«Debemos volver para atrás, para poder avanzar hacia adelante», (Enero de 2004, John Garang de Mabior).
¿Qué podemos aprender de las guerras en Europa y otras partes del mundo?
En el siglo XX, en Europa y Norteamérica, muy pocas guerras se han luchado por más de 6 años. Salvo una excepción, la violencia sectaria de Irlanda del norte. Aparte de eso, la primera guerra mundial empezó en 1914 y terminó en 1918, duró sólo 4 años y se cobró 37 millones de vidas entre el poder central y los aliados (Excluyendo otras partes del mundo). La Segunda Guerra Mundial fue entre 1939 y 1945, duró 6 años, y llevó a la muerte a 61 millones de personas, (entre otros, 6 millones de judíos, 6 millones de polacos, 7 millones de alemanes y 25 millones de rusos, que cargaron con el mayor número de víctimas mortales de esta guerra). La guerra civil americana tubo lugar durante 5 años, de 1861 a 1865, y 970.000 personas resultaron muertas, o lo que es lo mismo un 3 % de la población del momento, de la cual 620.000 eran soldados.
El conflicto civil de Irlanda, que estalló entre seguidores y oponentes del tratado anglo irlandés del 6 de diciembre de 1921, y que establecía el Estado Libre de Irlanda, (precursor de la hoy República Independiente de Irlanda), duró algo menos de un año, entre junio de 1922 y mayo de 1923, y ocasionó la pérdida de alrededor de 4.000 personas en ambos bandos, incluyendo Michael Collins, el líder republicano que encabezó el equipo de negociaciones en el tratado.
Antes de que las fuerzas anti tratado desataran la guerra civil irlandesa, Michael Collins, que firmó el tratado de parte de los irlandeses, argumentó que el acuerdo no garantizaba «la libertad ultima a la que todas las Naciones aspiran y fomentan, que no es otra que la libertad de conseguir la libertad». La historia demostró que tenía razón, y sus oponentes estaban equivocados, al ver que el Estado libre de Irlanda semi independiente y semi colonizado, dio lugar al nacimiento de una República de Irlanda completamente soberana.
Por eso es justo decir que bajo cada conflicto civil, cada enemistad heredada y odio sectarios, y cada interminable pelea política, es provocada por una enorme miopía.
Después de aquellos años infernales, el sentido común tendió a prevalecer sobre la codicia, y esa clase de mala visión en el norte de Europa, la mayor parte de Asia, y Norteamérica, así como todos los que se han puesto al mismo nivel en estas guerras, o reconocían la derrota, o intentaron conseguir compromisos y coexistencia pacífica. Estos ingredientes son los que faltan trágicamente en los conflictos de África, como examinaremos a continuación.
Las eternas guerras africanas
En África y algunas partes de Oriente Medio, la guerras se suceden indefinidamente. La guerra entre Etiopía y Eritrea duró desde 1962 hasta 1991, Eso son 29 años. Y después, brevemente, desde 1998 hasta 2000. El numero verdadero de muertos se desconoce. Somalia no ha tenido un Gobierno estable desde el derrocamiento del presidente Siad Barre, nadie tiene esperanza, de momento, en una Somalia pacífica y políticamente estable. La guerra en Angola empezó en 1974, el año en el cual obtuvo su independencia de Portugal. La guerra duró 30 años, matando 600.000 personas, la mayoría de las cuales eran civiles y otros 3 millones de desplazados.
