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Hillary mantiene una ventaja sólida por sobre Trump, pero quedan escollos por sortear

Las claves de la recta final en EE.UU.

Fuentes: Página/12

A 65 días de las elecciones, la política gana minutos de pantalla y protagonismo en las conversaciones cotidianas, y aquellos que aún no tomaron una decisión empiezan a definir su voto, inclinando la balanza hacia uno u otro lado.

Desde Nashville, Tennessee

Mientras Hillary juega a hacer la plancha, Trump busca revertir su desventaja. Labor day, el Día del Trabajo en los Estados Unidos, se celebra cada primer lunes de septiembre y marca, de manera no oficial, el final de la temporada veraniega en este país. Cada cuatro años, además, es la señal de largada de la recta final de la campaña presidencial: tras el regreso de las vacaciones, la política gana minutos de pantalla y protagonismo en las conversaciones cotidianas, y aquellos que aún no tomaron una decisión empiezan a definir su voto, inclinando la balanza hacia uno u otro lado. A 24 horas de esa fecha, la carrera presidencial muestra un panorama extraño. Si bien Hillary Clinton mantiene una ventaja considerable en las encuestas nacionales y en casi todos los estados clave que definirán al ganador, el escenario cambió bastante respecto a un mes atrás, cuando todas las encuestas y modelos predictivos inducían a pensar que podría haber una paliza electoral de la candidata demócrata. Hoy, menos de cuatro puntos la separan de su rival, el republicano Donald Trump, y la moneda está en el aire. Quedan algo más de nueve semanas hasta los comicios, y lo que suceda en estos 65 días tendrá consecuencias directas en quién va a ser el próximo presidente de los Estados Unidos. A continuación, repasaremos diez asuntos clave que pesarán en esa definición:

La economía: No es ningún secreto que las elecciones presidenciales son, en general, una evaluación del gobierno en curso y que, de todos los temas que pesan en esa decisión, el bolsillo tiene quizás el mayor valor relativo. En otras palabras, una economía floreciente le da una ventaja apreciable al oficialismo; problemas en ese rubro significan un handicap para la oposición. Esta semana, se difundieron los últimos números acerca de la marcha de las finanzas en los Estados Unidos, y tanto Clinton como Trump tienen argumentos para llevar agua para su propio molino. La candidata demócrata destaca que se crearon 150 mil nuevos puestos de trabajo y que la desocupación se mantiene debajo de los cinco puntos. Desde el lado republicano se señala que estos puestos de trabajo tienen salarios bajos y que el crecimiento de la economía está planchado. Esta semana, el tema fue protagonista del nuevo aviso de campaña de Trump.

Los apoyos: Hillary Clinton está jugando una campaña ausente. Tiene tanta confianza en su victoria que prefiere exponerse lo menos posible y dejar que el desgaste de Trump y el paso del tiempo hagan lo suyo. En la última semana solamente hizo un acto público, no da conferencias de prensa desde hace casi 300 días y por ahora no parece que esa estrategia vaya a cambiar. En ese sentido, resultará clave lo que puedan traccionar para ella otras figuras del partido demócrata. Mañana compartirá un acto por el Labor Day con su antiguo rival en la primaria, Bernie Sanders, pero también harán apariciones de campaña en las próximas semanas el presidente Barack Obama, la primera dama Michelle Obama y el vice Joe Biden. Resta por ver si con eso alcanza. Por el lado de Trump, que lleva adelante una campaña hiperpersonalista y no deja que nadie empañe su presencia, se puede contar como una pequeña victoria la decisión de dos figuras históricas del partido republicano, los ex secretarios de Estado Henry Kissinger y George Schultz, de no apoyar a ninguno de los dos candidatos aún cuando se rumoreaban que podían inclinarse por Clinton.

Los emails: Cada vez que el escándalo por el uso de emails privados durante su paso por la función pública ocupó las primeras planas, la intención de voto de Hillary Clinton cayó invariablemente. Y si bien la estrategia demócrata es no salir a contestar las acusaciones e intentar que el tema se diluya, esto parece poco probable, ya que hay tiempos legales en las diversas investigaciones sobre el tema que vencen antes de noviembre, prometiendo nuevos titulares. Para peor, Julian Assange, responsable de Wikileaks, que ya filtró emails y audios de líderes demócratas, forzando la renuncia de la titular del Comité Nacional, prometió nuevas revelaciones, más comprometedoras, para antes de las elecciones.

