y determinante precedente para futuras adhesiones en la cámara de Bruselas.
Conociendo las sintonías que existen entre los diferentes países escandinavos, sería posible que varios de ellos, incluyendo por ejemplo a Noruega (miembro de la OTAN y aliado social de la causa saharaui) contribuyesen a crear un efecto dominó que cuanto menos, ponga de una vez por todas en la arena internacional la anacrónica ocupación del Sáhara ejecutada por Marruecos y amparada por Francia, España y Estados Unidos.
El PSD es el mayor partido político de Suecia y a pesar de los cambios ideológicos acaecidos en sus filas tras el asesinato de su histórico líder, Olof Palme, sigue contando con una larga tradición de apoyo a pueblos que luchan por su soberanía y democracia.
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