La guerra entre el norte y el sur de Sudán duró 17 años, entre 1955 y 1972, paró por 10 años, y se reanudó de nuevo desde 1983 a 2004, esto es por otros 22 años. Esto suma hasta casi 40 años de luchas y matanzas. Entre las dos guerras civiles, más de 4 millones de personas perdieron la vida, sólo en el sur de Sudán. Y sólo Dios y los astros saben qué hay reservado para mi generación y la siguiente. Esta es una de las guerras, de Sudán y de África, menos documentada. La guerra de Darfur, que empezó en 2003 es más conocida y está mucho mejor documentada. No me pregunten por qué, a pesar de mi compasión por los habitantes de Darfur, creo que la atención internacional sobre su conflicto es la excepción y no la regla. El mundo que nosotros conocemos no ha sido siempre así. Probablemente la palabra «musulmanes» es una clave. De lo contrario, podría haber sido una leyenda africana, donde la pérdida de vidas nunca significa nada para nadie.
En el caso del Sur de Sudán, el 11 de septiembre pudo haber ayudado al sur, en muchos aspectos, a convencer a la administración americana para tomar un mayor interés en acabar con el largo conflicto entre el norte y el sur de Sudán. Previamente no era una guerra factible.
LA GUERRA EN EL NORTE DE UGANDA
Entramos en el norte de Uganda y el LRA (Lord Resistance Army). Todo lo que el mundo sabe sobre esta guerra, por lo demás olvidada, es que un maníaco llamado Joseph Kony ha estado intentando derrocar el régimen ugandés para gobernar Uganda con diez mandamientos; que lo que mejor hacen los hombres del LRA es violar a mujeres y secuestrar a niños que reclutan a la fuerza para su ejército y explotar a algunos de ellos como esclavos sexuales; que el LRA no tiene en absoluto objetivos políticos. Esto es irónico, o algo parecido. Obviamente, no es toda la verdad sobre las causas de la guerra, que se ha desarrollado durante los últimos 20 años, desde 1986.
La guerra ha desplazado a entre 1.3 y 1.6 millones de personas de sus casas. No mucha gente, fuera del norte de Uganda, ha mostrado especial preocupación sobre el desastre humanitario, que se ha producido en esa parte del mundo, que ha afectado al sur de Sudán y al este de Congo RDC. Incluso las Naciones Unidas no han hecho nada para detener esta crisis. La directora de Oxfam en Uganda, Emma Nyalor, en enero de 2005, declaró a Reuters que «Naciones Unidas es terriblemente negligente sobre el conflicto de Uganda, al no haber aprobado ni siquiera una sola resolución». ¿Cuántas resoluciones se han aprobado sobre Darfur en los últimos 4 años? Repito, no estoy en contra del papel de Naciones Unidas en Darfur, pero parece que en este caso se aplican criterios dobles.
Un extracto de un discurso de la subdirectora ejecutiva de UNICEF, Rima Salah, ante la cámara política de Derechos Humanos, respaldada por el Congreso, el 9 de marzo de 2006, es muy revelador sobre la catástrofe humana a gran escala, especialmente entre los 900.000 niños que viven concentrados en los 200 campos de refugiados, que hay en el norte de Uganda:
«El problema social que existe en cualquier otro lugar de Uganda, con su violencia doméstica, violación y abuso de niños, entre otros, están agravados en los campos. Los índices de mortalidad y morbosidad están por encima de los umbrales de la emergencia. Hombres y mujeres, niñas y niños sufren de severa escasez de provisión de los servicios más básicos como la salud, educación, agua y servicios sanitarios. Un gran numero de hogares son mantenidos por mujeres». Dr. Rima Salah, 9 de marzo de 2006.
JOSEPH KONY, ¿EL AFRICANO INTOCABLE?
Parece, en el caso del LRA, que la historia está siendo contada por el cazador y no por el león. La BBC, y otros medios occidentales pro – Museveni, durante más de una década, han contado la historia desde un solo lado: la de la organización de Joseph Kony, LRA, secuestrando a niños para luchar en el ejército y como esclavos. La BBC, CNN, y muchos otros medios occidentales nunca se han molestado en investigar o sacar a la luz las causas subyacentes de la guerra del norte de Uganda. Y así, hemos llegado a considerar a Joseph Kony y su predominantemente Acholi ejército, como matones descerebrados, que no tienen reivindicaciones políticas. ¡Qué erróneo, simplista y vergonzoso!
