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Entrevista a Leonard Weinglass, el abogado estadounidense de los Cinco Héroes cubanos

‘La sociedad se ha tornado más punitiva’

Fuentes: The Guardian

Traducido por Juana Vera, del Equipo de Traductores de Cubadebate y Rebelión

Durante 40 años, Leonard Weinglass ha sido abogado de la defensa en algunos de los juicios más espectaculares de los Estados Unidos como cuando representó a los Ocho de Chicago, a los secuestradores de Patty Hearst y al hombre que ayudó a defenestrar al Presidente Nixon. Ahora le cuenta a Duncan Campbell por qué el caso que lleva actualmente de los Cinco Cubanos demuestra hasta qué punto en los EE.UU. la política está haciendo zozobrar al sistema judicial.

Este mes comenzarán a aparecer una serie de vallas en ciudades de los EE.UU. que informarán a los transeúntes acerca de cinco prisioneros que cumplen condena, incluso cadena perpetua, en cárceles de ese país. Aunque los Cinco Cubanos, como se les conoce, son héroes en su país y en parte de la América Latina, son prácticamente desconocidos en el país donde guardan prisión. Pronto deberán comparecer de nuevo ante los tribunales y su abogado, Leonard Weinglass estima que el caso debe ser tan famoso como cualquier juicio político celebrado en los Estados Unidos en las últimas cuatro décadas.

Weinglass debe saber lo que dice. De hecho, si se quiere entender la política de los Estados Unidos en las últimas cuatro décadas no hay más que estudiar los expedientes de este abogado neoyorkino de hablar discreto cuya tarea es justamente defenderlos y liberarlos. Desde los Ocho de Chicago hasta Jane Fonda, de Angela Davis a los secuestradores de Patty Hearst, de Daniel Ellsberg a Amy Carter, Weinglass ha representado acusados en muchos de los más espectaculares dramas de la vida real desarrollados ante los tribunales.

Weinglass se encuentra en Londres para reunirse con parlamentarios británicos y crear conciencia sobre los Cinco Cubanos, una historia a la que no se le ha dado cobertura en los EE.UU. Los cinco jóvenes cubanos, que habían penetrado a grupos opuestos a Castro en Miami que planeaban llevar a cabo sabotajes contra Cuba, fueron condenados por conspirar para cometer espionaje en el 2001. Weinglass considera que son víctimas de una grave injusticia y que un tribunal no es más que un termómetro que mide la salud política de un país.

El juicio de los Ocho de Chicago, que protestaban contra la guerra en Vietnam a raíz de los disturbios en la convención del partido Demócrata en 1968, fue el que lanzó a Weinglass a la luz pública en el ámbito jurídico. Entre los acusados se encontraban Abbie «llévate este libro» Hoffman; Tom Hayden, activista político que luego fue congresista Demócrata; y Bobby Seale, quien apareció en la sala del tribunal esposado y con la boca sellada con cinta adhesiva. El juicio es el tema de la próxima película de Steven Spielberg. Algunos años más tarde Weinglass defendió a Daniel Ellsberg, que en 1971 filtró los papeles del Pentágono sobre la historia oculta de la guerra de Vietnam, que desempeñaron un importante papel en la caída del Presidente Nixon. Él se ha mantenido en contacto con muchos de sus antiguos clientes.

«El verano pasado, Dan Ellsberg, Tom Hayden y yo conversamos en una comunidad al este de Vancouver fundada por un grupo de rusos a quienes Tolstoy les pagó el viaje hasta allí en la época del Zar porque habían arrojado sus armas y las habían quemado en una hoguera ceremonial», cuenta Weinglass. «Durante la guerra de Vietnam, ellos acogieron a estadounidenses opuestos a la guerra y todavía ayudan a los soldados que se niegan a combatir en la guerra de Iraq, que son los que vienen ahora».

Lo que asombra a Weinglass es que el caso que le ocupa en la actualidad haya recibido tan poca atención de los principales medios de difusión de los Estados Unidos. «La cobertura es muy poca, excepto en los medios de izquierda o la prensa latina. Yo estuve en el programa de Wolf Blitzer en la CNN hace unos seis meses y después recibí muchas llamadas de personas conmovidas de escuchar el caso por primera vez. Resulta inexplicable. Estamos ante el juicio más largo que se hubiera hecho en el país hasta ese momento, donde un almirante estadounidense, un asesor presidencial, y Generales cubanos, dieron testimonio en un juicio criminal que abarcó 40 años de historia de las relaciones entre Cuba y los Estados Unidos; y no tuvo cobertura de prensa».

