Traducido para Rebelión por José Daniel Fierro
A la vez que la presión diplomática aumenta sobre el gobierno de Túnez, éste se muestra visiblemente más preocupado por la difusión del movimiento de protestas sin precedentes que conoce el país. Según el gobierno 14 personas murieron el pasado fin de semana, pero esta cifra sería de «al menos 35» de acuerdo con la FIDH (Federación Internacional de ligas de Derechos Humanos). El gobierno ordenó el lunes el cierre de institutos y universidades en todo el país «hasta nuevo aviso».
En circunstancias excepcionales, medidas excepcionales. Para tratar de romper el movimiento de protesta de la juventud tunecina, el gobierno ha decidido cerrar todas las escuelas del país. «A raíz de de los disturbios ocurridos en algunos centros, se ha decidido suspender las clases hasta nueva orden a partir del martes», anunciaron conjuntamente los Ministerios de Educación y Educación Superior.
Igualmente decidieron que «en espera del resultado de las investigaciones para determinar la responsabilidad por los actos de vandalismo cometidos, los exámenes actualmente en curso en las universidades serán suspendidos y retrasados para una fecha posterior».
Este anuncio se produce en un contexto doblemente preocupante para las autoridades. De un lado la movilización juvenil no se debilita. Una manifestación de estudiantes de secundaria y universidad tuvo que ser dispersada por unidades antidisturbios en el centro de Túnez capital. Además las movilizaciones están siendo ampliamente difundidas por las redes sociales Twitter y Facebook, donde la bandera nacional manchada de sangre reemplaza la foto de los activistas en sus cuentas.
Cifras en disputa
Según fuentes sindicales y testigos presenciales, un estudiante fue herido y ocho detenidos durante la represión de las protestas que tuvieron lugar en el campus universitario de la capital, donde las clases están paralizadas desde el 3 de enero, fecha en que debían haber comenzado. Más grave aún fue lo sucedido en Kairouan (en el centro del país), donde el lunes, la manifestación que partió de la Universidad de Rakkada (a 10 km) degeneró en duros enfrentamientos con las fuerzas del orden en el centro de la ciudad, que a la vez se reprodujeron también en varias localidades de la región, consumida por el desempleo, según informaron testigos. Por último las ciudades de Kasserine y Thala continuaron el lunes inmersas en la violencia, así como Regueb.
Según el gobierno los disturbios del fin de semana dejaron un balance de 14 muertos. La oposición habló de 20 víctimas mortales, mientras que la Federación Internacional de Derechos Humanos (FIDH) informó el martes de un balance de 35 muertos confirmados por una «lista nominal» desde el inicio del movimiento de protestas (cuatro muertos, entre ellos dos suicidas fueron identificados con anterioridad a los disturbios de este fin de semana). «Pero el número total de víctimas es mayor», aclaró su presidenta, Souhayr Belhassen. Éste ronda la cincuentena, pero es una estimación.
Un segundo problema para las autoridades tunecinas, mayor que la represión de las fuertes protestas, es el aumento de la presión diplomática. Ya la semana pasada Washington expresó su preocupación ante los conflictos sociales en Túnez y convocó al embajador tunecino Mohamed Salah Tekaya, para pedirle respeto a «las libertades individuales», así como de acceso a Internet. Un funcionario estadounidense se mostró particularmente preocupado por «lo que parece una injerencia del Gobierno de Túnez en Internet, especialmente las cuentas de Facebook», muchas de las cuales han sido atacadas.
El «estatuto avanzado» con la UE en el alero
El lunes, tras los EEUU, la Unión Europea elevó el tono contra Túnez, llegando a condicionar las negociaciones sobre el fortalecimiento de relaciones con este país a la mejora en el respeto de los derechos humanos.
La jefa de la diplomacia europea, Catherine Ashton, pidió a través de su portavoz, Maja Kocijancik, la «liberación inmediata» de los manifestantes detenidos. «Hacemos un llamamiento a la moderación en el uso de la fuerza y al respeto de las libertades fundamentales. Pedimos en particular la liberación inmediata de blogueros, periodistas, abogados y otras personas detenidas, que se manifestaban pacíficamente en Túnez», declaró.
Igualmente afirmó que la perspectiva de fortalecer las relaciones bilaterales UE-Túnez «requiere un mayor compromiso en todos los temas, especialmente en el ámbito de los derechos humanos y las libertades fundamentales».
Túnez, ya vinculado a la UE mediante un acuerdo de asociación firmado en 1995, demanda desde noviembre de 2008 un «estatuto avanzado», como el que ya beneficia a Marruecos. Y la puesta en marcha de las negociaciones sobre esta cuestión fue comunicada en mayo.
De forma valiente, el lunes, Francia rompió su vergonzoso silencio al mismo tiempo que la UE para lamentar los hechos de violencia. Un portavoz del Ministerio francés de Asuntos Exteriores apeló «a la calma».