En el mes de julio, un grupo de personas de la Asociación Andaluza por la Solidaridad y la Paz (ASPA) hemos viajado al Sáhara Occidental. Entre los objetivos de este viaje estaban el tener una aproximación a la realidad que está viviendo el pueblo saharaui en los territorios ocupados. Hemos visto la ocupación […]
En el mes de julio, un grupo de personas de la Asociación Andaluza por la Solidaridad y la Paz (ASPA) hemos viajado al Sáhara Occidental. Entre los objetivos de este viaje estaban el tener una aproximación a la realidad que está viviendo el pueblo saharaui en los territorios ocupados.
Hemos visto la ocupación en el sentido más amplio y dramático. En cada ciudad hay dos controles policiales antes de entrar y dos al salir. Hemos contado más de 50 controles desde el norte, ya en ciudades como Guelmin y Tan Tan hasta Dajla. Los uniformados paran y piden el pasaporte, no sólo fuera sino también dentro de la ciudad, y la ficha donde se registran datos como la profesión, domicilio, etc.. Comunican por teléfono nuestros datos. Hay un absoluto control de los visitantes y un interés en dejar claro que estás vigilad@, que no eres bien recibid@, que cuanto antes te vayas mejor.
Así nada más entrar en las ciudades te siguen a corta distancia ya sea en vehículo, moto o a pie. Mires a donde mires hay varias sombras detrás de ti como en la peor película de cine negro. Si visitas alguna asociación, aunque estén legalmente constituidas, en medio de la reunión se instalan dos o tres policías de paisano y anotan tus datos y todo lo que quieran.
Hemos podido comprobar que la situación que vive del pueblo saharaui es de total asedio y represión. No pueden moverse con libertad en las calles de sus propias ciudades, no están seguros en sus casas, en cualquier momento pueden entrar, registrarla y detenerlos. No pueden constituirse en asociaciones que no estén absolutamente controladas por Marruecos. No pueden estudiar su cultura en las escuelas porque no hay profesorado saharaui. Si van a los hospitales, o no les atienden o esta atención es manifiestamente deplorable, con lo que deben acudir -quien pueda pagarla-, a la sanidad privada, que tampoco es atendida por saharauis, con lo que no tienen garantía alguna.
Furgones policiales con 14 o 15 policías de paisano toman las calles -lo hemos visto en Smara y Dajla, más ocultos en El Aaiún, pero presentes también. Las ciudades están llenas de cuarteles militares y el verde de los uniformes es el color predominante en este paisaje.
También hemos podido ver como los colonos marroquíes viven en poblados construidos especialmente para ellos. En viviendas adosadas y reciben una cantidad determinada de carne, aceite, azúcar y otros productos de primera necesidad totalmente gratis, además de no tener que pagar ni agua ni luz.
Detienen a adolescentes, incluso a niños y niñas pequeños, uno de nuestros amigos nos mostraba fotos de su hijo con el brazo partido y un ojo inflamado y otros signos de violencia en piernas y cuerpo propinados por la policía marroquí. Las mujeres que están participando de una manera muy activa en la intifada, también sufren las detenciones y la violencia.
Hemos oído de boca de sus protagonistas los testimonios más crudos de tortura sufridos por defender los derechos humanos más elementales y por denunciar la tortura pública propinada a presos políticos, delante de los demás presos; las condiciones infrahumanas dentro de las prisiones: alimentación insuficiente y de pésima calidad; la masificación que impide a los presos poder disponer del más mínimo espacio para poder estar; la insalubridad. Hay fotos en Internet tomadas gracias a que los propios presos saharauis, sobornando a los funcionarios marroquíes, han podido sacar a la luz pública.
Los heridos de las manifestaciones que son llevados a los hospitales, son inyectados con no se sabe qué sustancias y detenidos aunque estén inconscientes. Cuando sus familiares preguntan por ellos no les dan información y así continúan produciéndose desapariciones de jóvenes saharauis. Las mujeres que visitan a sus familiares en prisión son humilladas y vejadas por los funcionarios.
Hemos conversado con Mohamed Daddach -«El Mandela del Sáhara», preso durante 24 años en cárceles marroquíes, 14 de ellos esperando que cualquiera de esos días fuese el último de su vida. Hemos conversado con quiénes están bajo el débil -en Marruecos- paraguas protector de Amnistía Internacional: Brahim Dahan, H’mad Hammad. Gente que lleva años luchando calladamente, apoyando a una población acosada y asediada.
Queremos transmitiros lo esencial de sus mensajes:
Muestran su enorme agradecimiento a las familias que acogen a los niños y niñas de los campamentos de refugiados de Tinduf y, en general, al pueblo español por su apoyo.
Agradecen a las asociaciones de Amigos del Pueblo Saharaui los años de lucha y apoyo y les piden que no cejen en este compromiso. A pesar del tiempo en contra.
Denuncian al Instituto Cervantes por la nula atención prestada a la demanda de estudiar el español por parte de la población saharaui. No ya en los territorios ocupados, sino también en los campamentos de refugiados.
Denuncian la tortura, las desapariciones, las violaciones de los derechos humanos, en general, por parte del Estado de Marruecos para con la población saharaui del Sáhara ocupado. En palabras de uno de nuestros amigos, poeta: Marruecos canta una canción que no tiene ritmo porque hablan de que son una democracia y lo que hace con el pueblo saharaui, no tiene cabida en ninguna democracia, porque son hechos propios de una dictadura.
Denuncian como las fuerzas de las Naciones Unidas para el Sáhara Occidental: la MINURSO están ahí de vacaciones, en buenos hoteles, con vehículos buenos y en las playas del Aiun, no visitan a los presos y miran a otro lado cuando se producen violaciones de los DDHH tan flagrantes como las denunciadas por Amnistía Internacional.
Denuncian la postura del gobierno español que está sometido a los vaivenes de lapolítica interesada del rey Mohamed VI. En este sentido piden al gobierno Zapatero un compromiso claro de apoyo a lo que quiere todo el pueblo saharaui: la celebración del referéndum. Recuerdan al Rey Juan Carlos que tiene la obligación de reparar el daño y el crimen causados en 1975 cuando promovió la firma del acuerdo Tripartito, que tanto sufrimiento ha traído al pueblo saharaui y tanta vergüenza ha provocado entre el pueblo español.
Denuncian el expolio de recursos naturales (recursos pesqueros, fosfatos, arena) llevado a cabo, en muchas ocasiones, por empresas españolas como la atunera Calvo que extrae toneladas de pescado en negocios con Marruecos.
Piden el apoyo de las asociaciones para que presionen al gobierno de Marruecos a dejar en libertad a los presos políticos saharauis.