Abdel-Khalak Hamdouchi es el presidente de la asociación marroquí Pateras de la vida. Trabajan por intentar salvaguardar los derechos humanos en Marruecos y también en el Sahara Occidental, con una sede en El Aaiún. Hablamos con él del chabolismo en Marruecos, de las condiciones de los trabajadores, de violaciones de derechos en el Sahara Occidental […]
Abdel-Khalak Hamdouchi es el presidente de la asociación marroquí Pateras de la vida. Trabajan por intentar salvaguardar los derechos humanos en Marruecos y también en el Sahara Occidental, con una sede en El Aaiún. Hablamos con él del chabolismo en Marruecos, de las condiciones de los trabajadores, de violaciones de derechos en el Sahara Occidental denunciadas por una asociación marroquí, de la prohibición de afiliarse a los sindicatos que hacen muchas empresas españolas a sus trabajadores y de religión. Sobre el Ramadán, dice, que «sólo se trata de una gran propaganda religiosa». Marruecos, lugar de tránsito, «punto de explotación», asegura.
El tránsito de personas del Sur hacia el Norte ha puesto a Marruecos en el centro del mapa de las migraciones de África hacia Europa. Situado a las puertas del continente europeo, miles de subsaharianos deambulan por las calles esperando su oportunidad para dar el salto al Estrecho de Gibraltar. Miles de marroquíes también. Mientras tanto, trabajan, o lo intentan, en el país alauita, pero las condiciones, casi siempre, son de explotación. Los migrantes «están condenados» a ser «mano de obra barata y las empresas se aprovechan».
Pateras de la vida lleva mucho tiempo vigilando las condiciones de vida de los subsaharianos que llegan a Marruecos y reclamando un trato digno para ellos por parte de la administración maroquí.
– Hace muy poco tiempo hubo una expulsión masiva de subsaharianos en el norte de Marruecos ¿Qué pasó?
– Sí, expulsaron entre 600 y 700 subsaharianos. Lo hemos denunciado tanto nosotros como Médicos Sin Fronteras.
– ¿Cómo se produjo la expulsión?¿En qué condiciones?
– Marruecos quiere demostrar que hace bien su trabajo. No hay ningún otro motivo. El régimen quiere demostrar que es el fiel gendarme.
– Fiel a Europa, se refiere…
Sí, no hay ninguna duda. Ahora, el problema es que la mayoría de países africanos quieren demostrar a Europa que pueden jugar a este juego y hacerlo muy bien.
– Marruecos, especialmente, tiene un buen tratado de vecindad con la Unión Europea...
– La migración no está encima de la mesa de negociación entre Marruecos y España o con la Unión Europea, pero sí por debajo. Se trata el Sahara, la pesca o la democracia. La UE está dando millones y millones para militarizar las fronteras de África y con este dinero se podría crear otro desarrollo.
– No sólo los subsaharianos que llegan a Marruecos están en condiciones de vida indignas, sino que los propios marroquíes también viven carentes de muchos derechos básicos…
– Muchos ciudadanos marroquíes viven con menos de un euro al día, aunque la gente no lo crea. Hay mucha gente luchadora, cuyos hijos no van al colegio. Cuando van al hospital no hay medicamentos… ¿Crees que es una vida digna?
– Y el acceso a la vivienda por parte de los ciudadanos marroquíes ¿cómo es?
– En mi pueblo, en Larache, el 40% de la población vive en chabolas, por ponerte un ejemplo. Hay mucha migración interna, mucho tránsito de personas, tanto para migrar hacia el Norte como para trabajar en las ciudades con puerto.
– En España varias empresas que están instalándose en Marruecos, en polos económicos como Nador. Hay denuncias de ciudadanos marroquíes contra las empresas españolas, según entiendo…
– Hablemos claro. Las empresas españolas que van a Marruecos no van a desarrollar, sino a buscar la mano de obra barata. Buscan gente que no tenga derechos. Tenemos alguna experiencia, incluso, en la que las empresas españolas no dejan que los trabajadores se afilien a sindicatos. O si lo hacen, al día siguiente ya no trabajan. Te digo algún nombre: Felgar, una empresa malagueña que se dedica a importar y exportar fresas.
