Lamentablemente, aunque Marruecos ratificó la Convención de Ginebra de 1951, es muy difícil que el país alaouita cumpla en la realidad ese acuerdo internacional firmado. La buena marcha del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) en Marruecos, ha hecho que se identifiquen un número considerable de Refugiados entre los flujos migratorios que […]
Lamentablemente, aunque Marruecos ratificó la Convención de Ginebra de 1951, es muy difícil que el país alaouita cumpla en la realidad ese acuerdo internacional firmado. La buena marcha del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) en Marruecos, ha hecho que se identifiquen un número considerable de Refugiados entre los flujos migratorios que cruzan este país. ¿Qué pasa con estos Refugiados una vez que retiran su Estatuto de las oficinas de ACNUR en Rabat ? A continuación un rosario de declaraciones de los propios refugiados nos muestra cómo es su día a día en Marruecos.
«Soy Costamarfileño. Refugiado político. Me encuentro en la ciudad de Oujda, más precisamente en la facultad con otros inmigrantes. Hace unos días viajé a esta ciudad para encontrarme con un amigo estudiante. Antes de salir de Rabat, donde vivo, pedí parecer a ACNUR sobre mi viaje. ACNUR me contestó que soy refugiado reconocido, con derecho a la libre circulación, etc…. Llegué a Oujda, vi a mi amigo, y volví a la estación de tren para volver de nuevo a Rabat. Allí en la estación no querían venderme el billete del tren y uno de los policías me dijo de ir a comisaría para que me diesen un salvoconducto y así poder viajar. Me presenté en comisaría, allí miraron mi estatuto de refugiado y dijeron que esos papeles eran falsos. Les dije que llamasen a ACNUR para verificar la autenticidad de los documentos y me dijeron que no tenían medios económicos, así que saqué dinero de mi bolsillo y se lo di para que llamasen. Me detuvieron y a las seis de la tarde me deportaron a la frontera con Argelia. Allí, los militares argelinos me robaron y me pegaron, haciéndome volver hasta Marruecos. Marché a pie hasta Oujda. Llamé a ACNUR para que intervinise y recuperar mis papeles. ACNUR ha hablado con las autoridades marroquíes pero aún sin respuesta. Ellos no están autorizados a desplazarse hacia aquí para ayudarme, así que aquí estoy bloqueado, sin papeles, con riesgo de que en una redada sea deportado de nuevo. Estoy verdaderamente con la moral y la salud por los suelos».
«Soy Costamarfileña. Con dos hijos. Refugiada política. No tengo aún permiso de residencia, un sólo papel expedido por ACNUR me identifica como Refugiada. Este papel no es respetado por ninguna administración, empresa o individuo al que me he dirigido para pedir ayuda o trabajo. No recibo ninguna ayuda económica y siempre dependo de ACNUR para cualquier pequeña cosa. Ni la asistencia médica aquí es fácil, ni mis hijos, ni los hijos de otras refugiadas que conozco tienen acceso a la educación. Vivo de la mendicidad»
«Soy congolesa. Tengo una niña en España que cruzó a Melilla cuando estaba conmigo, a mí me deportaron aunque pedí asilo delante de la guardia civil. Ahora soy refugiada reconocida por ACNUR Rabat, mi marido también. No tengo permiso de residencia, sólo un papel expedido por ACNUR. Este papel no es reconocido en Marruecos y no nos permite trabajar ni a mi marido ni a mi. Vendo pescado salado para poder vivir, lo vendo a otros africanos claro está porque casi no tenemos relación con los marroquíes. El nivel de racismo de esta sociedad es tan preocupante que asusta».
«Soy Costamarfileño. Refugiado político. Hemos creado un comité de costamarfileños refugiados para plantear delante de ACNUR todos los problemas que vivimos en este país. Llevar una vida normal aquí es prácticamente imposible. Ninguno de los que hemos ganado el estatuto, dentro de nuestra comunidad, han tenido acceso aún a buscar un trabajo, o un medio de vida, y claro está, ninguno tiene un permiso de residencia expedido por una autoridad marroquí. Estamos forzados a pedir nuestra reinstalación en otro territorio donde los derechos de los refugiados sean verdaderamente respetados».
«Soy Congolés. Refugiado político. No recuerdo cuántas veces he sido expulsado a la frontera con Argelia desde que era demandante de asilo. Aún no me han deportado con el estatuto de refugiado pero conozco otros casos que han sufrido deportaciones siendo ya refugiados. La presión policial es asfixiante y la tensión del día a día muy dura. Sinceramente el trabajo de ACNUR en Marruecos es encomiablepero está limitado y controlado por las autoridades marroquíes. No entiendo cómo Naciones Unidas no es capaz de enfrentarse a Marruecos para respetar nuestros derechos».
LOS REFUGIADOS MANIFIESTAN QUE :
El estatuto de refugiado, así como el documento de demanda de asilo, expedidos por ACNUR no son respetados en muchas ocaciones por las autoridades marroquíes, ésto se manifiesta en detenciones y deportaciones. La pasada semana dos demandantes de asilo fueron deportados a Argelia, uno de ellos enfermo cuando volvía del hospital y el otro detenido cuando iba a entrar a la iglesia.
El estatuto de refugiado no les da acceso ni a permisos de residencia ni a ayudas financieras.
El estatuto de refugiado no les da acceso a una posibilidad laboral.
El estatuto de refugiado no les da acceso ni a la sanidad, ni a la educación para sus hijos.
ACNUR tiene el freno de las autoridades marroquíes que no permiten a este personal de naciones unidas desplazarse a zonas fronterizas.
El nivel de racismo social e institucional del país alaouita es prácticamente insoportable.
Las mujeres refugiadas a todas estas dificultades unen su condición de mujeres, en un país donde la discriminación por cuestión de género es inmensa. «Lo peor es ser refugiada, pobre y negra en un país como éste», denuncian amargamente algunas de ellas.
Se ven obligados a pedir la reinstalación en otros países porque no tienen la posibilidad de una vida digna en Marruecos.