El LRA tiene parte de la culpa. Como alumno de la escuela secundaria a finales de los años 70, les tengo poca simpatía a los combatientes de Eritrea, (que querían cortar un trozo de tierra africana de Etiopía para anexionarse al mundo árabe, como me hicieron creer), hasta que empecé a leer el relato de la propia Eritrea, a través de su literatura. Fue entonces cuando empecé a comprender. Así que, el LRA tiene parte de culpa por no haber hecho nada para exponer sus puntos de vista políticos a todo el mundo. Así que lo único que sabemos sobre Kony y sus tenientes es que no son más que un puñado de violadores, asesinos y saqueadores. Hemos sucumbido a la propaganda de Uganda, patrocinada por la BBC. Incluso Estados Unidos clasificó al LRA como grupo terrorista y se comprometió a dar asistencia militar, por valor de 150 millones de dólares, a Uganda para combatir al LRA. Añadiendo leña al fuego y dando a Museveni incentivos para no buscar la paz. ¿Quién dijo que la administración de Estados Unidos y la CIA nunca cometieron errores políticos o de estrategia?
La verdad es mucho más profunda que esta historia parcial. O sea, Uganda sufre de los mismos males que las planeadas guerras de Sudán, distribución irregular del poder y del desarrollo económico y la riqueza entre los diferentes grupos étnicos, falta de libertades políticas, falta de respeto por los derechos humanos, limpiezas étnicas/genocidios y muchas más. Encontrarán todos estos problemas en el sistema político de Uganda, si a alguien le importa lo suficiente como para molestarse en mirar de cerca. Y son estos pequeños asuntos los que están dirigiendo la guerra. Los Estados Unidos, Gran Bretaña, El Tribunal Penal Internacional y casi todo el resto del mundo piensa lo contrario.
El Norte de Uganda, como resultado, ha sido deshumanizado por todo el mundo, incluido el Gobierno liderado por Museveni, durante años y años (los Acholi del norte de Uganda han vivido en escuálidos campos de concentración) al estilo ugandés. Aquí, la gente es retenida como rehén y así están protegidos de la posible influencia del LRA. Gracias a la bendición y financiación de UNDP y muchas ONG’s caritativas, el mundo llama a estos campos de muerte: «campos de refugiados».
Si la guerra en el sur de Sudán ha producido «niños y niñas perdidos», la guerra en el norte de Uganda ha producido «conmutadores nocturnos» de niños. Incluso los niños perdidos de Sudán reconocerán que, después de todo, no están perdidos. En el norte de Uganda, el mundo ha decidido mirar hacia otro lado.
Milton Obote dijo una vez, «Joseph Kony no es más que un buen estudiante de los métodos de Museveni», pero a nadie le importó lo más mínimo. En una extraña radio política, ‘Gulu’s Mega FM’, en un programa de entrevistas, el 28 de diciembre de 2002, Kony dijo a su entrevistador (Trascripción completa disponible a petición, a este autor):
«Amigo mío, no estamos matando Acholis. No estamos secuestrando niños. No estamos haciendo nada malo en el norte de Uganda. Todo este trabajo sucio lo hace el Gobierno, no el LRA. Nosotros no secuestramos niños. ¿Cómo puede un niño caminar cien millas? ¿Cómo puede un niño caminar veinte millas? Eso no es cierto en absoluto. …Esta es nuestra gente. No les estamos haciendo nada malo. Sé que son mi gente. Ellos son la verdadera razón por la que yo estoy en la selva. Fui a liberarles porque vosotros les estáis matando. …Hay muchos a los que hemos traído aquí a la selva por el sufrimiento en silencio por el que atravesaban en los campamentos.» Joseph Kony. 28 de diciembre de 2002.
