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Las buenas noticias sobre África son malas para los negocios

Fuentes: Africa Fundacion

¿Me creerían si les digo que escribir una historia positiva de África sería malo para las estadísticas de lectores de un periódico? ¿Les parecería más creíble si se lo dijera un columnista del New York Times? «Ya es muy difícil tener lectores interesados en África, (cada vez que escribo sobre África mi columna se desploma) […]

¿Me creerían si les digo que escribir una historia positiva de África sería malo para las estadísticas de lectores de un periódico?

¿Les parecería más creíble si se lo dijera un columnista del New York Times?

«Ya es muy difícil tener lectores interesados en África, (cada vez que escribo sobre África mi columna se desploma) y una columna de buenas noticias, que no esté ligada a una crisis (¡Benín prospera!), francamente tendrá cero lectores.» Nicholas D. Kristof, NYT, 1 de julio de 2011.

Los comentarios de Kristof aparecieron hace unos días en conjunto con un artículo que él mismo escribió titulado: Una aventura africana y una revelación. El artículo describe un viaje reciente que hizo a «cinco países particularmente malditos».

Confieso que la utilización de «países malditos» en el primer párrafo me puso la piel de gallina. Y francamente, estuve tentada de no perder tiempo en seguir leyendo. Me preguntaba si sería un artículo de pobreza, niños hambrientos, mala economía y gestión ambiental, corrupción y un poco de derramamiento de sangre, en buena dosis. Empecé a bajar con el ratón sobre el texto y entonces me llamó la atención una parte del blog de Kristof que se incluía en el artículo: «¿Cómo deberíamos cubrir África?» En su blog, del que también viene la cita que acabo de mencionar, Kristof afirma:

«El resultado es que me temo que a veces creamos una percepción pública de África como un caso perdido, en cierto modo desalentamos el turismo y la inversión en negocios. Si ese es el caso, entonces nuestros esfuerzos por ayudar a África no hacen sino perjudicarla».

Esas dos frases acapararon mi interés lo suficiente como para animarme a volver al artículo original. Éste es un asunto sobre el que he pasado mucho tiempo reflexionando, y ha sido un tema de conversación candente en la comunidad de blogueros de Ghana. Así que tenía curiosidad por ver cómo lo abordaba Kristof.

Desafortunadamente, estuvo bastante a la altura de mis expectativas -guerra, sida, corrupción, burocracia, palizas, grupos de ayuda y las ocasionales «quitadas de sombrero» ante los presidente de Estados Unidos, pasados y presentes, por sus intervenciones. La única luz positiva era la tecnología -la emergencia de la energía solar y la asimilación de los teléfonos móviles-. Para cuando llegué al final del artículo verdaderamente sentía que Kristof estaba luchando contra su propio dilema, quería escribir algo bueno, pero no tenía nada bueno que decir. Al final, se revierte hacia un cliché de nativos silvestres/felices:

«Este es el tipo de historia sobre África que se escucha normalmente -una pizca de armas y de caos- y es real, pero también incompleta. Como descubrieron los ganadores de mi «Gana-un-viaje» en este viaje, la pobreza es descorazonadora y la inseguridad ominosa. Pero las jirafas y los lugareños son ambos increíblemente acogedores y el progreso en estos momentos es efervescente».

Sospecho que hay mucha gente que es perfectamente feliz con historias como esta. Kristof asegura que sus lectores en realidad no están interesados y yo he estado tentada también de sugerir que muchas ONG sufrirían realmente si los periódicos empezasen a escribir buenas noticias. Cuando CARE Internacional llevó a Bill Bryson a Kenia, el año pasado, estoy segura de que no perdieron tiempo llevándole a alojamientos de lujo; ésa no era la historia que interesaba que contase. El presupuesto de la ayuda se está reduciendo y los gobiernos están siendo presionados para gastar esa ayuda en el país y no en el extranjero. Del mismo modo, hay muchos gobiernos en África que cuentan con su presupuesto de ayuda para sobrevivir el próximo año fiscal.

Así que ¿Cómo podemos responder a la pregunta de Kristof, «cómo deberíamos cubrir África»? Creo que la respuesta está en complicar más que en simplificar la historia. La respuesta, especialmente para los periódicos como NYT es explicar las complejidades del asunto, tomar a sus lectores de la mano y llevarlos al corazón de la historia. Aquí van tres ejemplos:

Geografía:

Empecemos con las cosas fáciles. África es un continente, no un país. África está formada por 54 Estados soberanos y seis diferentes regiones simples:  África del Norte, África Austral, África Occidental, África Oriental y África Central o África Subsahariana. Si desea limitar la búsqueda aún más, se pueden hacer agrupaciones regionales como países pertenecientes a la SADC o a ECOWAS.