Él establece un paralelo entre el caso de los cubanos y el de Ellsberg. «En el caso de Dan, el proceso jurídico tenía que examinar 40 años de historia entre los EE.UU. y Vietnam, de manera que ambos casos son el resultado del fracaso de la política exterior de los EE.UU. y la respuesta a esos fracasos, que es algo raro en cuanto a procedimientos jurídicos. La mayor parte de los casos son bidimensionales, es decir, ¿qué ocurrió y quién lo hizo? En estos casos existe una tercera dimensión, ¿por qué? Esto le imprime su contenido político».

El juicio se inició inmediatamente después del caso de Elián Gonzalez, el niño náufrago que finalmente fue devuelto a su padre en Cuba. «Unos tres meses antes de que empezara el juicio, había cien mil personas en las calles protestando contra el regreso de Elián. En Miami reinan el temor y la intimidación. Algunas de las personas elegidas para prestar servicios en el jurado decían que creían poder ser justas, pero temían por sus familias si emitían un veredicto inaceptable para la comunidad de exiliados cubanos en Miami. Un banquero dijo que temía perder su negocio. Al presidente del jurado se le pregunto acerca de Cuba y respondió que se trataba de ‘una dictadura comunista y me hará feliz que sea derrocada’.

Weinglass redactó las instrucciones del juicio de Angela Davis, la radical negra juzgada por asesinato en 1972. A diferencia de los cubanos, ella fue absuelta. «En el caso de Angela, se trataba de un jurado compuesto en su totalidad por blancos que juzgaban a una mujer negra, miembro del Partido Comunista, por el asesinato de un juez en una comunidad rural de California. Ella fue defendida por un excelente equipo de abogados afro-norteamericanos, pues se tomó la decisión acertada de que todo el equipo fuera de color, pero a mí me tocó redactar las instrucciones. El asunto era si ella podía ser absuelta sin testificar. Ellos temían que si testificaba la fiscalía la arrastrara al tema de sus asociados políticos algo que ella no revelaría públicamente. De manera que corrió el riesgo de una condena a cadena perpetua antes que revelar sus asociaciones políticas. Pienso que ella ganó, en buena medida, porque el mundo entero estaba atento al juicio.

«En el caso de los Cinco Cubanos, hubo manifestaciones frente al tribunal, gente que exhibía horcas mientras pedía que se colgara a los cinco, comentarios editoriales en la prensa local afirmando que este sería el primer paso para eliminar a Fidel Castro, al tiempo que reclamaban el enjuiciamiento de Castro luego de un ataque contra Cuba, similar al caso de Noriega. El ambiente era más hostil en el caso de los Cinco Cubanos. Pienso que Angela fue salvada por la comunidad internacional y la red de apoyo nacional que los Cinco no tuvieron».

¿Qué ha cambiado en el tiempo transcurrido desde que los Ocho de Chicago, Ellsberg y Davis fueron absueltos? «La sociedad se ha tornado mucho más punitiva y el sistema es un reflejo de ello. La Asamblea General de la ONU contempló la prohibición de la cadena perpetua para juveniles –menores de 18 años– y la votación fue de 185 a favor de la prohibición, y un solo voto en contra, el de los Estados Unidos. Ello ocurrió porque nosotros tenemos 2 300 menores cumpliendo cadena perpetua, incluso algunos de 13 años. Esto no se debate en los EE.UU. En la década de 1960, una cadena perpetua significaba que pasados 24 años el reo tenía posibilidad de salir bajo palabra, y después de 34 años debía ser liberado. Durante el gobierno de Clinton se eliminó esta posibilidad. Si recibes cadena perpetua, te quedas en prisión hasta que te mueras.

«Cuando yo argumenté la apelación de los Ocho de Chicago, el tribunal reservó dos días para el argumento mientras que cuando se argumentó el caso de los Cinco Cubanos, los cinco recibieron un total de 15 minutos, de manera que dispuse de tres minutos para discutir la sentencia de cadena perpetua de mi cliente. Esto se califica de eficiencia judicial, pero desde luego atenta contra los derechos del acusado. De suerte que el sistema funciona con mayor celeridad y un espíritu más punitivo, y no hay posibilidad de llevar esto a ninguna parte. Ahora tenemos profesores liberales distinguidos como Alan Dershowitz de Harvard que piden a los tribunales emitir órdenes a favor de la tortura y un fiscal general que se niega a admitir que meter la cabeza de un preso en agua es tortura. Ni siquiera un tema tan fundamental como la tortura se puede discutir a fondo en los EE.UU.».

¿Por qué este cambio en el ambiente? «Pienso que es una reacción a la década de 1960, a lo que la mayoría consideró una etapa demasiado tolerante, que estuvo seguida de un abrupto aumento de los delitos y luego de una reacción de venganza, que es donde estamos todavía. En los años ’60 había unos 700 mil reclusos y 600 esperaban en el corredor de la muerte. En estos momentos hay 2 millones de presos y 3,200 en el corredor de la muerte». Él también considera que los veredictos reflejan el estado de ánimo de la opinión pública. «Los Ocho de Chicago tenían razón en cuanto a la guerra y el racismo. Dan Ellsberg tenía razón sobre la guerra de Vietnam. Angela era evidentemente inocente y fue procesada en el momento cumbre de la lucha por la liberación de los negros en los EE.UU.».

