En los días que corren las informaciones oscilan entre grandes desastres, guerras indefinidas, otras interesadas, cataclismos naturales, la crisis económica general y… la campaña electoral en los Estados Unidos de América. Dos candidatos aspiran a un nuevo período presidencial, el actual Presidente Barack Obama, por el Partido Demócrata y el aspirante republicano, Mitt Romney. Como […]
En los días que corren las informaciones oscilan entre grandes desastres, guerras indefinidas, otras interesadas, cataclismos naturales, la crisis económica general y… la campaña electoral en los Estados Unidos de América. Dos candidatos aspiran a un nuevo período presidencial, el actual Presidente Barack Obama, por el Partido Demócrata y el aspirante republicano, Mitt Romney. Como cosa natural, no existe candidato por los indocumentados, los sin trabajo, los soldados veteranos de guerra abandonados por la élite gobernante, los pendientes de desalojo por vencimiento de sus hipotecas y los estudiantes sin estudios.
Decenas de millones de dólares son empleados en la publicidad de ambos contendientes, que buscan convencer a la minoría que votará en las próximas elecciones de noviembre, ya que no resultará una sorpresa el gran por ciento de abstención de la población estadounidense, dada la falta de credibilidad de ambos partidos y sus representantes como fórmula de solución a los problemas enfrentados. Aunque sus consignas y oportunas promesas afloran constantemente en sus presentaciones públicas, aparte de sacarse los trapos sucios mutuamente.
El gran espectáculo como tradición en el país norteño parte de la competencia de quién recauda más dinero para la campaña, donde no siempre el actual Presidente Obama marcha a la cabeza; ya que el multimillonario Romney, acompañado por los sectores de la ultraderecha y sus propios recursos, pueden alcanzar cifras inimaginables para lanzarlos en el sumidero propagandístico. Todo esto es observado y digerido por la población que comienza a despertar en busca de un verdadero cambio en la situación interna del país. Wall Street, los grandes bancos y la reserva federal actual con independencia y falta de sensibilidad ante los problemas planteados. Cada día que pasa hay menos creyentes en las bondades y posibilidades del sistema.
Tanto para Obama, como para Romney las tareas son similares y sus situaciones pasan igual por los sectores que realmente rigen la política norteamericana, así los grandes consorcios bancarios, la maquinaria bélica industrial, los magnates poseedores hasta de los grandes medios de comunicación serán quienes dirán la última palabra para el accionar de quien sea elegido. El ganador puede ser cualquiera de los dos, el triunfador será, el mantenimiento un tiempo más del sistema capitalista; los votantes reales no verían la realidad del cumplimiento de las promesas pre-electorales.
Un gran cúmulo de problemáticas requieren inmediata atención y cambio de dirección; la crisis mundial económica toca ya fronteras con pocas perspectivas de solución. Ben Bernanke, Presidente de la Reserva Federal (privada) así lo anunció en la Cámara de Representantes y el Congreso en días recientes. Las aventuras de guerra en pos de controlar el mundo petrolero en el Medio Oriente se ha convertido en un pantano donde no se llega a conclusiones de irse o quedarse. Mientras, los halcones norteamericanos trabajan en la búsqueda en nuevas posibilidades de zonas de guerra, para garantizar el aumento de inversiones en armamentos, mayor reclutamiento de carne fresca militar, ignorando la situación de su propia población, que algún día no lejano despertará. No debe extrañarnos, que cerca de la celebración de las elecciones se produzcan acciones bélicas directas para reforzar la posición del candidato más factible en acceder a la Presidencia, Barak Obama.
La polarización hegemónica del poder a nivel mundial, lejos de fortalecer la imagen y su desmedido desarrollo, lejos de beneficios al país, lo ha ido lastrando y arrastrando a situaciones pico, sin soluciones reales. El mundo cada día es más difícil de engañar con cantos de sirena y la prepotencia del imperio americano hace agua en sus ambiciones expansionistas, en contubernio con las potencias occidentales arrastradas en su economía y guerras no deseadas, con políticas desarrolladas contra sus propias poblaciones.
El Dios Dinero no es capaz de resolver los actuales problemas del capitalismo en los órdenes económicos, político y social; gane quien gane.