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La tortura en Marruecos y las filigranas del ministro Moratinos

Fuentes: Canarias-semanal.com

El pasado 12 de marzo, Rachid Sgheir, miembro del Comité Contra la Tortura en Dajla, Villa Cisneros, se atrevió a grabar con su cámara de vídeo las actuaciones de intimidación y chantaje a varios turistas españoles por parte de la policía marroquí. Al detectar éstos que Rachid estaba filmando sus fechorías trataron de capturarlo, pero […]

El pasado 12 de marzo, Rachid Sgheir, miembro del Comité Contra la Tortura en Dajla, Villa Cisneros, se atrevió a grabar con su cámara de vídeo las actuaciones de intimidación y chantaje a varios turistas españoles por parte de la policía marroquí. Al detectar éstos que Rachid estaba filmando sus fechorías trataron de capturarlo, pero el activista pro derechos humanos pudo huir y burlar la persecución policial.

Al día siguiente, Rachid Sgheir al observar que su casa estaba cercada por agentes de las fuerzas de ocupación marroquíes, acudió al tribunal de primera instancia para denunciar la persecución y el intento de secuestro del que fue objeto el día anterior. Sin embargo, apenas había entrado en la sede judicial cuando fue secuestrado por varios agentes marroquíes, entre ellos el Director de la seguridad en Dajla, Hreiz Larbi y el Director del departamento de seguridad territorial (DST).

Las 24 horas siguientes constituyeron para este batallador miembro del Comité Contra la Tortura de Dajla una auténtica pesadilla. Rachid cuenta que le pusieron una venda sobre los ojos, le ataron las manos y lo llevaron en coche, con matrícula privada, hacia la comisaría central de Dajla.

Una vez allí, los polizontes no se demoraron mucho en proceder al maltrato del detenido y en aplicar sobre su cuerpo la tortura.

Unas horas después de haber sido detenido llegó a la comisaría Hreiz Larbi, el director de la Seguridad marroquí en Dajla. Larbi dio órdenes de que le quitaran la venda que cubría sus ojos y le dijo que no le importaba que lo viera, puesto que había recibido órdenes de las más altas esferas del estado, en una referencia que parecía apuntar al rey. Fue el mismo Hreiz Larbi quien, mientras Rachid permanencia tirado en el suelo, le dio una patada en el ojo que le provocó la pérdida de la conciencia. Le echaron agua y lo arrastraron hasta la celda.

En un gesto de sofisticada maldad, el jerarca de la seguridad de Dajla ordenó a los agentes que quitaran de la celda las mantas que allí había, que llenaran la celda con agua y que apretaran las esposas sobre sus muñecas, enfatizando con gritos que se trataba de un enemigo de la patria que no merecía la más mínina piedad. Por si sus órdenes podían ofrecer alguna duda a sus subalternos, amenazó a aquellos que pudieran sentir la debilidad de compadecerse con aquel enemigo de la «patria marroquí».

Al día siguiente, a las 7 de la mañana, cuatro agentes trasladaron a Rachid a una sala en la misma comisaría donde procedieron, bajo supervisión de Hreiz Larbi, a interrogarle amenazándole con torturarle de nuevo. Le preguntaron sobre sus actividades políticas y sobre las relaciones que mantenía con otras organizaciones, particularmente internacionales. Asimismo, los polizontes intentaron arrancarle datos sobre sus contactos con otros defensores saharauis de los Derechos Humanos. Indagaron, igualmente, sobre sus actividades en Internet y la contraseña de su correo electrónico. Finalmente, fue obligado a firmar un informe policial sin darle la oportunidad siquiera de leer el contenido de lo que se suponía era su propia declaración.

Después, hacia las tres de la tarde, se lo llevaron al tribunal de primera instancia, donde compareció ante el Procurador del Rey. Allí, Rachid denunció las vejaciones a las que había sido sometido y declaró que había firmado un documento por la fuerza, sin conocer su contenido. El procurador procedió a su liberación inmediatamente, sin proporcionar respuesta alguna a sus quejas.