El turn out: El voto en los Estados Unidos es optativo, poco menos del 50 por ciento de la población habilitada para emitir sufragio está registrada (paso previo obligatorio) y de esos suele hacerlo efectivamente un 60%. El nivel de participación en estos comicios, particularmente de ciertos sectores, puede volcar la cancha. Mujeres, gente con educación completa (que tienden a votar por Clinton) y hombres blancos (favorecen a Trump) suelen tener mayor índice de asistencia a las urnas que las minorías (Clinton) y los menos educados (Trump). No es un dato soslayable que la primaria republicana de este año tuvo asistencia récord mientras que la demócrata se quedó lejos de las más populosas de la historia reciente.

El terrorismo: Esto se escapa de las variantes bajo control de los equipos de campaña pero puede cambiar el resultado de una elección, como ya se ha visto en otros casos (el más notorio fue el atentado de Atocha, en Madrid, en vísperas de los comicios españoles de 2004). Todos los analistas coinciden que un aumento considerable de la actividad terrorista en las semanas que quedan o un ataque de alto perfil, ya sea en los Estados Unidos u en otro objetivo de occidente, puede beneficiar las chances de Trump, que levanta banderas aislacionistas e islamofóbicas.

La recaudación: Por ahora, Hillary Clinton supera largamente en fondos recaudados a su rival, batiendo records históricos. Además, mientras su actividad pública es mínima, sus reuniones y encuentros privados con donantes para la campaña se multiplican. Hasta el día de hoy, la candidata demócrata juntó más de 435 millones de dólares para gastar en su campaña, más de 300 millones más que la modesta recaudación de su rival, al que prácticamente triplica. Eso repercute directamente en el próximo punto:

La efectividad de los métodos tradicionales: Clinton supera en segundos de avisos de televisión a Trump en un margen de 10 a 1. Y en cuanto a recursos invertidos en operaciones de territorio en los estados clave la proporción es aún mayor. Por ejemplo, en Florida los demócratas tienen 50 oficinas funcionando, contra una sola de los republicanos. Sin embargo, por ahora, esa diferencia no se ve en las encuestas, lo que lleva a muchos analistas a preguntarse si estos métodos siguen siendo efectivos a la hora de conseguir votos.

Los debates: Este año habrá tres debates entre los candidatos presidenciales y uno entre los candidatos a vicepresidente, todos entre fines de septiembre y mediados de octubre y en distintos puntos del mapa de los Estados Unidos. En carreras cerradas, esta suele ser la última ocasión de los que vienen desde atrás de dar el golpe y pasar al frente. En el equipo de Trump confían que sea el caso: el magnate es un hábil orador, acostumbrado a los intercambios en vivo y así fue como superó a sus rivales en la interna republicana. Por el contrario, Hillary evita este tipo de instancia y en la primaria demócrata la tuvo difícil contra Sanders.

Los indecisos y los terceros partidos: Históricamente, a partir de mitad del año electoral y a medida que se acerca la fecha de los comicios, tanto el número de personas que no decidieron su voto como los que aseguran que optarán por candidatos menores decrece, hasta volverse una anécdota estadística. Este año sucede lo contrario: tanto los libertarios como los verdes mantienen su intención de voto; mientras que el número de indecisos sube desde el mes pasado y está en alrededor del 12 por ciento de los posibles votantes, un número que puede dar vuelta cualquier elección. Los jóvenes: Los votantes menores de 35 años son una de las bases más sólidas del electorado demócrata. Sin embargo este año, uno de cada cuatro jóvenes que acudan a las urnas podría votar por candidatos minoritarios, según muestran las últimas encuestas. Esto reduce la ventaja de Clinton sobre Trump en esta franja, en la que se esperaba que tuviera un amplio margen. Según los últimos sondeos, ella no supera el 40 por ciento de la intención de voto entre menores de 35, mientras que Trump tiene el 31 por ciento, el libertario Gary Johnson un 16 por ciento y la ambientalista Jill Stein un 8 por ciento.

Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/4-308532-2016-09-04.html