Aparentemente resuelta la rebelión del Grupo Wagner del último fin de semana (Ver: Rusia, un día que no estremecerá al mundo), una de las primeras preguntas que surgieron es cuál será la suerte de la empresa de Yevgeny Prigozhin en los países africanos donde está operando. Y particularmente en Mali, donde su presencia comenzó a finales del 2021 tras el fin de la Operación Barkhane, el gran fracaso del ejército francés que después de diez años debió retirarse dejando tras de sí una estela de acusaciones que le responsabilizan de haber permitido la expansión de los grupos terroristas que decía iba a combatir. A consecuencia de ello y a los abusos cometidos por los militares franceses contra la población civil de ese país, a lo que hay que sumar la matanza de Bounty en la región de Mopti -una aldea bombardeada por la aviación francesa donde fueron masacrados unas 25 civiles en marzo del 2021- ha reverdecido con mucha fuerza, fundamentalmente en Mali, pero también en Burkina Faso, Chad y Níger, el dormido sentimiento de odio y desprecio que las excolonias profesan a su antigua metrópoli.
Quizás cinco o seis días sean muy pocos para una evaluación profunda del control de daños que se tiene que hacer tras la aventura del fin de semana de Prigozhin y sus muchachos y qué consecuencias inmediatas puede provocar en el futuro cercano en Mali y en la República Centroafricana (RCA), donde los mercenarios rusos operan desde 2018, y en Libia, donde una importante dotación de la Wagner se encuentra desplegada en el este del país asistiendo al general Khalifa Hafther, y que según los últimos informes no se habrían producido movimientos extraños.
Algunos dicen que los mercenarios de Prigozhin están teniendo presencia en la guerra civil sudanesa, pero no hay información corroborada al respecto, mientras que posiblemente se detengan las avanzadas negociaciones que tenían con las juntas militares que gobiernan Burkina Faso y Ghana. Más allá de los planes de negocios de Prigozhin habrá que profundizar la mirada en Mali, el país más comprometido por el terrorismo wahabita, que en el continente africano se ha transformado en un mal crónico que no para de crecer.
Tanto el Jamāʿat nuṣrat al-islām wal-muslimīn (Grupo de Apoyo al Islam y los Musulmanes o JNIM), tributarios de al-Qaeda como el Estado Islámico del Gran Sáhara (ISGS), la khatiba más activa del Daesh global, no solo resistieron a las operaciones francesas, sino que incrementaron sus acciones en el norte de Mali y se expandieron a Burkina Faso generando miles de muertos y cerca de tres millones de desplazados. Y también en Tillabery, la región del este de Níger donde sus khatibas, aprovechando la porosidad de la triple frontera (Burkina Faso, Mali y Níger), operan a su antojo. Además de que estos grupos terroristas ya alcanzan a operar en las naciones del Golfo de Guinea teniendo particularmente a Togo cómo su principal objetivo en ese litoral.
Mientras Bamako, días antes del estallido del conflicto en Rusia con la Wagner, había exigido al Consejo de Seguridad de la ONU, la retirada de los 13.000 mil hombres de la Misión Multidimensional Integrada de Estabilización de la ONU en Malí (MINUSMA) la que para el Gobierno del país africano, encabezado por el coronel Assimi Goïta, no solo también ha fracasado tras diez años de presencia, sino que al igual que la Barkhane, según el coronel Goïta “es parte del problema y alimenta las tensiones entre las distintas comunidades del país”. Las cuales se están saldando con muertos y la destrucción de sus unidades productivas, grietas aprovechadas por los muyahidines, que están arrastrando a sus filas a los más jóvenes
Dada la gravísima situación de seguridad que viven casi todos los países del Sahel, a lo que se suma la carrera hacia el golfo de Guinea, que se articula con la de otras naciones donde el terrorismo se ha convertido en pain quotidien, en algunos casos desde hace más de una década como sucede en Nigeria o en la República Democrática del Congo (RDC) o en otros países donde se ha instalado hace pocos años, como en Mozambique, además de continuar de modo intermitente, como en Uganda, donde después de años de silencio a mediados de junio produjo un sangriento ataque a una escuela que dejó 41 muertos, la mayoría de ellos estudiantes (Ver: Uganda, la feroz máscara del terror).
