La Unión Africana (UA) celebra dos décadas de vida desde su lanzamiento oficial en Durban (Sudáfrica), el 9 de julio de 2002, como sustituta de su predecesora, la Organización de la Unidad Africana (OUA), que se había establecido en Adís Abeba -donde mantiene también su sede la UA- el 25 de mayo de 1963.
Nacida como encarnación del panafricanismo, la organización se enfrenta a un momento complejo después de hasta seis golpes de Estado en los últimos dos años (dos en Mali y uno en Burkina Faso, Chad, Guinea-Conakri y Sudán) y con conflictos e insurgencias yihadistas ue amenazan la estabilidad en la región.
La UA tiene a sus espaldas, sin embargo, diferentes logros, como las recientes transferencias de poder pacíficas en Zambia, Malawi o Somalia y el lento pero constante progreso hacia la integración continental.
«No debemos olvidar que la UA ha pasado en 20 años de un experimento sobre el papel a una realidad con diferentes herramientas que pueden impactar positivamente en el panorama de paz y seguridad del continente, y eso no es poca cosa», recuerda Imogen Hooper, analista del International Crisis Group (ICG).
Desafíos y retos
La UA cumple sus 20 años con varios obstáculos para cumplir el que fuera uno de los elementos determinantes en su transición de la OUA: el «movimiento de la no interferencia a la no indiferencia», señala Hooper.
La organización ha visto limitada su capacidad para intervenir en conflictos como la guerra entre el Gobierno etíope y la región norteña de Tigré, el conflicto en los regiones anglófonas de Camerún o la insurgencia yihadista en el norte de Mozambique.
«Ha habido una tendencia de los países a clasificar las crisis como problemas domésticos, lo que complica la intervención de la UA por el mandato de respetar la soberanía de sus miembros», apunta la experta del ICG.
También llega socavado a este aniversario otro de los principios fundacionales de la organización: el rechazo a los cambios inconstitucionales de gobierno.
Si bien la UA suspendió rápidamente a Guinea, Mali y Burkina Faso tras los golpes, la organización mantuvo a Chad -después de que una junta militar tomara el poder en el país tras la muerte de presidente Idriss Déby en abril de 2021- y enfrentó división interna antes de decidir finalmente suspender a Sudán tras el golpe del pasado octubre.
En la XXXV Cumbre Ordinaria de Jefes de Estado y de Gobierno de la UA, celebrada el pasado febrero, el presidente de turno de la organización y jefe de Estado de Senegal, Macky Sall, admitió que la UA debería ser «más rigurosa con estos cambios inconstitucionales de Gobierno».
Logros y perspectivas de futuro
A pesar de las dificultades, la UA ha logrado consolidarse como una herramienta aglutinadora impulsando diferentes tratados continentales y una integración creciente del continente.
Entre sus logros, se cuentan el Acuerdo de Libre Comercio Continental Africano (AfCFTA), que entró en funcionamiento en enero de 2021, o la campaña unitaria para adquirir vacunas contra la covid-19 frente al acaparamiento por parte de los países ricos.
La UA «se ha convertido en una vía para una respuesta liderada por África para los problemas de paz y seguridad del continente», señala Hooper, que pone como ejemplo la misión militar de la organización en Somalia, AMISOM, ahora sustituida por la misión de transición ATMIS.
Tras dos décadas en funcionamiento, la UA celebra este aniversario con retos pendientes, como fortalecer la financiación de sus operaciones de paz y seguridad -dependiente en alrededor de un 60 % de donantes externos- o completar la reforma estructural que arrastra desde hace años.
La organización también debe priorizar la crisis climática, teniendo en cuenta que el continente ya se está viendo fuertemente golpeado por sus consecuencias y con vistas a la celebración de la próxima Conferencia de la ONU sobre el Cambio Climático (COP27) este año en Egipto.
A pesar de los obstáculos «sigue siendo una organización vital, concluye Hooper, y «tiene un largo camino por recorrer, pero, sin ella, el continente estaría en un lugar mucho peor».