La Agencia Central de Inteligencia (CIA, Central Intelligence Agency) fue creada en 1947 por Henry Truman, sustituyendo a la Oficina de Servicios Estratégicos (OSS) para investigar, sin necesidad de autorización judicial, expedientes administrativos y fiscales. La inicial filosofía de la organización era dotar al presidente de un segundo punto de vista elaborado por civiles, frente […]
La Agencia Central de Inteligencia (CIA, Central Intelligence Agency) fue creada en 1947 por Henry Truman, sustituyendo a la Oficina de Servicios Estratégicos (OSS) para investigar, sin necesidad de autorización judicial, expedientes administrativos y fiscales. La inicial filosofía de la organización era dotar al presidente de un segundo punto de vista elaborado por civiles, frente al aportado por los militares de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) y fue llamada en código «Campus», al proceder la mayoría de los cuadros iniciales de la Universidad de Yale, (incluso el sistema de almacenamiento de datos fue el mismo que el de la Biblioteca de Yale).
Hasta Eisenhower, la CIA fue únicamente la organización de inteligencia central para el gobierno de los Estados Unidos y estuvo detrás de múltiples tareas de entrenamiento de insurgentes y desestabilización de gobiernos contrarios a las políticas del Pentágono, pero el lobby financiero y la industria militar (ambos fagocitados por el lobby judío) no pudieron resistir la tentación de crear un gobierno de facto que manipulara los entresijos del poder, derivando en la aparición de un nuevo ente (la CIA paralela), refractaria a la opinión pública y al control del Congreso y el Senado de los Estados Unidos.
Órdago de Kennedy a la CIA paralela:
Además, a mediados de noviembre de 1963, Kennedy decidió desinfectar la CIA de los virus patógenos inoculados por los lobbies (cuyo paradigma serían los Rockefeller al participar en los lobbies financiero, industria militar y judío y uno de cuyos miembros, David sería el impulsor de la Trilateral Comission (TC) o Trilateral (1973). Consciente de las dificultades de tan ardua misión, en un discurso en la Universidad de Columbia el 14 de Noviembre, Kennedy admite que «existen fuertes presiones de grupos de poder de USA para convertir el cargo de presidente en algo meramente figurativo», pues el 21 de Noviembre de 1963, el presidente firma la orden ejecutiva 11490, que permite en caso de emergencia disponer al gobierno de medidas excepcionales, incluso para cualquier dictadura
A pesar de todo, fiel a su espíritu rebelde, Kennedy prosigue su intento de reconvertir la CIA en un aparato controlable por el poder político y poco antes de partir para Dallas comentó a sus íntimos asesores: «Tenemos que enfrentarnos a la CIA…» y el mismo día, un emisario secreto iniciaba con Castro las primeras negociaciones para llegar a un acuerdo. Ello suponía un claro órdago a la CIA paralela, verdadera detentora del poder en la sombra y enquistada profundamente en todos los aparatos de poder de los EE.UU., por lo que sus dirigentes procedieron a la gestación de una trama endógena que se encargó del golpe de mano contra la legalidad democrática del sistema político estadounidense y que culminó con el magnicidio de Kennedy (Dallas, 1963).
Dicho complot sería una auténtica obra de ingeniería laberíntica, que tendría como cerebros a la citada CIA paralela y como colaboradores necesarios al exilio anticastrista en Miami y sus conexiones con la Mafia y al FBI de Hoover, a Lee Harvey Oswald como cabeza de turco y ejercicio de distracción para engañar a los sabuesos, y como daño colateral el nacimiento de un sistema político tutelado por la nueva CIA, quedando desde entonces como rehenes los sucesivos presidentes hasta la irrupción en la escena política del díscolo Obama.
Golpe de Estado de la new CIA con George W. Bush:
Hasta el mediático atentado de las Torres Gemelas (conocido como 11-S), la CIA legal languidece lentamente y sus propios agentes confirmaban, según el NY Times que les resultaba «casi imposible aportar información estratégica y eran consultados mayoritariamente para cuestiones tácticas«.
Sin embargo, en los sótanos de la compañía, se estaba fraguando un verdadero golpe de Estado virtual que tendría su detonante en el impactante atentado atribuido a al-Qaida, quedando entronizada la lucha contra el Eje del Mal (Iraq, Irán y Corea del Norte) como leitmotiv de la miopía política del nefasto mandato de George W. Bush, entronizando de paso a bin Laden como icono del imperio del mal.
La jugada maquiavélica de la new CIA:
Colin Powell, Secretario de Estado, había recomendado a sus colegas en la Administración Bush evitar una guerra sin la aprobación clara de la ONU y fue utilizado por la CIA para servirse de su prestigio militar y probada honestidad. Así, en 2004, la nueva CIA ya legalizada, se encarga de suministrar «informes de inteligencia» dudosos sobre las armas de destrucción masiva en Iraq para justificar la intervención militar de EE.UU. e invadir Iraq, anzuelo que se tragaron todos los aliados de EE.UU. que pasaron a engrosar las filas de un ejército liberador que tenía como objetivo confeso la destitución del satanizado Sadam Hussein y como interés real el control de los vastos recursos petroleros de Iraq.
