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Soldados estadounidenses reconocen que la tortura en Iraq y Guantánamo procedía de ordenes sistemáticas de superiores

La tortura nuestra de cada día

Fuentes: IPS

Episodios de tortura y maltrato contra prisioneros en Iraq y en la base naval en Guantánamo, Cuba, salieron a la luz, detallados por soldados estadounidenses, en una reunión organizada por veteranos opuestos a la guerra. De estos testimonios, la organización Veteranos de Iraq Contra la Guerra concluyó que los actos brutales de las fuerzas de […]

Episodios de tortura y maltrato contra prisioneros en Iraq y en la base naval en Guantánamo, Cuba, salieron a la luz, detallados por soldados estadounidenses, en una reunión organizada por veteranos opuestos a la guerra.

De estos testimonios, la organización Veteranos de Iraq Contra la Guerra concluyó que los actos brutales de las fuerzas de Estados Unidos hoy ampliamente conocidos por el público no han sido hechos aislados perpetrados por «unas pocas manzanas podridas», como aseguran políticos y militares.

Por el contrario, advirtieron, esas acciones se han constatado a diario, y respondido a instrucciones y órdenes precisas dictadas por los comandantes.

«Uno puede convertirse en guardia de un campo de concentración sin tomar muchas decisiones propias», dijo en ese sentido Christopher Arent, de 24 años, ante el auditorio convocado por Veteranos de Iraq contra la Guerra.

Arent se enroló a los 17 años en la Guardia Nacional, sector de las fuerzas armadas que en tiempos de paz está a la orden de los gobiernos de los estados. En general, actúan en casos de catástrofes naturales o disturbios. La mayoría de sus miembros prestan servicios los fines de semana o en periodos breves.

«Mi familia era pobre, yo era pobre y quería estudiar. Me prometieron una importante cantidad de dinero para poder hacerlo. Todavía estoy esperando que me lo den», contó a los presentes en la reunión.

Arent dijo haber perdido el entusiasmo cuando lo trasladaron a Guantánamo en 2003. Trabajó en la prisión de la base naval, donde se encuentran confinados medio millar de prisioneros de la «guerra contra el terrorismo» declarada por el presidente George W. Bush en 2001.

El joven soldado estuvo a cargo del traslado de prisioneros de un lugar a otro del campo.

«Llegaba a la oficina a las 4.30 de la madrugada y a veces ya había algún prisionero en la sala de interrogatorios. Allí la temperatura era de unos seis grados bajo cero y el volumen de la música era atronador. Los prisioneros estaban encadenados al piso de pies y manos», dijo.

Pero, según él, el mero hecho de vivir preso en Guantánamo constituye un tormento, aun sin sufrir el rigor de los interrogatorios.

«Escuché muchas discusiones sobre qué se considera tortura», comentó Arent. «Yo considero que vivir en una celda durante cinco años, sin ver a los familiares o amigos, sin saber por qué lo mantienen allí, sí es una forma de tortura.»

El ex sargento Domingo Rosas, destacado entre abril de 2003 y abril de 2004 en la localidad iraquí de Al-Qayim, cerca de la frontera con Siria, aseguró haber recibido la orden de no dejar dormir a los prisioneros durante su turno de guardia.

«No se les permitía sentarse o acostarse y cada vez que empezaban a quedarse dormidos, o apoyaban su cabeza contra la pared, yo golpeaba la puerta de la celda con el mango de un hacha para mantenerlos despiertos», dijo.

Rosas aseguró que los interrogadores torturaban a prisioneros mientras él estaba de guardia.

«Fui testigo de cómo pateaban a un prisionero una y otra vez, mientras se revolcaba en el barro. Pude ver cómo le hacían el submarino» (waterboarding), técnica de tortura común en las dictaduras latinoamericanas en los años 70, que consiste en provocar en la víctima sensación de asfixia con agua.

«Otro prisionero fue obligado a cargar una piedra enorme, con una bolsa en su cabeza, hasta que no pudo resistirlo más y colapsó. No puedo olvidarlo, jamás lo olvidaré», agregó Rosas.

Andrew Duffy, quien también fue miembro de la Guardia Nacional y prestó servicio como médico en la prisión de Abu Ghraib, cerca de Bagdad, relató que se negaba a los detenidos todo tipo de asistencia, aun en casos críticos.

Se refirió especialmente a un prisionero iraquí diabético que sufría delirios y a quien no se le administró insulina durante varios días. Duffy preguntó a sus superiores si podía transferir a ese hombre a un hospital para que recibiera tratamiento y le respondieron que no.

Le indicaron que podía darle agua y que probablemente no moriría, «aunque si eso ocurría no importaba, de todas formas», afirmó. Murió a los pocos días, sin haber recibido la atención médica que su estado de salud requería.

La organización Veteranos contra la Guerra en Iraq denominó a estas reuniones públicas «Soldado de Invierno», cuya denominación alude a una frase escrita en 1776 por Thomas Paine, héroe de la independencia estadounidense.

«Estos son tiempos que ponen a prueba el alma de los hombres. El soldado de verano y el patriota de los días soleados pueden, en esta crisis, abandonar el servicio a su país. Pero el que se mantiene firme, merece el amor y la gratitud de los hombres y las mujeres», afirmó.

El término fue usado por primera vez en un sentido pacifista en 1971 por veteranos de la guerra de Vietnam (1964-1975) unidos para denunciar públicamente y ante las autoridades los abusos y crímenes cometidos por las tropas estadounidenses.

Su portavoz fue el veterano John Kerry, quien comenzó entonces una carrera política que lo llevó a disputar la presidencia en 2004, como candidato del opositor Partido Demócrata, contra George W. Bush, quien obtuvo la reelección.

En respuesta a una consulta del diario The Washington Post, un portavoz del Departamento (ministerio) de Defensa afirmó que esos episodios no son tan comunes como argumentan los veteranos.

«Ante denuncias sobre casos aislados de mala conducta, los comandantes realizaron exhaustivas investigaciones para esclarecer los hechos y responsabilizar a sus autores cuando era necesario», declaró el teniente coronel Mark Ballesteros.

Veteranos de Iraq contra la Guerra difundieron una declaración en la que destacaron que «estos testimonios no se refieren a conductas individuales, sino a la naturaleza de la ocupación» en Iraq.

«Se les pide a los militares que obtengan la victoria, pero las tropas en el terreno, y sus comandantes, saben que se trata de una tarea imposible», advirtieron.

«Le pedimos al Departamento de Defensa que deje de decir que se puede lograr lo imposible. Nos enfrentamos con un problema político que no tiene solución militar. Esta guerra no puede ganarse: es una ocupación que sólo puede ser terminada», concluyeron.