Uno de los casos más conocidos de Weinglass fue el de Emily y Bill Harris por el secuestro de Patty Hearst en 1974. Ellos fueron condenados, pero Weinglass considera que se les hizo un juicio justo. «Fue un secuestro sensacional. Se pagó el mayor rescate y el padre tuvo que utilizar varios millones de dólares en comprar comida para los pobres». Es notable que los Harrises fueran liberados en diez años. ¿Por qué? «Digamos que se beneficiaron de la influencia de la familia Hearst que no quiso que su hija diera testimonio en el juicio».

Aparentemente, la biografía de Weinglass publicada en Wikipedia fue redactada por un derechista, pues sugiere que fue asesor del gobierno de Hanoi, lo cual es falso. «Yo creo que es risible», dice, «pues no me imagino que alguien pueda creer que se trata de una fuente honesta». Él sí defendió a Jane Fonda después que ella viajó a Hanoi e hizo transmisiones dirigidas a los pilotos estadounidenses que bombardeaban la ciudad pidiéndoles que pensaran en las consecuencias de lo que hacían. Hubo un llamado a que se le acusara de traición y el Comité de la Cámara de Representantes sobre Actividades contra los EE.UU. la obligó a testificar. «Yo trabajé con un grupo de abogados que pensaban que debíamos hacer una demanda judicial para contrarrestar eso, pero después de hablar con Jane decidimos asumir un derrotero totalmente diferente: ella agradecería públicamente al Comité por citarla a testificar y diría que estaba dispuesta a hacerlo. La estrategia fue correcta. El Comité se reunión y retiró la citación. Temieron que Jane testificara, así que no la acusaron».

Otra clienta fue Amy Carter, hija del ex Presidente, arrestada en 1987 con otras 15 personas por ocupar un edificio de la universidad utilizado por la CIA para el reclutamiento durante la guerra lanzada por los Contras contra los Sandinistas en Nicaragua. Los estudiantes fueron acusados de trasgresión criminal. «Empleamos la defensa de justificación y necesidad que establece que ‘sí, cometí el delito pero debo ser excusado porque lo hice para impedir un mal mayor’. Un jurado conservador de Massachussets la absolvió, lo cual resultó una maravillosa victoria».

En la actualidad Weinglass también tiene el caso de Kurt Stand y su esposa Theresa Squillacote, encarcelados hace una década por intento de espionaje (a favor de la antigua Alemania del este) y de obtener información de defensa nacional «para ser utilizada en contra de los Estados unidos». El FBI alambró todas las habitaciones de la casa de los Stands y utilizó lo que escuchó para informar a un psicólogo que entonces preparó a un agente encubierto para penetrar a la familia. «Es tremenda historia», dice Weinglass. «La mayoría de los norteamericanos no creería que el FBI graba conversaciones de alcoba y se las lleva a los sicólogos para entrenar a un agente encubierto para traicionar a una familia».

Cada caso, nos dice, trae su cuota de «sufrimiento y satisfacción». Ahora, a los 74 años, no ve razón para detenerse. «En mi caso, una llamada telefónica típica empieza por ‘usted es el quinto abogado al que llamo’. Esto despierta mi interés».

La historia de los Cinco Cubanos

Tres de los Cinco Cubanos cumplen condenas de cadena perpetua, los otros cumplen 19 y 15 años, luego de haber sido hallados culpable en un tribunal federal de los EE.UU. en Miami el 8 de junio del 2001. Ellos son Gerardo Hernández, Ramon Labañino, Antonio Guerrero, Fernando Gonzalez y Rene Gonzalez. Todos fueron acusados de espionaje. Su defensa fue que todos estaban empeñados en penetrar y observar a los grupos opuestos a Castro, basificados en Miami, para evitar ataques terroristas contra Cuba. Estas organizaciones han lanzado varios ataques contra la isla durante años. Los Cinco aseguraban que 3 000 personas habían muerto debido a estos ataques.

El juicio de siete meses empezó en noviembre del 2000 en una atmósfera hostil pero las mociones de los abogados de la defensa en favor de un cambio de sede fueron denegadas. En el 2005, un panel de tres jueces del tribunal de apelaciones del circuito correspondiente anuló las condenas y ordenó la celebración de un nuevo juicio fuera de Miami. Esta decisión fue revertida por un panel de 12 jueces. Quedan nueve puntos en la apelación que deberán ser respondidos en breve por un panel de tres jueces.

Guardian Unlimited/ Guardian News and Media Limited 2008

Fuente: http://www.guardian.co.uk/usa/story/0,,2237565,00.html