Traducido para Rebelión por Caty R.
Como denuncia un llamamiento lanzado por las mujeres malienses, la dramática situación de Malí debe abrirnos los ojos a una terrible realidad que se verifica en otros países en conflicto: la violencia contra las mujeres se instrumentaliza para justificar la injerencia y las guerras de rapiña de las riquezas de sus países.
Condenamos sin reservas las violaciones de los derechos humanos perpetradas por los grupos armados que controlan el norte de Malí. Estamos al lado de las mujeres y de todas las víctimas de abusos. Denunciamos también la intervención militar que lleva a cabo Francia desde el 10 de enero de 2013. El Estado francés libra una guerra en el norte de Malí no para defender la democracia y garantizar el respeto de los derechos humanos como pretende, sino claramente para defender sus propios intereses coloniales y los de las multinacionales francesas en África con el fin de explotar los recursos naturales (uranio, oro, diamantes, petróleo, tierras, agua…). Francia, como Estados Unidos en otros lugares del mundo, quiere demostrar su capacidad militar y ha asumido la defensa de los intereses estratégicos de las grandes potencias occidentales y de sus grandes empresas.
Los bombardeos franceses en regiones muy empobrecidas de Malí reflejan en primer lugar la determinación del imperialismo francés de mantener una dominación neocolonial sobre las riquezas de los pueblos africanos en un contexto de crisis mundial del capitalismo. Utiliza armas avanzadas para disuadir la codicia de China y las demás potencias. Por otra parte, la intervención occidental también tiene el objetivo de impedir la autoorganización de los malienses y evitar que despierten sus aspiraciones democráticas, antiimperialistas y panafricanistas. Francia y sus aliados quieren evitar el cuestionamiento de los regímenes alineados de la Francáfrica.
Malí es uno de los países más empobrecidos y explotados del mundo, a pesar de sus importantes recursos naturales mineros y agrícolas que son acaparados por las multinacionales. El pueblo maliense está terriblemente afectado por las políticas neoliberales impuestas por el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, la OMC, la Unión Europea y el Estado francés. Esas políticas, que solo son posibles con la complicidad de los regímenes establecidos, impiden que Malí se libere de la carga de una deuda externa que sirve de instrumento de bombeo de los recursos y de sometimiento del país a los intereses de las instituciones y las potencias acreedoras. La iniciativa de alivio de la deuda de Malí, que forma parte de los países pobres muy endeudados (PPTE), ha prolongado los efectos devastadores del sistema de endeudamiento, ya que las reducciones acordadas con cuentagotas se han condicionado sistemáticamente a la aplicación de medidas de privatización y apertura económica y comercial. Esas medidas han sometido al campesinado y a los trabajadores de las ciudades a una competencia internacional a la que no pueden responder. Las mujeres malienses, que llevan una carga enorme de la vida del país, diariamente son víctimas de privaciones de todo tipo. Ellas resisten a diario.
La deuda y su reembolso siguen siendo instrumentos para empobrecer a las poblaciones.
El Estado francés bombardea las ciudades, los pueblos y las infraestructuras, ya escasas en Malí, cuya reconstrucción probablemente mañana será la excusa para endeudar un poco más al país y aumentar su sometimiento a los acreedores. Precisamente el FMI acaba de anunciar que ha concedido a Malí un préstamo de 18,4 millones de dólares. Esto abrirá un nuevo ciclo de desgracias para el pueblo maliense si no toma las riendas de su destino.
El gobierno francés debería reservar los millones de euros que costará su despliegue militar en Malí para cubrir las necesidades de su población, condenada a la austeridad debido a la explosión de la deuda pública.
La región africana está viviendo una propagación de grupos integristas que fueron apoyados y armados por las potencias occidentales, con Estados Unidos a la cabeza, directamente o a través de Catar o Arabia Saudí. Ahora las grandes potencias occidentales no saben cómo desembarazarse de un movimiento que ya no les resulta útil, su estrategia se está volviendo contra ellas. Su forma de intervención en Libia agravó la situación de la región al acarrear, especialmente, una proliferación de armas. Las intervenciones occidentales en Afganistán y en Irak han demostrado que los argumentos humanitarios enmascaran intereses económicos, políticos y militares inconfesables. Las intervenciones y ocupaciones militares occidentales no aportan soluciones reales a los problemas de los derechos humanos. Incluso tienden a agravarlos.
CADTM África considera que corresponde al pueblo maliense resolver sus conflictos internos y perseguir a los grupos que considere antidemocráticos y oscurantistas que quieren imponer sus leyes por las armas.
La red CADTM África:
– Condena la intervención imperialista de Francia y sus aliados en Malí y llama al cese inmediato de los bombardeos y a la retirada de las tropas francesas y africanas de Malí.
– Expresa su solidaridad con el pueblo maliense y el derecho de éste a decidir libremente su futuro.
– Llama a un reforzamiento de la solidaridad de los pueblos maliense y africanos para cerrar el camino a las fuerzas de la restauración y recolonización de Malí y el Sahel.
– Considera que la CEDAO, organización subregional dirigida por un club de jefes de Estado al servicio de las hegemonías estadounidense y europea, no tiene ninguna legitimidad y ningún poder legal para firmar préstamos de guerra en nombre del pueblo soberano de Malí.
– Invita al pueblo maliense a invocar la ausencia de consentimiento como fundamento jurídico para repudiar toda la deuda heredada de la intervención extranjera.
– Llama a todos los pueblos de África, del norte al sur, del Magreb al Machrek, a unirse contra las guerras.