No es la primera ocasión en la que Rachid cae en manos de la brutal policía marroquí. Ha sido objeto en varias ocasiones de detenciones arbitrarias, de tortura y de intimidaciones por parte de las autoridades marroquíes por su nimplicación en la defensa de los Derechos Humanos y su condena del expolio ilegal de los recursos naturales del Sahara Occidental por Marruecos. Hace poco tiempo, la policía marroquí detuvo a Rachid durante una visita al Sahara de la Delegación ad hoc del Parlamento Europeo. Esta delegación dio a conocer un informe en el que se insta a Marruecos a respetar los Derechos Humanos en el territorio ocupado por ese país en el Sahara Occidental. En el informe de los parlamentarios europeos se reclama a las Naciones Unidas una mayor implicación por parte de ésta en la salvaguardia de los derechos humanos en la ex colonia española. El informe ha suscitado las iras del gobierno marroquí que, a través del presidente de su Cámara de representantes, Mustapha Mansuri, ha advertido acerca de las «graves consecuencias» que su contenido puede tener sobre las relaciones entre Marruecos y la UE.

Las filigranas del ministro Moratinos

Con unas horas de diferencia con respecto a la dura jornada de torturas sufrida por el defensor saharaui de los Derechos Humanos Rachid Sgheir, el ministro español de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, reconocía, ya sin ambages, que su gobierno apoya el «Plan de Autonomía» propuesto por Rabat para la ex colonia española, porque estima que la iniciativa marroquí es «positiva». El ministro socialdemócrata, en una filigrana argumental difícilmente imitable, manifestó en su comparecencia ante el Congreso, que «apoyar el Plan autonomista de Marruecos no es ir contra el derecho a la autodeterminación». De acuerdo al peculiar entendimiento de este representante de la diplomacia hispana, la consulta plebiscitaria que desde hace más de tres décadas reclaman las resoluciones del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas ya no es una exigencia de la ONU.

De esta forma, el ministro español de Asuntos Exteriores ha venido a confirmar el posicionamiento del Ejecutivo de Rodríguez Zapatero en relación a este prolongado conflicto colonial, expresado recientemente por la Secretaria de Relaciones Internacionales Elena Valenciano. Días antes de la visita a los territorios ocupados del Sáhara Occidental del nuevo enviado especial de la ONU para la región, Christopher Ross, Valenciano «saludaba la presentación del plan de autonomía de Marruecos», elogiando al tiempo los «progresos en el ámbito de las libertades públicas» de la monarquía alauita».

La policía marroquí viola a una menor saharaui

El pasado 22 de febrero en la ciudad de El Aaiun, la joven saharaui Hayat Erguibi fue salvajemente violada por agentes de la policía marroquí. El aragonés Luis Mangrané, observador del Consejo General de la Abogacía española en los juicios contra activistas saharauis tuvo la ocasión de entrevistar junto a la abogada Gemma Arbesú y el magistrado Jesús María Martín. Reproducimos un resumen del relato que sobre esa entrevista realizó Mangrané:

«Superando la angustia que invade a toda víctima de una agresión sexual contar los detalles de este tipo de acto, Hayat relató que fue secuestrada por un grupo de policías marroquís, conocido como la Brigada de la muerte, cuando iba al barrio de Maatala, donde recibe clases particulares en un colegio privado. Nos refirió que fue esposada en el interior de un vehículo y le taparon la cara con una tela muy sucia, llevándola hacia las afueras de la ciudad. El grupo lo encabezaba el policía Mohamed Hassuni, conocido como Mustaj (El bigote), uniéndose después otro jefe policial al que identificó como Aziz Anouch…

Durante su detención, la interrogaron por su presunta participación en actividades políticas: lanzamiento de octavillas, banderas del Frente Polisario o pintadas sobre las paredes de los colegios. Le quitaron el teléfono móvil para registrar su agenda de contactos y los mensajes de texto. No era la primera vez que Hayat había sido detenida y sufrido malos tratos por su participación en reivindicaciones pacíficas…

La negativa a reconocer su participación en los hechos de los que la acusaban, la recriminación a los policías por su actitud, reclamando sus derechos, exacerbó los ánimos de los agentes. Hayat manifestó que los citados policías marroquís, que desprendían un inconfundible olor a alcohol, la desnudaron totalmente, la sometieron a diversas a vejaciones sexuales y que después fue forzada y violada de diferentes formas…

Después, la amenazaron para que no denunciase lo ocurrido, pero lejos de atemorizarse, Hayat ha denunciado el caso públicamente, llegando a colgar un video en Youtube en el que relata lo sucedido. Como respuesta, se encuentra sometida a una gran presión por parte de las autoridades marroquís, quienes, según nos contó, la han amenazado para que retire la denuncia que ha interpuesto. Sin embargo, ella nos dijo que este tipo de actuaciones se repiten en El Aaiún pero que las víctimas temen contarlo, siendo este el principal motivo que le ha llevado a formular su denuncia».