La combinación de ciberespionaje, crisis política y económica y nuevo contexto internacional pone nuevamente a Estados Unidos al borde de un conflicto bélico, que puede poner en peligro a toda la humanidad. Una verdad descarnada en un sistema decadente.
El huracán Snowden (Edward) desnudó los laberintos del mayor espionaje global en la historia del mundo apoyado por la más sofisticada tecnología, incrementando la crisis económica y política que vive ese país a extremos tales que figuras influyentes, como el ex consejero de Seguridad Nacional Zbigniew Brzezinski, advirtieron el pasado 26 de octubre que la «hegemonía mundial estadunidense tiene los días contados».
Un análisis reciente en diversos medios permite conocer, gracias a los materiales entregados por Snowden, la cantidad de Técnicas que aplica la Agencia Nacional de Seguridad de EE.UU. (NSA, por sus siglas en inglés) que comprenden desde las antiguas y simples escuchas telefónicas, hasta la posibilidad de interceptar comunicaciones on-line, señala un informe de Cubadebate.
«Contando con su especial programa secreto PRISM, la inteligencia norteamericana tiene acceso directo a los servidores de las nueve empresas más grandes de internet ; Microsoft, Apple, Facebook, Yahoo y Google, entre ellos», señala el informe. De esta manera son interceptables mensajes, ya sea instantáneos o en redes sociales, correos electrónicos, e incluso archivos guardados en los servidores.
Los periódicos The Guardian y L’Espresso sostienen que la NSA «en colaboración con sus socios británicos, en primer lugar con el Cuartel General de Comunicaciones del Gobierno, obtuvieron acceso a por lo menos 200 cables de fibra óptica, lo que les perminió interceptar más de 600 millones de mensajes a diario». Además han intervenido «como mínimo tres cables subacuáticos en Italia, accediendo a información clasificada de carácter comercial y militar».
Todo esto en nombre de la guerra antiterrorista (preventiva, ilimitada y sin fronteras) declarada en Washington poco después del 11 de septiembre de 2001. Lo que pocos explican es que el espionaje sobre gobiernos aliados es lógico de acuerdo a los trazados políticos de los años 90 después de la caída de la Unión Soviética: tomar el control del mundo, incluso imponer una gobernanza global, como señalaba el «tanque pensante» Paul Wolfovit ante el Pentágono en 1992.
Pero estos son otros tiempos. Durante una reciente conferencia en la Escuela de Estudios Internacionales Avanzados (SAIS) de la Universidad John Hopkins, Brzezinski recordó que desde 1991 EE.UU. como potencia mundial, «no ha ganado ni una sola guerra» y remarcó que la dominación de ese país -que después de la Segunda Guerra Mundial determinaba la agenda internacional-, ha terminado y no podrá restablecerse durante la vida de la próxima generación.
Si uno considera que Brzezinski no solo fue el consejero del presidente demócrata James Carter (1977-1981) sino el primer director de la Comisión Trilateral, fundada a instancias de David Rockefeller, también consejero del Grupo Bilderberg, integrado por las mayores cadenas empresariales, bancos, gurúes, sectores de inteligencia de las potencias y otros siniestros personajes -conocido como «el verdadero poder del mundo»-, sus palabras suenan a anticipación y advertencia. De acuerdo a un artículo publicado por Rusia Today, Brzezinski señaló también que ninguna de las potencias mundiales puede alcanzar la hegemonía mundial en las condiciones actuales, por lo que Estados Unidos «debe elegir mejor los conflictos en los que va a participar, ya que las consecuencias de un error podrían ser devastadoras».
Y fue más lejos al reconocer que «es cierto que nuestra posición dominante (en la política internacional) no es la misma que hace 20 años y que le ha llegado a Estados Unidos el momento de entender que el mundo contemporáneo es mucho más complicado y más anárquico que en los últimos años después de la Guerra Fría».
Dicho esto por quien trazó durante años los diseños estratégicos en la política exterior norteamericana suena más grave. En estas horas continúan divulgándose más datos sobre el espionaje de la NSA en el Vaticano, incluyendo la residencia donde se alojó el cardenal argentino Jorge Bergoglio, antes de ser elegido Papa, entre diciembre de 2012 y enero de 2013, «su capacidad de liderazgo, su posición sobre derechos humanos, cuestiones sociales y política exterior».
También surgió en estos días que Australia realizó espionaje para Washington en lo que es la región Asia-Pacífico, instalándose al menos cuatro centros claves de espionaje de ese país en el programa «XKeyscore», un sistema desarrollado para búsqueda y análisis de datos en internet.
Los socios de la Alianza del Pacífico estuvieron y están bajo el mando del espionaje cibernético y el Centro Australiano de Señales quedó muy comprometido por las revelaciones de cómo «Australia ha utilizado sus embajadas extranjeras con propósitos de vigilancia en una operación denominada Reprieve», de acuerdo a nuevos documentos de inteligencia.
Además de los escándalos desatados con los socios europeos de Estados Unidos y con países de América Latina y otros, también la NSA infiltró centros de datos de Google y Yahoo, y servidores de Microsoft y Facebook, para obtener millones de cuentas de usuarios, en un proyecto denominado «MUSCULAR», operado conjuntamente con el centro de escuchas británico GCHQ, como informó el periódico Washigton Post.
Al interior del país la protesta contra la NSA en Washington por el espionaje a los ciudadanos estadounidenses marca un inesperado regreso a los tiempos en que una sociedad cansada de mentiras se alzó contra lo actaudo por el ejército en la guerra de Vietnam, y por los miles y miles de muertos en una acción falsificada y ajena.
Esto llevaría a crear un complejo y perverso proyecto contrainsurgente de guerra sicológica para ejercer un enorme control mediático sobre la población estadounidense, que ya estaba funcionando desde fines de los años 90. para aterrorizar a la población con la «amenaza terrorista», paralizarla y hacerla cómplice por ignorancia y terrores y mentiras, impuestos mediáticamente a una sociedad en su conjunto. Después del 11 de septiembre de 2001, Bush y su equipo lograron disciplinar vía el miedo a un pueblo que convalidó las guerras coloniales del siglo XXI.
Pero la elección del demócrata Barack Obama el 4 de noviembre de 2008 fue una primera y clara advertencia de que el pueblo de Estados Unidos quería dar por finalizadas las guerras definidamente coloniales que en nombre del poder hegemónico protagonizaba y protagoniza la Organización del Atlántico Norte y sus ejércitos mercenarios a los que llaman sin pudor «privados».
También la crisis que hoy sacude al país estaba ya en camino con una deuda externa ilimitada la tragedia social que avanza sin murallas de contención dislocando el bello «modo de vida» que antes vendieron al mundo como espejitos. El ex vicepresidente de George W. Bush, el ultramillonario Dick Cheney, advierte sobre la pérdida de credibilidad de su país. No se lamenta por la dramática situación social de su pueblo sino por la «credibilidad perdida» y, algo mucho más grave, porque «se le ha perdido el miedo a EE.UU». ¿Cómo explican esa «democracia» que intentan imponer a sangre y fuego si solo puede funcionar bajo la imposición por miedo? Todo es descarnado en estas horas y la reacción de los fundamentalistas del Tea Party puede ser fomentar la salida de la crisis desatando una guerra, que amenaza a la subsistencia de la humanidad. Por eso ha sido doloroso, pero muy efectivo, este estallido de la verdad sobre un sistema en decadencia.
Fuente: http://www.telam.com.ar/notas/201311/39843-eeuu-la-verdad-desnuda-decadencias-anunciadas.html