LA RUPTURA DEL TABÚ DEL LRA: CUANDO EL AMOR VENCE AL MIEDO
La iniciativa del Gobierno del sur de Sudán, GOSS, dirigida por su vicepresidente, Riek Machar, fue resultado de un encuentro cara a cara entre Riek Machar y Joseph Kony, el 4 de mayo de 2006, en el sur de Sudán, en una ciudad cercana a la frontera con Congo RDC.
Un mensaje de paz:
Este era el mensaje que el vicepresidente Riek Machar entregó a Joseph Kony: «queremos paz en el sur de Sudán y norte de Uganda. Esta es la opción que queremos buscar contigo. Utilizanos. Puede que no confíes en nosotros, pero debes hacerlo. Es mejor que nos utilices y negocies con el Gobierno de Uganda. Si no haces uso de nosotros, entonces deja Sudán y vete a luchar a tu país». (Riek Macar, 4 de mayo de 2006).
Joseph Kony habla.
Joseph Kony respondió con emoción, con el corazón, a la manera africana:
«Yo, sé que todo el mundo, incluso los periodistas, no me conocen porque es muy difícil acercarse a mí, pero Museveni está bloqueando a la gente para que no me encuentren, así se creen la propaganda de que Kony es un terrorista, Kony es un asesino, pero yo soy un ser humano, como ustedes, y estoy luchando por una causa justa, lo que está pasando en nuestro país es muy malo, por eso estamos en la selva…»
«No puedes estar en la selva durante 20 años por nada, … Lo que está pasando allí es muy malo, el que yo esté en Sudán no significa que sea un terrorista como los árabes, no significa que haya adoptado todo el sistema de los árabes, yo soy africano, siempre seguiré siendo africano y moriré africano, eso es lo que quiero, y todo el mundo debería saberlo…»
«Museveni ha dicho que he sido acusado en La Haya, o en el Tribunal Penal Internacional, los actos de que me acusan no son ciertos. Yo no soy un terrorista, Yo soy también un rebelde en la oposición militar, como el SPLA y algunos otros. Estoy en la oposición, así que si Museveni dice eso, entonces eso significa que todos los líderes de la oposición de África deberían ser llevados a La Haya también, lo cual no es cierto. Esto es lo que deberíais saber».
«Porque somos seres humanos, también conocemos la ley, nosotros queremos la paz. Estamos luchando por nuestra gente, para que sean libres. Luchamos por una buena causa. Queremos hablar de buenas maneras, sin falsedades, no a la fuerza, ni de manera local. También queremos ser internacionales, pero no de la manera en que nos describen los periódicos de Uganda».
«Queremos hablar. Estoy de acuerdo con todo, soy un ser humano, quiero que mi tribu (Acholi) esté bien. Quiero que me comuniquéis qué es lo siguiente que hay que hacer, pero lo que quiero que sepáis es que quiero hablar», (Joseph Kony, 4 de mayo de 2006).
En muchos lugares de la trascripción (a disposición de quien desee solicitármela) Kony repite: «Soy un ser humano… soy un ser humano como ustedes». Esto es su respuesta a muchos años de demonización por parte de la prensa ugandesa y occidental.
Además, Riek Machar regaló 20.000 dólares americanos, como señal de buena voluntad del presidente del sur de Sudán, para Kony. Esto enfureció a muchos de los intereses creados en Uganda y otros lugares. Para muchos de nosotros es difícil comprender que extender una mano de hospitalidad a unos fugitivos políticos, de un país vecino, deba ser recibido con tanto alboroto. ¿Cómo sobrevivieron John Garang y muchos líderes de SPLA durante los 22 años, en los que soportaron la vida en el exilio en Etiopía, Kenia, Eritrea y Uganda, si no hubiera sido por la generosidad de los Gobiernos de los países que los alojaban? ¿Por qué tanto bullicio simplemente por 20.000 dólares, dados a un líder de la oposición? ¿Acaso no es Joseph Kony un ser humano, con dignidad, que deba ser tratado con dignidad y cortesía, como John Garang y los rebeldes del sur de Sudán antes de él?
