El conflicto libio, empantanado entre los desencuentros en el Consejo de Seguridad de la ONU y las llamadas de la Unión Africana por alcanzar una solución política.
Muamar Gadafi se dirigió, mediante un mensaje grabado, a los miles de seguidores que el viernes 1 de julio se concentraban en la céntrica Plaza Verde de Trípoli: «Los libios son capaces de llevar un día esta batalla a Europa, hacia sus oficinas, sus hogares y sus familias, que se convertirían en objetivos militares legítimos, tal y como ellos han hecho con los nuestros. […] Si lo decidimos, somos capaces de trasladarnos a Europa como langostas, como abejas. Aconsejamos que se retiren antes de que se convierta en un desastre».
El líder libio, que permanece aún en Trípoli, según fuentes oficiales, tensaba así las relaciones diplomáticas entre los estados miembros de la OTAN marcadas en primer lugar por la orden de detención emitida por el Tribunal Penal Internacional de la Haya contra Gadafi, su hijo Saif Al Islam, y el jefe de los servicios de Inteligencia, Abdulá al Senussi. Y, en segundo lugar, por el reconocimiento por parte de Francia de haber aprovisionado de armas a las milicias opositoras.
El miércoles 29 de junio el periódico Le Figaró informaba, sin citar fuentes, que a principios de ese mes aviones franceses habían suministrado armas a los rebeldes en las montañas de Nafusa, al suroeste de Trípoli. Según el periódico francés, una gran cantidad de lanzacohetes, rifles de asalto, ametralladoras y misiles cayeron en paracaídas sobre un territorio en el que desde hace semanas se desarrollan los combates entre fuerzas gadafistas y opositoras.
- Foreign and Commonwealth Office
El portavoz del ejército francés, Thierry Buckard, no tardó en responder. Justificó la intervención en tanto que se hizo «en defensa de la población civil y ante la constatación de una agravación de la situación humanitaria en la zona». El ministro de Exteriores francés, Alain Juppé, fue más lejos. Corroboró las palabras de Buckard y añadió: «La población civil era muy vulnerable y por eso se lanzaron en paracaídas comida, medicina, y también armas para la defensa propia». Además, recordó que si bien la resolución 1970 del Consejo de Seguridad de la ONU, aprobada en febrero, prohibía suministrar armamento de ningún tipo, la 1973, firmada un mes después por Naciones Unidas, autorizaba a «tomar cuantas medidas fuesen necesarias» para proteger a la población civil.
El gobierno de Rusia no se tomó bien las noticias llegadas de Francia. El 30 de junio un visiblemente molesto ministro de Exteriores pidió explicaciones de lo ocurrido a su homólogo galo, con quien precisamente debía reunirse en San Petesburgo el día siguiente. «Se trataría de una grave violación de la resolución 1970 de la ONU, la cual imponía un embargo sobre la venta de armas a Libia», dijo el ministro Serguei Lavrov. Tras el encuentro oficial, ambos políticos anunciaron, en una rueda de prensa conjunta, que de ahora en adelante no permitirían «puntos poco claros» en documentos internacionales. Aún así, Juppé apuntó que los epígrafes 4 de ambas resoluciones de la ONU amparaban la intervención francesa. Y Lavrov matizó: «El punto cuarto de la resolución 1973 permite a quien sea hacer cualquier cosa».
El 30 de junio, Lavrov, ministro de Exteriores ruso, pidió explicaciones a Francia por las armas lanzadas sobre Nafusa
Si bien no vetó la resolución 1973, Rusia sí ha criticado durante los últimos meses la misión de la OTAN, a la que ha acusado en repetidas ocasiones de actuar fuera del alcance de los mandatos de Naciones Unidas. Este incidente supone un palo más en la rueda de los intereses de Francia y Reino Unido, cuya propuesta de resolución de condena a las agresiones contra la población civil de Bachar al Assad en Siria se topó desde el principio con el rechazo de Moscú, aliado del gobierno de Damasco. La ingeniería diplomática se afana en que Rusia o China, opuesta también al borrador presentado y apoyado por la mayoría de Estados europeos, no ejerzan su derecho al veto en una resolución cuya ausencia por el momento levanta cada día más críticas entre víctimas y simpatizantes de la causa siria.
La Unión Africana pide diálogo
Por otra parte, la Unión Africana (UA), que engloba a 53 Estados del continente, llamó a los países miembros a no secundar la orden de arresto contra Muamar Gadafi, su hijo y el jefe de la Inteligencia libia emitida por el Tribunal Penal Internacional de la Haya. Para la UA, ejecutar esta resolución dificultaría los esfuerzos africanos para encontrar una solución política a la situación en Libia. Además, el presidente de la Unión, Jean Ping, acusó al Tribunal de La Haya de actuar de forma «discriminatoria» al obviar los crímenes cometidos por Occidente en países como Iraq, Afganistán y Pakistán.
DECLARACIONES SOBRE EL TERRENO
GADAFI
«Los libios son capaces de llevar un día esta batalla a Europa, hacia sus oficinas, sus hogares y sus familias, que se convertirían en objetivos militares legítimos tal y como ellos han hecho con los nuestros». Muammar el Gadafi, líder libio.
FRANCIA
«Estamos exactamente dentro del marco de las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU y de nuestros socios de la OTAN, a quienes informamos de nuestra actuación. Todos los medios son buenos para proteger a la población libia». Alain Juppé, ministro de Exteriores de Francia.
DIÁLOGO
«Es bueno que la hoja de ruta de la Unión Africana permita reunirse a todas las partes y alcanzar una solución». Bashir Saleh, jefe de gabinete de Gadafi.
Fuente: http://www.diagonalperiodico.net/La-resolucion-1973-de-la-ONU.html