Entonces, el artículo de Kristof, en lugar de referirse a África en conjunto, podría haber especificado refiriéndose a África Occidental. Esto habría puesto a sus cuatro países en un contexto geográfico mucho más específico. Si se quiere, se puede poner incluso en un contexto estadounidense -usar Ghana como punto de referencia, usar la visita del presidente Obama en 2009 como punto de referencia, utilizar la visita de Michelle Obama a Suráfrica (muy lejos) como punto de referencia. En definitiva, dar a la gente una manera de comprender dónde están realmente estos países.

¿Por qué estamos allí?

Me pregunto qué pasaría si se produjera un cambio en la forma de escribir sobre África, en lugar de «dar», hablar de «invertir». En lugar de dar dinero a África por razones humanitarias, llamemos a las cosas por su nombre y admitamos que los gobiernos extranjeros están invirtiendo. Seamos honestos y reconozcamos que la ayuda está ligada al comercio, la ayuda está ligada a imperativos económicos a largo plazo. Algunos de ellos son embarazosamente comerciales, como querer el acceso de las compañías mineras y otras con implicaciones sociales directas. Por ejemplo, invertir en el sistema sanitario de otro país tiene implicaciones globales: SARS [Síndrome Respiratorio Agudo Severo] demostró claramente el alcance de una epidemia sanitaria en un país. Estoy segura de que los lectores del NYT podrían apañárselas con eso, o con un concepto como el hecho de que combatir la pobreza es una forma de combatir el terrorismo. Me pregunto que si esto fuera explicado claramente podría hacerse que se interesasen por combatir el terrorismo alimentando a la gente en lugar de matándola.

A la gente no le interesan historias porque no puede responder claramente a la pregunta de, ¿qué tiene que ver conmigo? La respuesta a esa pregunta es -una inmensidad- y toca a periódicos como el New York Times explicar eso.

¿Por qué se comporta la gente como se comporta?

Kristof describe un «tumulto» de un mercado de pescado que surge frente a una cámara. Lo expone como un ejemplo de una «melé» en Mauritania, un bonito ejemplo de personas no gobernadas en un país maldito. Dice que no sabe por qué ocurre el acontecimiento.

Me temo que no me trago la explicación de la «chiripa». Puede que si se hubiera tomado el tiempo para preguntar a la gente que habla la lengua qué estaba pasando, podría haberse hecho una idea de los matices de la situación. (Quizás sí lo hizo, pero no obtuvo una buena respuesta y no siguió con ello). He visto pasar ese tipo de cosas a Nyani, la gente que se opone a una cámara o a que le tomen fotografías. Pero siempre hay una razón, puede ser cultural, puede ser histórica, puede ser emocional, puede ser personal, pero siempre hay una razón.

Los lectores del New York Times deberían ser capaces de entender las razones, porque cuantas más razones escuchemos, más comprenderemos. Cuanto más sabemos, más comenzamos a comprender que a las gentes de África «les gusta su privacidad», o quieren contar sus historias, quieren ganarse la vida, quieren poner comida en sus mesas, quieren que sus hijos crezcan y tengan buena vida, quieren algún lugar seguro, limpio y seco donde vivir. Quieren divertirse, quieren reír, quieren pasar tiempo con sus familias y celebrar.

¿Les suena familiar?

Si los lectores de Kristof no leen su columna cuando escribe sobre África, ¿es culpa del tema o de la presentación? Mis lectores se han triplicado en los últimos seis meses, y la mayoría de ellos son de Estados Unidos. Seguro que mis lectores en los últimos cinco años, probablemente no se acercan ni de lejos a los que el New York Times tiene al día, pero mis estadísticas sugieren que hay mucha gente en Estados Unidos que está interesada por lo que pasa en África. Lo que puedo decir desde la comunidad de blogueros de Ghana es que hay mucha gente en Estados Unidos que también lee sus blogs. Y puede que deba hacer una parada también por Global Voices, y ver si alguien lee sobre África allí.

Puede que sencillamente la gente esté cansada de escuchar siempre la misma historia una y otra vez.

Puede que África no sea el problema, es hora de empezar a contar una historia diferente.

Tomado del blog de la periodista australiana Fiona Leonard, que vive en Ghana: A fork in the road, donde fue publicado el 4 de julio de 2011.

Traducido por Rosa Moro, de Fundación Sur.

Fuente: http://www.africafundacion.org/spip.php?article9478

rCR