El LRA y el norte de Uganda son un agujero negro en el que los bien conocidos valores humanos universales se reducen a la nada. ¡Qué pena! ¡Qué dobles criterios! ¡Qué prejuicios tan escandalosos! ¡Qué fracaso de la razón!
Sin embargo, ese encuentro entre el vicepresidente Riek Machar y Joseph Kony debe marcar un momento decisivo en la historia del conflicto y abusos de derechos humanos, en el norte de Uganda. Desde el 4 de mayo, con un poco de suerte los vientos de paz y cambio soplarán en el norte de Uganda. Un cambio a mejor y para siempre. La pelota de la paz se ha puesto en movimiento. Y es imparable.
LA RESISTENCIA A LA PAZ DEL NORTE DE UGANDA
No somos tan ingenuos como para creer que, conseguir la paz en Uganda, va a ser algo fácil. Hay intereses creados por mantener el desastre humanitario en el norte de Uganda, como una preocupación abierta. Estos intereses creados son poderosos y numerosos, incluyen a la propia organización de las Naciones Unidas y el Tribunal Penal Internacional.
El Tribunal Penal Internacional, en octubre de 2005, emitió una orden de arresto para Kony y cuatro de sus comandantes. Esto ocurría al mismo tiempo que el Gobierno del sur de Sudán y gente de buena voluntad estaban empezando a hacer preguntas sobre la sostenibilidad de la violencia en el norte de Uganda. Desde el encuentro de mayo, entre el vicepresidente Riek Machar y Joseph Kony, la persecución de Kony por el Tribunal Penal Internacional se ha intensificado.
Paradójicamente, el Tribunal Penal Internacional está actuando del lado de Museveni, del que se dice que ha comprometido a su país con la convención del Tribunal. Y esto ocurre cuando todos sabemos perfectamente bien que la Uganda bajo el mando de Museveni sufre las más graves violaciones de los derechos humanos por parte del Ejército. Esto es lo que Jemera Rone, coordinadora de Human Right Watch para África oriental, había dicho el pasado mes de septiembre, en el 20 aniversario de su organización, al informar sobre el norte de Uganda.
«El ejército ugandés ha cometido crímenes muy serios que requieren una acusación… La justicia en el norte de Uganda necesita que la Corte Penal Internacional examine a fondo los crímenes cometidos por las fuerzas del Gobierno, contra la población civil, tanto como los cometidos por los rebeldes».
El Tribunal alega que ha llevado a cabo una rigurosa investigación sobre las atrocidades cometidas por el LRA. Muchos ugandeses del norte se muestran escépticos sobre la equidad de las conclusiones del TPI, y mucho menos sobre su neutralidad e imparcialidad. El Tribunal es una controvertida herramienta política, que fue establecida en Europa en 2002, una organización que los Estados Unidos ha rehusado reconocer, por miedo a que sus soldados puedan ser acusados de violación de los derechos humanos, por parte de este organismo, en el caso de que EEUU se vea envuelto en una guerra, como así está siendo actualmente en Irak. Por lo tanto, el Tribunal Penal Internacional es una organización que sólo puede perseguir a los débiles, mientras que es incapaz de perseguir a los fuertes. La justicia de este Tribunal es, por tanto, una justicia ridícula.
Si este organismo fuera serio, deberían también emitir una orden de arresto similar para Museveni, lo cual supondría un logro en la búsqueda de un acuerdo pacífico en el norte de Uganda. Uno también debe preguntar al TPI: En La Haya ¿La justicia es un medio para lograr un fin, o es un fin en sí misma? Parece que este Tribunal representa solamente lo más reciente y no lo anterior. Esto no es más que la santificación de su imagen hacia el exterior. Tras el arresto y muerte de Kony y sus camaradas, en las celdas del Tribunal Penal Internacional, otros Konys aparecerán tras él, y la muerte seguirá reinando en el norte de Uganda. ¿Es eso lo que llama justicia el TPI?
