Con el tándem Bush-Cheney parece imposible agotar la capacidad de asombro sobre los alcances de su malignidad. El investigador Jason Leopold acaba de revelar que la petrolera texana Halliburton, de la que fue director el vicepresidente Dick Cheney y que ha obtenido azorantes ganancias en Irak (un incremento de 284 por ciento en el más […]
Con el tándem Bush-Cheney parece imposible agotar la capacidad de asombro sobre los alcances de su malignidad. El investigador Jason Leopold acaba de revelar que la petrolera texana Halliburton, de la que fue director el vicepresidente Dick Cheney y que ha obtenido azorantes ganancias en Irak (un incremento de 284 por ciento en el más reciente trimestre), colaboró en el desarrollo del programa nuclear de la teocracia de los ayatolas chiítas de Irán («Halliburton hizo negocios con el principal miembro del equipo nuclear iraní» (OnLine Journal, 6-08- 05).
Halliburton «vendió componentes de una planta nuclear», además de «haber colaborado con los principales funcionarios del programa nuclear iraní en proyectos relacionados con gas natural», según «fuentes» de la misma empresa petrolera texana «con conocimiento íntimo en las negociaciones de ambas compañías». Leopold afirma que Halliburton proveyó a Irán el «financiamiento» apropiado para avanzar su proyecto nuclear.
Cyrus Nasseri, vicepresidente de Oriental Oil Kish, una de las mayores empresas privadas de petróleo en Irán, es con quien Halliburton realizó sus arreglos secretos. Nasserí también forma parte del equipo nuclear de Irán y es plenamente identificado por The Financial Times, el rotativo neoliberal británico, citado por Leopold: «un diplomático iraní de alto nivel, quien negocia con Europa sobre un controvertido programa nuclear», es quien «se encuentra en el corazón de los arreglos con las compañías de energía de Estados Unidos para desarrollar la industria petrolera de Irán». ¡Así de sencillo!
¿Cómo puede Halliburton, con la anuencia tácita del vicepresidente Dick Cheney, pisotear tan flagrante e impunemente las leyes de EU, no solamente sobre la banalidad de violar las sanciones impuestas sino, más grave aún, alentar la proliferación nuclear de un país que ha expuesto como su enemigo público y al que acusa de fomentar el terrorismo global y el odio teológico?
Las autoridades iraníes dieron crédito a los alegatos vertidos cuando citaron a Nasserí a un interrogatorio -el mes pasado- sobre la presunta divulgación de los secretos nucleares iraníes a la petrolera texana Halliburton. Según Leopold, confesó haber recibido un millón de dólares de sobornos de la petrolera texana. Como que suena muy exigua la cantidad, dada la dimensión de los involucrados y la magnitud del crimen.
Los macabros negocios entre Halliburton y la petrolera iraní Oriental Oil Kish fueron hechos públicos hace ocho meses, cuando una «subsidiaria» de la empresa texana, registrada en el paraíso fiscal de las islas Caimán con el nombre de Halliburton Products and Services, anunció que «había subcontratado parte del proyecto de exploración de gas natural del yacimiento petrolero de South Pars».
Luego del sorprendente anuncio, la petrolera texana declaró que cerraba sus proyectos en Irán. A su vez, la BBC de Londres reportó que Halliburton abandonaba ese país debido al «pobre ambiente para los negocios», sobre lo cual Leopold arguye que en realidad la petrolera texana fue obligada a cesar los negocios con Nasserí debido a la «fuerte presión de los legisladores en Washington» hace cuatro meses, y que pese a todos los vendavales «sigue realizando amplios trabajos en otras partes del proyecto gasero iraní, y todavía actúa como empresa consultora (sic) de Oriental Oil Kish».
En estricta apliación de las leyes estadunidenses, no pocas veces diseñadas para delinquir y encubrir, Halliburton no cometió delito alguno, ya que la enmienda que sanciona los negocios con Irán no contempla las operaciones de las empresas que operan bajo la cobertura de los paraísos fiscales. Una cosa es la casa matriz, con sede en Dallas, Texas, y otra su «subsidiaria» en las islas Caimán. ¡Que maravilla de desdoblamiento empresarial!
DEBIDO A QUE el caso singular de Halliburton y su conducta criminal es susceptible de ser imitado por otras empresas ambiciosas, el pasado 26 de julio el Senado estadunidense aprobó la «Enmienda Collins», que castiga a las empresas que realicen negocios, mediante sus «subsidiarias» en los paraísos fiscales, con «países canalla», como Siria, Irán y Libia.
LA PETROLERA TEXANA empezó sus negocios con Irán en 1995, cuando Dick Cheney era su mandamás, lo cual le hace acreedor a ser perseguido por la ley, si es que todavía se vale soñar. Leopold cita un reporte de The Wall Street Journal (febrero de 2001) en el que describe la presencia clandestina de la «subsidiaria» de Halliburton «en el noveno piso, con una puerta anónima en una nueva torre, en la parte moderna del norte de Teherán». Un tríptico publicitario de la «subsidiaria» de la empresa texana declara «no ser estadunidense», y puntualiza que su sede radica en la monarquía petrolera de Dubai, en el golfo Pérsico, y cuenta con registro en el paraíso fiscal de las islas Caimán desde 1995 (la etapa de Cheney).
