La llegada de productos agrícolas fuertemente subvencionados sobre los mercados mundiales lleva a la miseria a los agricultores locales. Es a esta visión de la agricultura, que se opone el concepto de soberanía alimentaria. No solamente tal práctica constituye una grave injusticia, sino que contribuye al descenso de la producción agraria, al aumento del hambre, […]
La llegada de productos agrícolas fuertemente subvencionados sobre los mercados mundiales lleva a la miseria a los agricultores locales. Es a esta visión de la agricultura, que se opone el concepto de soberanía alimentaria. No solamente tal práctica constituye una grave injusticia, sino que contribuye al descenso de la producción agraria, al aumento del hambre, creando al mismo tiempo, un paro masivo de millones de personas.
Son muchos los millones de personas en el mundo que tienen grandes dificultades, para conseguir su alimento diario. La agricultura proporciona alimentos suficientes para el consumo mundial. En muchos países esos alimentos sirven para el sustento de la familia. Cuando hay excedente de productos alimentares, se venden o se truecan por otros productos. En muchos países se organiza el almacenamiento de víveres, para que a nadie falte alimento. Pero esto no sucede en todas partes. Mucha gente pasa hambre, tiene pocos alimentos o poco variados.
Si nos vamos a las zonas rurales, a los pueblos de Burkina Faso, constatamos que en general hay alimentos suficientes. Hay abundancia de víveres incluso en el Sahel. En 2004, por ejemplo, había un excedente de cereales de un millón de toneladas. Sin embargo, los campesinos no tienen dinero para medicinas o para enviar a sus hijos a la escuela. La razón es sencilla: Sus productos no se venden. La situación de los productores de arroz del Suru es significativa. Tienen miles de toneladas de arroz en venta. Pero desde hace dos años, no encuentran comerciantes, para comprar su arroz a un precio remunerador. Y dicen que, si se les garantiza el kilo de arroz integral al precio de 120 francos, (656 francos CFA.= 1 euro) podrían duplicar su producción.
Por el momento están sufriendo las consecuencias de las importaciones masivas de arroz partido. Dicho arroz, tiene una vida de 7 a 10 años, y está en venta en el mercado mundial. Sin embargo, hoy las opciones políticas hechas por las instituciones multilaterales, tales como el FMI y la OMC, tienden a proteger a la industria y a los grandes distribuidores agro-alimentarios del Norte y del Sur y a destruir los medios de subsistencia de la agricultura familiar, controlando todo el ciclo alimentario. Es decir: El equipamiento agrario, el desarrollo de los cultivos, la distribución, la trasformación y la venta de los alimentos. La llegada de productos agrarios fuertemente subvencionados sobre los mercados mundiales –África sufre de esta política–, lleva a la ruina a los agricultores locales. Es a esta visión de la agricultura, que se opone el concepto de soberanía alimentaria. No solamente tal práctica constituye una grave injusticia, sino que contribuye al descenso de la producción agraria, al aumento del hambre, creando al mismo tiempo, un paro masivo de millones de personas. La soberanía alimentaria reclama el derecho de los pueblos a protegerse contra el «dumping», mediante tasas protectoras, para conservar la capacidad de recibir precios remuneradores por sus productos y a permanecer dueños de su forma de vida. El derecho a la Alimentación está reconocido como uno de los Derechos Humanos Fundamentales. Los agricultores quieren, también, que se tenga en cuenta el principio de sostenibilidad ecológica: El actual sistema de monocultivos industriales es eficaz y rentable económicamente. Sin embargo, para el medio-ambiente es un desastre. La biodiversidad y el valor nutritivo de la alimentación se reducen. La destrucción del medio-ambiente por los beneficios financieros entraña la pérdida de riquezas animales y vegetales para las generaciones futuras, que sufrirán las consecuencias de nuestra manera de obrar. Sin embargo la soberanía alimentaria favorece la producción de alimentos por medio de métodos naturales.
Via Campesina, por ejemplo, afirma la necesidad de definir para cada país las políticas agrícolas, que mejor se adapten a su contexto socio-económico, siempre que no perjudiquen a las poblaciones de países terceros. La soberanía alimentaria considera, que su papel principal es el de dar de comer a sus conciudadanos. Para ello pide el desarrollo y la protección de sus mercados, con la posibilidad de poner las tarifas arancelarias protectoras más necesarias. La soberanía alimentaria trabaja por el desarrollo y la protección de una agricultura familiar, que proteja el empleo de los agricultores y los recursos naturales, como los suelos, la tierra, la biodiversidad y los espacios naturales protegidos ‘