Además, arrestar a Joseph Kony, que reivindica que es un líder de la oposición y un luchador por la libertad, tendrá enormes consecuencias en la lucha por la libertad en todo el mundo. Y así, el TPI tendrá que excavar en los libros y perseguir a Nelson Mandela, que fue acusado de terrorismo en Suráfrica; tendrá que perseguir a los líderes de Hamas, que hicieron estallar autobuses escolares en Israel, en nombre de la resistencia, pero que ahora representan la autoridad Palestina; se le pedirá al TPI que lleve a los ex líderes del apartheid de Suráfrica a La Haya y que anuncie que los esfuerzos del Comité surafricano para la reconciliación y la paz son nulos e inútiles; se demandará al TPI que lleve ante la justicia tanto al Presidente Bush como al Primer Ministro, Tony Blair, por ordenar la guerra en Irak para eliminar a Saddam Hussein, y que llevaron a la muerte a cientos de civiles inocentes, por una violencia sectaria, azuzada a diario por su guerra en Irak. El TPI, al perseguir a Kony, abrirá las compuertas de las peticiones de coherencia por su parte, que sean la policía del mundo y que instituyan los valores sobre la guerra y la lucha por la libertad y la justicia en el escenario mundial. En pocas palabras, el TPI se expone a un inmenso ridículo ante las personas imparciales de todo el mundo.
Por tanto, la actual intromisión del TPI en los esfuerzos por lograr la paz en el norte de Uganda, es un inmenso insulto a la inteligencia africana. Está fuera de lugar.
Los problemas políticos sólo se resolverán con soluciones políticas en el norte de Uganda, no con recomendaciones legales del TPI. El sur de Sudán ha sufrido mucho a manos del Gobierno central de Jartum. Su Gobierno actual, semi autónomo, está liderado por antiguos rebeldes. Ellos saben qué es estar demonizado y ser ignorado por la comunidad internacional. Esto les pone en una situación capaz de ayudar a los ugandeses a solucionar sus problemas, que son de naturaleza étnica y regional, igual que los que Sudán ha estado sufriendo desde su independencia. La intromisión del TPI es una complicación innecesaria, que debe ser considerada sospechosa.
El Gobierno de Uganda, las semanas antes (de la orden de busca y captura de Kony por el TPI), dio signos de mala fe hablando varias lenguas, unas a favor de la paz y otras en favor de la guerra. Los ugandeses del sur tienen una gran experiencia en reconocer el lenguaje de su opresor. Museveni ya ha traicionado bastante con anterioridad, y no es más que un mal relaciones públicas. Es mejor que aproveche la oportunidad, y negocie la paz con el LRA y con el sur, con mediadores internacionales, en lugar de dejar que el TPI libre la batalla por él.
Todas las partes implicadas por su interés particular, (incluyendo los del sur, que cumplen las órdenes de Occidente) deben reconocer que la guerra del norte de Uganda perturbará la paz en el Sur de Sudán. Por tanto, ayudar a Uganda a conseguir la paz, sería actuar en nuestro propio interés. No la paz por que si, sino la paz con justicia. ¿Suena familiar esta declaración?, ¡apuesto a que si!
El Doctor John Akec, analista político afincado en Londres, es el director de una nueva compañía sin ánimo de lucro cuya labor es promover el desarrollo sostenible en el Sur de Sudán. También es el editor de un blog donde ofrece artículos y comentarios sobre Sudán. http://johnakecsouthsudan.blogspot.com/. Se puede contactar con Akec en: [email protected].
Artículo publicado en Sudan Tribune, en Junio de 2006
Traducido por Rosa Moro, Departamento África de la Fundación Sur.