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Fuego en Siria (II)

La respuesta del régimen

Fuentes: Al-Ajbar (edición en lengua inglesa)

Traducción para Rebelión de Loles Oliván.

La confusión entre la oposición siria es tal que todo lo invade. Las facciones están enfrentadas políticamente, comercian con acusaciones de traición a la patria y con la incompetencia. Su preocupación por aparecer en medios de comunicación irrelevantes persiste en medio de las denuncias de malversación de «fondos de la revolución». Mientras tanto, los capitales extranjeros y los supuestos think tanks que se han empeñado en unificar a la oposición siria expresan su creciente exasperación por el carácter esquivo de su tarea.

Los líderes políticos y los medios de comunicación que hablan en nombre de la oposición siguen contando con -y trabajando por- la intervención extranjera para que resuelva la situación con determinación.

Eso deja a la oposición del interior de Siria a su suerte, aunque también está demasiado dividida. Unos quieren un enfrentamiento pase lo que pase dado que no se puede cambiar el régimen pacíficamente. Otros, no la mayoría, argumentan que sería posible llegar a una solución provisional a fin de evitar que Siria en su totalidad quede envuelta en sangre y fuego.

La confusión no se limita a la política. Afecta a las facciones de la oposición armada tanto como a los grupos políticos. Una parte importante de la oposición dentro de Siria rechaza la militarización a pesar de que hace tiempo que decidió no condenar a quienes recurren a tomar las armas. Ahora bien, esas figuras y grupos se quejan de que es imposible crear un marco en el que todos los grupos armados cedan ante la autoridad política de una sola dirección -especialmente con la entrada en escena de los grupos extremistas que traen consigo gran cantidad de experiencias sangrientas de Afganistán y Pakistán, o de África del Norte e Iraq.

Si antaño se les conocía colectivamente como los «árabes afganos», a estos grupos se les denomina ahora «combatientes árabes» en Siria. Funcionan de acuerdo con su propia estructura jerárquica. Copian el modus operandi ideado por la dirección de Al-Qaida que posteriormente ha pasado a ser propiedad pública a disposición de cualquiera que lo desee. Se basa en proporcionar hombres que quieran sacrificarse por objetivos que creen que agradan al Todopoderoso mientras se les suministra lo que necesiten por medios diversos disponibles en todo el mundo, especialmente en nuestra región.

Las acciones de estos grupos y las masacres sectarias que han cometido en varias partes de Siria han consternado a un amplio sector de la oposición: los que han «vuelto a casa», o los que han perdido la confianza en la dirección que ha tomado lo que comenzó siendo una verdadera lucha para mejorar las condiciones políticas, económicas, humanas y sociales del país.

La oposición culpa rutinariamente de todos los actos de violencia al régimen. El régimen y sus agencias no son inocentes. Sus fuerzas de seguridad y del ejército cometen delitos en el curso de la represión de sus opositores civiles o paramilitares. Sin embargo, las cosas han llegado a tal punto que algunos partidarios de la oposición quieren que se restablezca la estabilidad. Ello no significa aceptar que se restaure el statu quo ante. Significa no permitir más que un justificado levantamiento popular se utilice para someter a Siria a un proceso de destrucción al por mayor -destrucción que también beneficia a la poderosa línea dura de la élite de la seguridad y del ejército.

Mientras los enemigos sirios árabes y occidentales del régimen de Assad se preparan para iniciar una nueva etapa del sangriento enfrentamiento, las autoridades sirias han estado reflexionando sobre sus propios planes para una confrontación militar global. El objetivo en esta ocasión no será únicamente evitar la creación de concentraciones o enclaves armados de la oposición sino «destruir a todos los grupos armados, cualquiera que sea su naturaleza o identidad».

Esta es la noción extendida en el ejército sirio y en los círculos de la seguridad, de acuerdo con fuentes en contacto con ellos. «El fundamento y la motivación para lanzar operaciones de limpieza al por mayor aumentan cada día», afirman. «Repetir lo de libertad para todo de los observadores de la ONU que vinieron con los observadores árabes sólo abriría la puerta a un mayor deterioro y derramamiento de sangre».

Según lo ve Damasco, la diferencia ahora es que «la mayoría de los grupos armados de línea dura han pasado a ser dirigidos por no sirios y las agencias de inteligencia extranjeras que operan con ellos actúan como si estuvieran dispuestos a destruir todo Siria -no sólo la orientación del ejército y las fuerzas de seguridad, sino todas las instalaciones públicas civiles con el pretexto de que pertenecen al régimen, y al mismo tiempo aumentar las tensiones sectarias a través de actos de delincuencia itinerante».

Fuentes familiarizadas con el modo de razonar de Damasco no niegan la participación de leales al régimen en crímenes sectarios. Pero creen que la intención es «lograr golpes que cambien la imagen de toda la escena, militar, política y popular».

Parecería que el actual enfoque de la actividad de la seguridad se sitúa alrededor de Damasco, donde se ha ordenado una operación de barrido con el objetivo de reducir la actividad rebelde en el interior de la capital hasta la frontera libanesa. Ello a su vez refleja una decisión de alto nivel para que se tomen todas las medidas necesarias durante un período indeterminado a fin de eliminar cualquier «amenaza desde el oeste».

Fuentes informadas explican que lo que se está considerando es un «gran número de bastas operaciones en el área de las fronteras libanesas contra todos los sitios utilizados por los opositores, incluso aunque ello signifique dirigir ataques a las fuerzas que operan directamente en la frontera, incluyendo posiblemente los grupos libaneses que les apoyan». El mensaje es que mientras los libaneses sean incapaces de evitar que sectores de su país se conviertan en refugio para los rebeldes armados, las autoridades sirias actuarán para neutralizar esas zonas.

Además de perseguir el objetivo de despejar Homs y su zona de influencia de los enclaves armados y células de la oposición, se están tomando medidas contra las concentraciones de combatientes de la oposición en otros lugares, en especial en bases y lugares de entrenamiento en las proximidades de las fronteras turca, iraquí y jordana. El ejército sirio parece haber emprendido una campaña descrita como «extremadamente dura» cuyo objetivo es «exterminar grupos enteros» de rebeldes.

La dirección siria ha estado coordinándose estrechamente con los dirigentes rusos sobre tales asuntos. Según fuentes bien informadas, puede que Moscú haya intervenido incluso para bloquear la ejecución de algunas órdenes militares después de haber sido emitidas. Pero ello ocurrió en el contexto de sus iniciativas para fortalecer su intervención diplomática. No se espera que Rusia se interponga en el camino de las autoridades sirias cuando se embarquen en acciones que podrían ser de orden diferente a lo que hemos visto hasta ahora.

 

Fuente original: http://english.al-akhbar.com/content/fire-syria-ii-regime%E2%80%99s-response