El actual mandatario de Estados Unidos, Donald Trump, maneja la política internacional de Washington como un mero negocio que, por cierto, tiene cada vez más perdidas y lo llevará definitivamente a la quiebra.
La más reciente oferta de la «tienda» de Trump, los «presidentes por encargo», sufrió este fin de semana un duro revés en el Consejo de Seguridad de la ONU, donde se impidió a la Casa Blanca «legalizar» otro intento de golpe de Estado en la Patria Grande, esta vez nuevamente contra Venezuela.
El jefe del régimen estadounidense, alentado por una banda rabiosa de cuatreros que más que asesorarlo lo llevarán a la ruina, proclamó en Venezuela a un desconocido opositor como «presidente encargado», para intentar derrocar al legítimo mandatario de ese país, Nicolas Maduro.
La nueva oferta del negocio de Trump, una versión para el siglo XXI del colonialismo más rancio de centurias pasadas, no pudo venderla en Naciones Unidas, ni tampoco días antes en la Organización de Estados Americanos (OEA), pese a que algunos gobiernos lacayos de Nuestra América y de la Unión Europea (UE) se prestaron para esa frustrada operación comercial de su política injerencista.
Quienes se plegaron a Washington con el propósito de derrocar a la Revolución Bolivariana hicieron otro papelón, entre ellos los países miembros de la UE, que desde el principio o al final terminan siempre plegándose a EEUU.
Vergüenza, si es que tienen alguna, debe darles a todos aquellos que promocionaron la «oferta» del actual inquilino, que podrá ser multimillonario, pero políticamente no es otra cosa que un «mendigo sin dignidad».
El negocio de Trump sigue en números rojos y cuesta abajo. Acaba de sufrir sendas escandalosas perdidas con el caso Venezuela en el Consejo de Seguridad de la ONU y en la OEA, antecedidas de otras como la no declarada en Siria, de donde el Pentágono anunció su retirada porque tampoco ni han podido, ni podrán, derrocar al gobierno democrático de ese país árabe que lidera Bashar al-Ásad.
Similar le ha ocurrido en Nicaragua, mientras se le avecinan otras perdidas en Bolivia, con las elecciones de este año, y en Cuba, con el Referendo Constitucional de febrero próximo.
El «mendigo político sin dignidad» ha «invertido» millonarias cifras de dólares en derrocar la Revolución Sandinista del presidente Daniel Ortega en Nicaragua, y lo hace actualmente en Bolivia con el objetivo de que Evo Morales no sea reelecto en los comicios de este año en esa nación andina.
También lo está haciendo en Cuba para denigrar del proceso democrático que se desarrolla en la Isla caribeña con vista a la aprobación de una nueva Carta Magna, que será sometida a votación popular el venidero 24 de febrero, y que concluirá con otra dura cachetada a EE.UU.
Esos «desembolsos» de Trump, como igual el destinado al muro de la vergüenza que construye en la frontera de su país con México, están todos condenados al fracaso, y los llevarán sin duda alguna a su total ruina política.
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