CON TODO Y LA utilización del nombre y el emblema rojo muy conocido de la empresa Halliburton, la oferta de sus servicios en todas partes del mundo (incluidas sus oficinas de México en un edificio de Paseo de Reforma, en un edificio contiguo donde se asienta el célebre Grupo Interacciones, del empresario Carlos Hank Rohn), la empresa petrolera texana niega ser la misma. ¿Por qué, entonces, las misivas enviadas a Teherán, Dubai y las islas Caimán, dirigidas explícitamente a Halliburton, eran luego canalizadas a la matriz de Dallas, Texas?
EN RESUMEN: ahora los cuentos texanos nos quieren dorar la píldora (se trata de asuntos de escrutinio público) de que Halliburton no es Halliburton. Pero lo más interesante consiste en su doble registro extraterritorial y simultáneo en dos paraísos fiscales: en las islas Caimán, bajo control británico, y en Dubai, bajo control estadunidense y muy cerca de Doha, el centro militar de EU en el golfo Pérsico. Ya habrá tiempo de abordar la relevancia de Dubai para su próximo posicionamiento en la arquitectura del nuevo orden financiero global, acorde con la cosmogonía anglosajona. Como recordatorio cultural, cabe señalar que Osama Bin Laden acudió el 12 de julio de 2001 (¡dos meses exactos antes de los atentados del 11/09!) al hospital estadunidense en Dubai para realizarse una hemodiálisis debido a su patología renal, donde fue visitado y procurado por Larry Mitchel, jefe de la estación de la CIA en Medio Oriente (Le Figaro, 31-10-01).
DE ACUERDO CON Dow Jones Newswires, citado por Leopold, la reguladora de la bolsa de valores (SEC, por sus siglas en inglés) envió cartas a las empresas energéticas de EU para exigir la «exhumación de sus negocios comerciales y de seguros con países que apoyan al terrorismo». Las misivas fueron rubricadas por una unidad de reciente entronización de la SEC, que por arte de magia se ha vuelto más vigilante después de una ausencia notoria por más de una década: la Oficina de Riesgo de la Seguridad Global, creada el año pasado por el Congreso, tres años después de los atentados del 11/9. La correspondencia de advertencia bursátil fue dirigida a varias empresas de energía, como Devon Energy y ConocoPhillips (ambas realizan jugosos negocios en Siria), y Maraton Oil y Occidental Petroleum, acusadas de operar con países que albergan a terroristas. Mediante consabidos sofismas acrobáticos y alquimias contables, estas firmas de EU, cómplices en la eclosión del terrorismo global, no reportaron sus ingresos en los «países canalla» con la argucia infantil de que las «ganancias no se habían materializado». Sería conveniente que el régimen sirio del juvenil sátrapa Bachar Assad, acosado y acusado en todos los frentes, revele las cantidades que ha pagado a Devon Energy y ConocoPhillips, para que «se materialicen» las ganancias devengadas en los estados contables de ambas partes en los negocios turbios que realizan bajo la mesa los acusadores sádicos y los acusados masoquistas.
QUIZA EN EL SENADO y en la SEC no estén actualizados sobre las recientes penetraciones e implantaciones de las empresas de energía anglosajonas cobijadas por la dupla Bush-Blair, que se reconcilió en forma espectacular con el tirano libio Muamar Khadafi, ahora considerado como el «héroe» a imitar por los proliferadores nucleares, después que canceló en forma voluntaria su proyecto nuclear, en el que destacaba la cada vez más rocambolesca «conexión pakistaní».
Tampoco debemos asombrarnos demasiado del doble discurso y del doble juego propagandístico-desinformativo de EU y Gran Bretaña, reflejo en última instancia de sus actos dobles y duplicidades clandestinas con cierto tipo de países aludidos como «terroristas» o «canallas», que hacen el caldo más gordo a sus intereses, cuando ha sido la tónica de los gobiernos anglosajones el engaño permanente, sea en Irak o Irán, para avanzar diabólicamente su agenda de control petrolero en el golfo Pérsico ¿No fue el mismo Donald Rumsfeld quien vendió al régimen de Saddam Hussein las armas que luego fueron tildadas de «destrucción masiva», con el fin de alentar la guerra entre Irak e Irán, y quien años más tarde, de regreso a su mismo puesto al Pentágono, dirigió la invasión ilegal de la dupla anglosajona a Irak? Existe una foto indeleble de un saludo muy cordial entre Saddam y Rumsfeld en Bagdad para celebrar la compraventa de armas, disponible en los archivos de Seguridad Nacional de EU.
Después de su invasión ilegal a Irak, donde nunca fueron halladas las inventadas «armas de destrucción masiva», baby Bush no necesita muchas justificaciones para bombardear una de las plantas nucleares iraníes en la que Halliburton financió la construcción. La dialéctica letal de la globalización financiera feudal propicia la destrucción después de la construcción a la que incitó, con el fin de alcanzar la síntesis buscada de maximizar las ganancias de las empresas anglosajonas.