Traducido del inglés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos
África sigue siendo un territorio clave en el tablero global del siglo XXI. Este continente rico en petróleo y recursos tiene una posición estratégica.
El África subsahariana alberga a seis de las diez economías que más rápido crecen del mundo. El norte de África cuenta con vastas reservas de petróleo y gas natural, el Sáhara contiene el mineral nuclear más estratégico y en el continente abundan recursos como el coltán, el oro, y el cobre, entre otros muchos. Sin embargo, a pesar de su posición y de sus recursos, el conflicto y el caos se han extendido por todo el continente. En el centro de esta confusión hay un territorio estratégico, el Sahel.
La región situada entre el Sáhara al norte y la sabana al sur se ha convertido en un importante nuevo frente de la llamada guerra contra el terrorismo.
Pero, ¿acaso el relato oficial de la lucha contra el terrorismo oculta una batalla más amplia? ¿Han comenzado ya las guerras del siglo XXI por los recursos?
«Lo que estamos viviendo actualmente se puede describir como ‘una nueva pelea por África'», afirma Jean Batou, profesor de Historia de la Universidad de Lausanne.
«Quien controle Mali controla África occidental»
En el centro de la turbulenta región del Sahel se encuentra la nación de Mali, una de las más pobres del mundo. Hay un desempleo galopante y la mayoría de las personas sobrevive de forma precaria.
Sin embargo, en el siglo XIII el Imperio de Mali se extendía por gran parte de África Occidental y era extraordinariamente rico y poderoso. El marfil y el oro lo convirtieron en una encrucijada fundamental para el comercio global de la época. Pero esos recursos llevan a inevitablemente conquistas.
«Somos la transición entre el norte de África y el África que llega al océano y las selvas. Esto nos proporciona una importante posición estratégica: quien controle Mali controla África Occidental, si no toda África, esa es la razón de que esta zona sea tan codiciada», afirma Doulaye Konate, de la Asociación de Historiadores Africanos.
Las potencias imperialistas europeas desvelaron sus planes para colonizar Mali y el resto de África en la Conferencia de Berlín de 1885. Gran Bretaña, Bélgica, Portugal, España Alemania, Italia y Francia obtuvieron cada una su parte.
«La llegada de la colonización nos destrozó. Fue como un corte, casi como una operación quirúrgica», afirma Konate.
El Imperio colonial francés se extendió por gran parte de África Occidental y Septentrional, aunque a finales de la década de 1950 los vientos de libertad empezaron a soplar por toda África y Francia iba a perder sus colonias.
Pero la euforia de la independencia duró poco. Francia mantuvo sus tropas, sus bases y su influencia política en sus antiguas colonias: había nacido la política de «Françafrique» (*).
«Francia fue el perro guardián de África, que defendía a Occidente en la zona», afirma Antoine Glaser, autor del libro AfricaFrance .
Estados Unidos y la amenaza del «terrorismo»
En la década de 1960 el descubrimiento de vastas reservas de petróleo en el Golfo de Guinea atrajo a un nuevo actor: Estados Unidos.
Estados Unidos hizo inversiones tanto militares como económicas en el continente africano y África se convirtió en un campo de batalla durante la Guerra Fría.
En 1992 Estados Unidos emprendió una llamada intervención humanitaria en el estratégico Cuerno de África. Envió 28.000 soldados a Somalia para ayudar a poner fin a una guerra civil. La operación acabó en un desastre dos años más tarde después de que varios soldados estadounidenses fueran capturados y asesinados. Las imágenes de sus cuerpos mutilados se emitieron en las televisiones de todo el mundo. Estados Unidos decidió retirarse.
En 2001 el atentado contra el World Trade Center reconfiguró la geopolítica mundial. Estados Unidos emprendió una guerra en Afganistán, una guerra que rápidamente se iba a extender mucho más lejos.
Unos meses después del 11 de septiembre Estados Unidos volvió al Cuerno de África con intención de permanecer ahí. Estableció su primera base militar en Yibuti.
«El Sahel desempeñó un papel fundamental para controlar el movimiento de armas, el movimiento de potenciales combatientes extranjeros y del crimen organizado», señala Rudolph Atallah, exdirector de la Oficina de la Lucha contra el Terrorismo en África, del Departamento de Defensa estadounidense.
El Mando África de Estados Unidos (AFRICOM)
Estados Unidos es el único país que ha dividido el mundo en sectores militares diferentes para vigilar y patrullar: NORTHCOM [Mando Norte], PACOM [Mando del Pacífico], SOUTHCOM [Mando del Sur], EUCOM [Mando Europeo], CENTCOM [Mando Central] y ahora AFRICOM.
AFRICOM se instaló en el contiene con los objetivos declarados de luchar contra el terrorismo y proporcionar asistencia humanitaria, y llevó a cabo maniobras militares en cada vez más países africanos.
El establecimiento de AFRICOM fue fundamental para consolidar los intereses estadounidenses en África.
Los estadounidenses querían establecer la sede central tanto de AFRICOM como de la CIA en Mali. El problema fue que los africanos adoptaron una postura común de rechazar el establecimiento de nuevas bases militares. Esta oposición obligó a Estados Unidos a establecer el mando de AFRICOM a miles de kilómetros, en Stuttgart, Alemania.
Muamar Gadafi: el «perro rabioso» de Oriente Próximo
El líder libio Muamar Gadafi encabezó la resistencia africana a AFRICOM.