Mientras tanto en otros países asolados por el terrorismo wahabita, las fuerzas extranjeras alentadas por Naciones Unidas, como en Somalia, han comenzado el proceso de retirada, la Misión de Transición de la Unión Africana en Somalia (ATMIS, por sus siglas en inglés), compuesta por efectivos de Uganda, Kenia, Djibouti, Eritrea y Egipto, acaban de entregar tres bases al ejército somalí para que éste se hagan cargo de continuar sus operaciones contra al-Shabbab, la poderosa franquicia de al-Qaeda en el Cuerno de África que ha obligado, en secreto a voces, al incremento constante de la presencia norteamericana, por ahora limitada a operaciones aéreas y de inteligencia.
La peligrosa herida que pudo haber generado la aventura de Prigozhin deberá ser curada con urgencia por Moscú, mientras el Kremlin siempre ha sostenido que la colaboración con Mali siempre ha sido de Estado a Estado y la Wagner solo han actuado como tercerizada, por lo que, adelantándose a cualquier conjetura, el canciller ruso Sergei Lavrov, en recientes declaraciones, aclaró que la rebelión de Wagner “no afectará a la relación entre Moscú y sus amigos africanos” y que el trabajo que la empresa estaba realizando en Mali y República Centroafricana de dar entrenamiento a las tropas locales se seguirá llevando a cabo.
Lavrov también aseguró que en el marco de la inestabilidad, que puede incrementarse a consecuencia de la confusa situación de la Wagner, continúan los avances para la Segunda Cumbre del Foro Económico y Humanitario Rusia-África, para la Paz, la Seguridad y el Desarrollo, que se realizará en la ciudad de San Petersburgo a finales del próximo julio.
Los muyahidines saben de qué se trata
Cómo para recordar que ni Occidente, ni Rusia pueden dar un portazo y abandonar a los coroneles de Bamako, ni a sus vecinos, para que resuelvan solos la cuestión de la guerra contra el terrorismo, el martes por la noche milicianos del ISGS asaltaron las aldeas de Gaena y Boya, en la provincia de Gao, en el norte de Mali y ejecutaron al menos a 17 personas además herir a una decena y secuestrar a otros seis aldeanos. Algunas fuentes locales atribuyen el hecho a los enfrentamientos entre el ISGS y elJNIM,
Si bien la MINUSMA solo se limitaba a brindar seguridad y asistencia sanitaria en Bamako y otros grandes centros urbanos que no suelen ser blanco de los rigoristas, la fuerza de las Naciones Unidas que se retirará en las próximas horas del país contribuía a disuadir las acciones terroristas, aunque para muchos locales la MINUSMA dejaba hacer en áreas donde no estaba comprometida la exigencia de la Junta de Transición de Malí para la retirada de estos efectivos, que se han visto envueltos en varios escándalos, el último y más resonante la detención de unos 50 militares marfileños que llegaron fuertemente armados y sin autorización al aeropuerto de Bamako bajo el amparo de la MINUSMA, lo que la inteligencia malí interpretó como un intento de desestabilización. Finalmente el escándalo, solo diplomático, se terminó saldando con tensas negociaciones entre Mali y Costa de Marfil.
El Gobierno malí se enfrenta en este momento a una extraña circunstancia, ya que todavía no se resuelve el destino de los entre 1.000 y 2.000 efectivos de la Wagner, que en Mali brindan asesoramiento y entrenamiento. Pero existe otra realidad que es más acuciante para los hombres del presidente Goïta, saber si Moscú podrá seguir suministrando municiones y piezas de repuesto para sus armas, ya que de no poder hacerlo, prácticamente la totalidad de las operaciones de las Fuerzas Armadas de Mali (FAMa) se verían significativamente afectadas, por lo menos hasta que el flujo, en manos del Grupo Wagner, pueda ser restablecido.
Por ahora nada ha cambiado bajo el sol africano, pero se sabe que esa situación puede variar en horas, según el Departamento de Estado encuentre la manera.
Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central. En Facebook: https://www.facebook.com/lineainternacionalGC.
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