Un franco punto de vista de una princesa suazi, sobre la poligamia, la metió en serios problemas, en su problemático reino. «La poligamia da todas las ventajas de una relación al hombre, y esto, para mi, es injusto y malo». Declaró la princesa Sikhanyiso en una reciente entrevista publicada en la prensa. La princesa, de […]
Un franco punto de vista de una princesa suazi, sobre la poligamia, la metió en serios problemas, en su problemático reino. «La poligamia da todas las ventajas de una relación al hombre, y esto, para mi, es injusto y malo». Declaró la princesa Sikhanyiso en una reciente entrevista publicada en la prensa.
La princesa, de 18 años de edad, la hija mayor del rey Mswati III, e hija de su primera mujer, ha sido amordazada desde entonces. Los intentos de hablar con ella, la semana en la que su padre contraería matrimonio con su esposa número 14, han sido en vano, ni con ella, ni con su madre.
El rey de Suazilandia reinstauró en 1999 una tradición conocida como el ‘baile de los juncos’, que se celebra a principios de septiembre y al que acuden jóvenes de todos los puntos del país para bailar ante el rey. De entre todas, el monarca selecciona a una para convertirla en su esposa. Este año Mswati III, de 38 años de edad, ha tomado la decimocuarta esposa de entre las muchachas que, a pesar de la polémica, participan en esta tradición.
La entrevista de la princesa fue inicialmente publicada por el ‘Times’ de Suazilandia, pero nunca continuó. Se cree que el periódico fue convocado a palacio por el rey, para que explicase por qué había publicado una historia que había enfurecido y dejado atónita a la familia real. Una fuente afirma que «en el palacio opinan que el periódico debería ser más cauteloso». Un analista de Suazilandia declaró que «el rey escuchó la cinta en la que estaba grabada la entrevista y que no estaba precisamente contento con ello».
Los grupos de Derechos de la Mujer no podrían haber deseado una defensora de su causa más importante que la princesa Sikhanyiso, especialmente en relación con una institución que es ‘central’ en la cultura de los suazis. La poligamia fue consagrada en la nueva constitución de Suazilandia como un «derecho del hombre», a principios de este mismo año.
La constitución, convertida en la ley por el rey Mswati III, que tiene 13 mujeres, reconoce el matrimonio como un rito de costumbres, que incluye múltiples parejas. Pero no sanciona el matrimonio forzado, una práctica conocida como kuteka, otra tradición suazi que condenan muchos grupos de defensa de los Derechos Humanos.
Los tradicionalistas no han temido enfrentarse a la princesa Sikhanyiso: «la poligamia no es una moda, es parte de nuestra cultura. No puedo comprender cómo una persona puede tener agallas para criticarlo en público», declara Moi Moi Masilela, uno de los parlamentarios nombrados por el rey Mswati III.
Para ilustrar el punto de vista de los tradicionalistas sobre las relaciones sexuales que tanto enfurece a algunas mujeres suazis, Masilela explica: «¿Qué cómo se satisface a una mujer en la cama? Una vez que la mujer concibe, demuestra que está satisfecha». Algunos analistas dicen, contrariamente a lo que piensan los defensores del rey, que esto va más allá de la preparación de la princesa, el pueblo opina que la princesa, considerada como un modelo a seguir por las jóvenes suazis, es madura y dice lo que piensa.
Otra versión de la historia es que la princesa ha dirigido estos mordaces comentarios sobre la poligamia hacia algunas de las mujeres de su padre. Se cree que algunas esposas, se molestaron por las declaraciones y se negaron a asistir a la reciente celebración de la tradicional danza Lutsango, un regimiento de mujeres mayores casadas.
Estas reacciones sofocadas, incluso provenientes de grupos de defensa de los Derechos Humanos, muestra que las declaraciones de la princesa han tocado un tema sensible.
La portavoz del Grupo de Acción suazi contra el Abuso, Hlobisile Dlamini, afirma que no fue muy profesional el entrevistar a una niña sobre semejante tema. «Ella se ha puesto en una situación difícil, porque ha creado mucha controversia. Esto la afectará como individuo dentro de la familia real». Sin embargo el grupo considera sus manifestaciones «responsables por su parte, ya que, siendo un modelo para la juventud, mostró preocupación sobre la pandemia del SIDA» y el rol que la cultura juega en la expansión de esta enfermedad. «Fueron unas declaraciones muy responsables que necesitarían articularse de una forma más madura», concluye Dlamini.
Artículo aparecido en el diario surafricano, ‘Mail & Guardian, el 01-09-2006 Traducido y adaptado por Rosa Moro de Fundación SUR