El presidente estadounidense Ronald Reagan lo había calificado de «perro rabioso de Oriente Próximo» y había tratado de asesinarlo en 1986 bombardeando su palacio.
La independencia e influencia del líder libio provenían de las vastas reservas de petróleo, las mayores de África, que Gadafi había nacionalizado cuando tomó el poder.
Gadafi quería demostrar que África se podía desarrollar sin depender del sistema bancario occidental o del Fondo Monetario Internacional (FMI).
«Desde el inicio de su carrera política como líder Muamar Gadafi se opuso a la presencia militar extranjera en África. Una de las primeras cosas que hizo al llegar al poder en 1969 fue expulsar las bases militares británicas y estadounidenses en la propia Libia», explica Maximilian Forte, autor de Slouching Towards Sirte: Nato’s war on Libya and Africa.
Pero en marzo de 2011, cuando la Primavera Árabe se extendía por todo el Norte de África, Francia y Estados Unidos decidieron actuar. Fue la primera guerra de AFRICOM y su comandante en jefe fue el primer presidente afroestadounidense.
La caída de Gadafi produjo una onda expansiva que se iba a sentir mucho más allá de Libia.
«Por desgracia, no se controlaron demasiado bien las más de 40.000 armas de las que disponía Gadafi, así que rápidamente desaparecieron más de 35.000», afirma Atallah.
Algunas de las armas cayeron en manos de los rebeldes libios. Otras, incluidos misiles antitanques y antiaéreos, cayeron en manos de combatientes tuareg que habían luchado con Gadafi.
Los tuareg fuertemente armados formaron una nueva fuerza de combate, el MNLA, y emprendieron una ofensiva contra el gobierno de Bamako en enero de 2012.
Los tuareg y otras fuerzas rebeldes invadieron las principales ciudades del norte de Mali. A pesar de los años de adiestramiento y de los millones gastados, se hizo realidad el peor sueño de Occidente: se estableció en el norte de Mali un llamado Estado Islámico.
«Nadie creía que unos cientos de ‘combatientes yihadistas’ tomarían Bamako, una ciudad de tres millones de habitantes en la que no tenían una presencia significativa», señala Batou.
Pero el ejército francés envió rápidamente su ayuda a las unidades malienses. Se detuvo el avance rebelde y en solo dos semanas los franceses se hacían con el norte. El ejército francés aseguró haber matado a cientos de supuestos terroristas. La antigua potencia colonial se convertía en el salvador del país.
«El Dorado del Sahel»
A pesar del caos, las guerras y las revoluciones, los europeos, estadounidenses y chinos siguen teniendo un enorme interés por lo que podrían ser las mayores reservas de petróleo sin explorar del continente, «El Dorado del Sahel», que se extiende desde Mauritania a Argelia a través del norte de Mali.
No ha disminuido el interés de las principales empresas de energía estadounidenses por África. Las necesidades de Asia y Europa no dejan de aumentar. En las próximas décadas se esperan casi dos billones de dólares de inversiones en el petróleo y gas africanos.
«Todos sabemos que las reservas de petróleo se están volviendo cada vez más escasas. Las últimas reservas importantes de petróleo en África serán cada vez más importantes. Es vital situarse en una buena posición con vistas a explotar estas reservas», afirma Batou.
En mayo de 2014 el presidente estadounidense Barack Obama anunció que iba a destinar cinco billones de dólares más para luchar contra el terrorismo global.
Una cantidad cada vez mayor de gobiernos africanos se han unido al programa de AFRICOM, como en Níger, donde el ejército estadounidense reunió a unas fuerzas africanas de mil soldados de 17 países diferentes para unas maniobras militares.
Estados Unidos también ha establecido bases de drones en Yibuti, Níger, Kenia, Etiopía, Somalia, Sudán del Sur, Burkina Fasso y las Seychelles, y envió soldados a Liberia durante la crisis del Ébola en 2014.
Para no ser menos, Francia también anunció sus planes de aumentar su presencia en el Sahel con el despliegue de 3.000 soldados.
La creciente militarización de África es un nuevo foco de beneficios codiciado por el complejo militaro-industrial, con millones de dólares en contratos para fabricantes de armas y contratistas privados.
Más de 130 años después de la Conferencia de Berlín se está llevando a cabo una nueva división del continente africano ya que las nuevas potencias tratan de asegurar el suministro de petróleo, los minerales estratégicos, las tierras de cultivo e incluso el agua bajo las arenas del desierto.
«En realidad no se están abordando los problemas principales. Es como si Occidente viviera de las guerras, como si hubiera que crear guerras para justificar su poder», afirma el imán Mahmoud Dicko, presidente del Alto Consejo Islámico de Mali.
(*) El término Françafrique designa el conjunto de las relaciones entre Francia y sus antiguas colonias africanas para denunciar el carácter ambiguo y opaco de la relación. La Françafrique está constituida de redes de influencia y de lobbys de actores franceses y africanos que intervienen en los dominios económicos, político y económico para apropiarse tanto de las riquezas relacionadas con las materias primas como de la ayuda pública al desarrollo. (N. de la t., tomado de la interesante definición del término en http://www.toupie.org/Dictionnaire/France_afrique.htm).
Fuente: http://www.aljazeera.com/programmes/specialseries/2016/10/shadow-war-sahara-161009025023817.html
Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la traductora y Rebelión como fuente de la traducción.