La Troika formada por Rumsfeld, Hayden y Cheney monopoliza el poder de EE.UU.:
Poco más de un mes después del 11-S, el gobierno de George W. Bush, secretamente, decidió anular una de las principales protecciones constitucionales de este país bajo la justificación de su lucha contra el «terrorismo» dentro de Estados Unidos, según documentos oficiales revelados a finales de 2005 en una serie de reportajes en el New York Times, la existencia de un programa secreto de intervención de comunicaciones dentro de este país.
Según una investigación del Washington Post, desde 2002 se estableció la Oficina de Apoyo Estratégico (SSB ), que trabajó clandestinamente sin limitaciones legales y bajo las órdenes del secretario de Defensa, Ronald Rumsfeld, entre cuyas acciones estarían los sangrantes episodios de vulneración de los derechos humanos en Abu Ghraib y Guantánamo, y la entronización del «golpe de Estado blando o virtual», del que sería paradigma Honduras; y en junio de 2009, Leon Panetta, director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) anuló el Programa Phoenix, un programa dirigido por Cheney para asesinar a dirigentes de al-Qaida, iniciado en 2001 después de los ataques del 11-S y mantenido en secreto ante el Congreso de EE.UU.; y el Pentágono estaría meditando clausurar una unidad de contra-inteligencia creada por Rumsfeld, conocida como «Talon», que incluía información sobre acciones de protesta contra la guerra de ciudadanos estadunidenses, rememorando el espionaje militar de civiles que protestaban contra la guerra de Vietnam .
El pulso Obama-new CIA:
Tras la significativa erosión de la imagen de EE.UU. en el mundo tras los sangrantes episodios de vulneración de los derechos humanos en Abu Ghraib y Guantánamo, una de las primeras decisiones de Obama fue firmar una orden ejecutiva para exigir el cierre de la prisión en la base naval de Guantánamo en el plazo de un año. Sus asesores buscan ahora los mecanismos legales para finiquitar el «limbo jurídico» de Guantánamo, un espacio virtual fruto de la ingeniería jurídica del llamado «Comité de Guerra» (nombre en clave del selecto grupo de juristas y asesores que trabajaron a las órdenes de la Troika formada por Rumsfeld, Hayden y Cheney), verdaderos detentores del poder durante el nefasto mandato de George W. Bush, razón por la que el anunciado cierre deberá retrasarse hasta 2011.
Su inexperiencia política quedó plasmada en actos temerarios, como la decisión de Obama de desclasificar documentos secretos que involucran a la CIA en técnicas de interrogatorio basadas en la tortura física y psicológica y que le habría granjeado la peligrosa enemistad de la new CIA, representada en la Troika formada por Rumsfeld, Hayden y Cheney,
Sin embargo, Obama dejará que el viento del olvido cubra con su manto el vidrioso tema de la persecución de los responsables de haber legitimado la tortura, pues sus asesores le habrían advertido de las previsibles consecuencias que una acción de ese tipo podría suponer para su presidencia (véase el magnicidio de Dallas), decisión que a pesar de suscitar una clara decepción en la organización defensora de los derechos humanos «Human Rights Watch» (HRW) y serias críticas de AI, sería apoyada por el 60% de los encuestados.
La labor torpedeadora de la new CIA:
El presidente estadounidense, Barack Obama, habría aparcado el proyecto del Escudo de Misiles Antibalísticos (NDM), sustituyéndolo por «un nuevo sistema de defensa antimisil móvil», pero tras esta espectacular declaración se escondería una jugada maquiavélica que intentaría convertir a Rusia en colaboradora necesaria en la salvaguarda de la paz y estabilidad mundiales y caso de llegarse a un acuerdo entre ambas partes, con la ratificación del nuevo Tratado START, podríamos asistir a la sustitución de la doctrina geopolítica del unilateralismo de Busch por la del multilateralismo.
Sin embargo, el camino por recorrer se antoja sumamente complicado, pues debe ser ratificado por el Parlamento ruso y por los dos tercios (67 escaños) del Senado de EE.UU., por lo que no es descartable que la CIA aproveche la ocasión para, mediante el filibustering, lograr que su tramitación en Senado se dilate en el tiempo a la espera de un nuevo presidente más propicio a sus intereses; y en esta dinámica cabría incluir el rocambolesco episodio de la aparición sorpresiva en EE.UU. de una célula durmiente o embrionaria de espías rusos, fruto de un soplo interesado de la new CIA para manipular la voluntad de los senadores a la hora de ratificar el nuevo Tratado Start firmado en abril entre Obama y Putin.
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