Reina mucha opacidad sobre las motivaciones reales de los policías que, el 5 de septiembre, echaron de su puesto al militar que dirige la Guardia Nacional. Solo una cosa está clara: se trataba para ellos poner en cuestión la supremacía del ejército. El discurso del 6 de septiembre Es la primera vez que el actual […]
Reina mucha opacidad sobre las motivaciones reales de los policías que, el 5 de septiembre, echaron de su puesto al militar que dirige la Guardia Nacional. Solo una cosa está clara: se trataba para ellos poner en cuestión la supremacía del ejército.
El discurso del 6 de septiembre
Es la primera vez que el actual Primer Ministro hace un discurso teniendo a su lado al jefe de estado mayor del ejército, que es el símbolo de las herramientas de represión en Túnez. Han querido, sin duda, que la población dedujera de ello que la situación de seguridad del país era grave, hasta el punto de haber conflictos entre los cuerpos de represión. Béji Caid Essebi no ha dudado en hablar de «rebelión», así como de «putsch» y de «golpe de estado» en el seno de la policía. Esto le ha permitido luego anunciar su voluntad de hacer un uso riguroso del decreto de enero de 1978 que permite encarcelar a personas sin recurrir a los tribunales, así como prohibir toda manifestación, concentración, huelga, etc.
El objetivo del poder es ciertamente preparar el terreno a la posibilidad de imponer un régimen represivo, militaro-policial-burocrático frente a dos escenarios posibles:
una situación comparable a la de la Argelia de después de la victoria electoral de los islamistas en 1991. una aceleración del descontento social y un comienzo de rechazo del viejo y arrogante Primer Ministro.
De paso, Essebsi ha perdido su sangre fría. Ha tratado a los policías rebeldes de monos, y ha anunciado la prohibición de su sindicato. De hecho, se ha cubierto de ridículo: justo después de su discurso, su coche ha sido saqueado por policías concentrados ante la sede del gobierno.
Las concentraciones de policías
Tras el discurso del Primer Ministro, se han organizado por parte de policías, durante varios días, concentraciones ante el Ministerio del Interior. Más allá de la protesta contra las declaraciones injuriosas de Essebsi, su actitud se explica sin duda por la combinación de varios factores.
Primero, como muchos asalariados, numerosos policías están en una situación cercana a la pobreza. Simultáneamente, se sienten odiados por la población pues están desde hace años en primera línea en la confrontación directa con todo lo que se mueve.
Luego, numerosos policías desean librarse de responsables formados bajo Ben Ali por los Estados Unidos y Francia.
Finalmente, nostálgicos de Ben Ali han sabido ciertamente explotar su malestar, en particular policías que tienen problemas con la justicia por sus actividades pasadas.
Las elecciones del 23 de octubre
No hay que hacerse ilusiones sobre las elecciones a la Asamblea Constituyente: la prensa y la magistratura no son independientes, la influencia del dinero de los capitalistas tunecinos y extranjeros es considerable.
La Asamblea Constituyente será controlada por partidos que no se oponen al capitalismo internacional. Tendrá una orientación cercana a la de los gobiernos de Turquía y de Qatar y mantendrá buenas relaciones con los Estados Unidos y Francia. En tiempos de Ben Alí, teníamos un gobierno policial de un solo color político que aplicaba una política neoliberal. Tras las elecciones tendremos un gobierno que aplicará la misma política económica, pero con varios colores políticos: conservadores religiosos, políticos de derechas, social-liberales, etc.
Frente a los partidos que quieren acabar con la legitimidad revolucionaria en beneficio de una pretendida legitimidad institucional, es importante afirmar la primacía de la legitimidad revolucionaria y de la lucha.
La LGO había llamado por esta razón a la formación de un frente antiliberal y antiimperialista. Se ha dirigido esencialmente a los componentes de la izquierda que habían participado en el Frente del 14 de enero, así como a fuerzas más pequeñas. Pero el sectarismo y el narcisismo de unos, así como la tentación de alianzas con el centro izquierda de los demás han hecho fracasar este proyecto. La LGO estará pues sola en esta campaña con el doble handicap de ser una organización pequeña y no haber obtenido su visado. Participará sin embargo en estas elecciones en tres circunscripciones de 24 por medio de la lista independiente «¡Continuemos la revolución!».
Ahlem Belhadj, Nizar Amami et Jalel Ben Brik son responsables de la Liga de la Izquierda Obrera (LGO).
http://www.npa2009.org/content/tunisie-la-r%C3%A9volution-mise-en-p%C3%A9ril
Traducción: Faustino Eguberri para VIENTO SUR