– ¿Y cómo han protestado contra las condiciones de trabajo?
– Intentamos hacer una huelga, pero el patrón contrató a gente que amenazara a los trabajadores para que no se manifestaran. Entonces, nos pusimos en contacto con la UGT de Málaga e hicimos una huelga en Málaga, con algunos compañeros marroquíes, frente a la sede en España de Felgar. Negociamos en Málaga temas de Larache. Habría que decir que hay algunas empresas españolas que llega con buenas condiciones para los trabajadores y una relación laboral digna, pero, según sabemos, otras empresas las empujan a que no rompan la dinámica de trabado con la mano de obra barata.
– ¿Y las empresas marroquíes?
– Son peores aún. Alguna se salva; suelen ser multinacionales, que tienen el mínimo salarial y aseguran, incluso, a sus trabajadores. Con las locales, en su mayoría tenemos problemas.
– Usted dice: «Un marroquí en España al que le aseguraran que va a ganar 3.000 dirhams en Marruecos, volvería. Sin embargo, un marroquí que gana 5.000 dirhams en Marruecos, emigra». ¿Cómo trabajan con los migrantes partiendo desde este contradictorio punto economicista?
– Con formación. Esto sucede por la falta de formación. En la empresa en que yo trabajo, por ejemplo, el salario ronda entre los 5.000 y los 9.000 dirhams. Cuatro empleados que ganaban 7.000 dirhams, hace no mucho tiempo, decidieron emigrar a Barcelona. Sin embargo, como bien dices, aquéllos a los que ofrecen un trabajo por 3.000 dirhams vuelven a Marruecos, a su país. Hay muchos marroquíes en España que no vuelven ni a visitar a su familia, porque no tienen trabajo. Volver con las manos vacías, aquí, está visto como ser el tonto del pueblo.
– ¿Tienen problemas los trabajadores con la práctica de la religión de cada ciudadano en las empresas extranjeras?
– En el régimen hay tres cosas que no se pueden tocar: el Rey, la religión y el Sahara. Sin embargo, el año pasado un grupo de jóvenes, durante el Ramadán, salieron a la calle para comer delante de los demás. Es un acto muy valiente. Las asociaciones de derechos humanos apoyaron esta práctica y el régimen político dice que quién hace esto está intentado acabar con el Islam.
Pero quiero aclarar algo. El Ramadán, con todas sus leyes, ningún musulmán lo cumple. La gente hace trampas a Dios. Para ser un buen musulmán hay que rezar, saber que Dios es uno, hay que dar de tu dinero y hay que hacer Ramadán. La gente no hace los tres anteriores, pero sí el Ramadán. Para hacer el Ramadán hay que dar a los pobres de tu comida, que poca gente lo hace, los hombres no pueden mirar a las chicas, que nadie lo hace… el Ramadán es una propaganda religiosa. La Ley marroquí dice que quien come en Ramadán delante de las personas entra en la cárcel, pero no quien come en casa.
– ¿Cómo ve Pateras de la Vida, que lucha por los Derechos Humanos, la situación de los ciudadanos saharauis en el Sahara Occidental?
– No voy a dar el punto de vista de la asociación, porque es una asociación nacional y tiene su visión. Voy a dar mi punto de vista. La situación en el Sahara Occidental responde a un juego político. Si hablamos de los marroquíes que viven allí, habría que decir que son de los que mejor viven de todo el país. Buen trabajo, buen sueldo… para los que viven en las zonas saharauis, la vida es una miseria. Pero hay mucha gente en Marruecos que vive en estas condiciones de pobreza y de falta de derechos humanos.
– Pero con el añadido de que tienen una falta absoluta de libertad de expresión y opinión…
Sí, nosotros no hacemos una mirada política, pero es cierto que los saharauis son maltratados en las cárceles de El Aaiún, cuando declaran su apoyo al Polisario son castigados y eso la asociación lo tiene en cuenta. Pateras de la Vida tiene su sección en El Aaiún.
Fuente: http://www.guinguinbali.com/index.php?lang=es&mod=news&task=view_news&cat=2&id=962
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