Uno de los puntos clave: las familias se mantendrán juntas a la espera de una visa permanente
Demetrios Papademetriou, uno de los especialistas en políticas migratorias más importantes del mundo, afirmó que nunca desde los días que parecían prometedores en 2001 después de la reunión entre George W. Bush y Vicente Fox, se ha abierto una oportunidad tan prometedora de hacer una reforma migratoria en grande, de repensar y recrear verdaderamente el sistema migratorio estadunidense, hasta hoy con el proyecto de ley que se ha presentado en el Senado.
El director fundador del Instituto de Política Migratoria en Washington y Bruselas, asesor de gobiernos y organizaciones internacionales sobre políticas de migración en América, Europa y otros países del mundo, caracterizó el proyecto de ley como «lleno de promesa, integralmente construido -lo cual es muy notable- e innecesariamente complejo en muchos aspectos, pero eso claramente refleja concesiones que se tuvieron que hacer, no sólo entre los senadores, sino con otros actores principales».
En entrevista con La Jornada en sus oficinas, Papademetriou indicó que la negociación obviamente no fue sólo entre los ocho senadores de ambos partidos que lo elaboraron, sino que en el texto de casi 900 páginas se puede ver la huella de un número significativo de intereses externos (al gobierno) y una extensa participación de la Casa Blanca, subrayó.
Al mismo tiempo, como es típico de Estados Unidos, es un proyecto de ley completamente unilateral y otro canto de elogio a la soberanía. Sin embargo, previsiones claves del proyecto tendrán enormes efectos positivos para la región (México, América Latina y el Caribe), si es que se promulga en ley, indicó.
Resaltó que algo extremamente importante para México y Centroamérica es la manera tan amplia en que se formuló el programa de legalización. Papademetriou señaló que con la fecha límite del primero de enero de 2012, la propuesta -o sea, que sólo quienes llegaron antes al país tendrán derecho a participar en el proceso de legalización- probablemente deja fuera a unos 200 mil (de los 11 millones), si se aprueba la ley este año. Yo no sé si alguien quiere llamarlo generoso, yo lo llamaría inteligente porque repara el error en la legislación de 1986 de establecer una fecha límite que dejó fuera a millones del programa de legalización, lo que provocó que muchos migrantes continuaran en las sombras.
Aún más dramática es la previsión de que aquellos deportados por violaciones no criminales podrán solicitar de nuevo su retorno legal; no hay ningún otro país en el juego migratorio en el mundo que haya colocado algo así en una legislación.
Otro elemento muy positivo es la redefinición de unidad familiar que ofrece juntar a los esposos/as e hijos menores de edad con un inmigrante con una green card (la residencia permanente) reunificando a familias, un logro muy notable que, si sobrevive, por fin colocaría a Estados Unidos en el mismo lugar que el resto de las principales democracias avanzadas donde se respeta un principio básico en las políticas migratorias: uno no separa al núcleo familiar. De hecho, se contempla mantener juntas a las familias mientras esperan una visa permanente.
El proyecto abre las puertas a trabajadores altamente calificados con hasta cuatro o cinco veces más visas permanentes y temporarias para este rubro. «Es algo que todos hemos propuesto desde siempre, y eso arregla un problema. Así se multiplica hasta por cientos de miles más. Algunos en otros países se quejarán de que esto provocará una ‘fuga de cerebros’ hacia tierra estadunidense. Será el sonido de Estados Unidos chupando a los mejor preparados del mundo, antes atraíamos a algo así como 50 por ciento, ahora serán casi todos.
Demetrios Papademetriou, director fundador del en Washington y Bruselas, comentó a La Jornada el proyecto de ley en la materia que debate el Senado estadunidense Foto Instituto de Política Migratoria Eso podría resultar en una de las consecuencias no intencionales de esta propuesta: una guerra de precios por el talento entre varios países, lo que resultaría en elevar los salarios por el talento de los inmigrantes.
Para las medidas de seguridad hay cláusulas de escape
En cuanto a las medidas de seguridad fronteriza, Papademetriou comentó que México y otros países, con algunas organizaciones sociales aquí, podrán criticar una mayor militarización, más drones y otros mecanismos de control incluida una serie de objetivos que se tienen que alcanzar antes de que entre en vigor el proceso de legalización. Sin embargo, señala que en el texto final hay una serie de cláusulas de escape, donde las condiciones y metas establecidas no son tan absolutas y más bien obligan al gobierno a mostrar un progreso constante en alcanzar los objetivos.
Comentó que las cuotas y multas para el proceso de legalización de inmigrantes sin documentos no son exageradas -500 dólares para empezar, otros 500 tal vez en seis años más, y algunos, para los 13 años podría llegar a un total de 2 mil- y recordó que las propuestas en 2007 eran hasta de 10 mil.
Sobre los nuevos programas de trabajadores huésped, Papademetriou indicó: considerando el crecimiento y la lenta creación de empleos en este país, lo único que podría ser aprobado ahora es una fórmula para incrementar los números de trabajadores huésped en fases. Pero enfatiza: unos 600 mil y pico de trabajadores agrarios serán legalizados, y aunque se incorporan al programa huésped de estancia temporal, tendrán el derecho de solicitar la residencia permanente si se mantienen en trabajo agrario durante cinco años.
Para estudiantes que migraron siendo menores de edad, después de cinco años obtienen la ciudadanía.
Así, resume Papademetriou, esta propuesta, por ahora, se caracteriza por su «inclusión, compone el sistema y permite que la gente (inmigrante) continúe con su vida… A quien ha tenido que vivir sin derechos, en condiciones horribles por 10 o 20 años, no le importa si tiene que esperar 10 o cinco años para lograr su residencia permanente».
La trayectoria del proyecto de ley arranca con una serie de audiencias en el Senado durante las próximas cuatro o cinco semanas (que iniciaron ya), sin otro propósito más que los senadores expresen su satisfacción o inconformidad con toda la gama de provisiones, como también para que diferentes sectores argumenten a favor o en contra de varias medidas, pero sospecho que esto no llevará a ningún cambio en el proyecto hasta que llegue la etapa de negociar la versión final, con enmiendas, para su aprobación. Todos entienden una cosa: esto es un proyecto de ley complejo y enorme, que será sujeto a todo tipo de ataques, pero que se debe aprobar en la cámara alta antes del receso legislativo de verano (finales de julio), o de lo contrario puede deshacerse, al quedar expuesta a toda suerte de maniobras políticas si queda pendiente.
El proyecto tiene que salir del Senado conservando la arquitectura básica que tiene actualmente, insiste. De ahí, si sobrevive, el debate se traslada a la cámara baja sobre un proyecto de ley paralelo aún no presentado. Papademetriou considera que hay indicios positivos ahí, aunque no descarta que todo puede atorarse. Si logran acabar sus tareas para septiembre, podremos tener una ley este mismo año. Si no se logra, entonces todo se complicará al reiniciar trabajos el año entrante.
Para más información sobre el Instituto de Política Migratoria consultar: migrationpolicy.org