La idea de que EEUU, no obstante los errores y crímenes cometidos en guerras absurdas, son una sociedad profundamente democrática, continua siendo compartida por una gran parte de la humanidad Tengo una amiga que me ayuda a comprender la época caótica en que vivimos. Su marido es un gran medico. El es marxista, revolucionario. Ella […]
La idea de que EEUU, no obstante los errores y crímenes cometidos en guerras absurdas, son una sociedad profundamente democrática, continua siendo compartida por una gran parte de la humanidad
Tengo una amiga que me ayuda a comprender la época caótica en que vivimos. Su marido es un gran medico. El es marxista, revolucionario. Ella adopta una posición progresista. Van a festejar en breve bodas de oro; después de casi medio siglo continúan amándose.
El 25 de Abril abrió para ella un tiempo de felicidad. Fue inicialmente una activista empeñada. Participo en las jornadas de solidaridad con la Reforma Agraria, iba a las grandes manifestaciones y no se perdía un discurso de Álvaro Cunhal y de Vasco Gonçalves.
A partir del 76, a medida que la contrarrevolución avanzaba, se alejó, amargada. Pero continúo acompañando con interés la evolución de la Historia en Portugal y en el Mundo. Lee periódicos y ve diariamente los noticieros de la televisión, mesas redondas y entrevistas con figuras públicas.
No discute temas políticos con el marido. Conmigo si. Todas las semanas procedemos al inventario de acontecimientos importantes. Pero discordamos casi siempre.
La gran ayuda que ella me presta es inseparable de una paradoja. Siendo una persona progresista, inteligente, generosa, sensible, con una concepción ética de la vida, es profundamente influenciada por los mensajes mediáticos difundidos por un sistema cuyo proyecto de sociedad es incompatible con el suyo.
Al escucharla me doy cuenta de las enormes dificultades que nosotros, los comunistas, enfrentamos en el combate para mudar la vida en un contexto social en que la gran mayoría de los que identifican los males del capitalismo y desearían vivir en otro mundo son diariamente contaminados por los mensajes del enemigo, y no están preparados para descodificarlas y rechazarlas.
LA MANIPULACION DE LAS CONCIENCIAS
Reescribir la historia, falsificándola de acuerdo con los intereses del imperialismo, se volvió una necesidad estratégica de los actuales señores del mundo. Tesis tan absurdas como la del «Fin de la Historia», del norteamericano Francis Fukuyama (ex funcionario del Departamento de Estado) inciden en campañas que pretenden presentar al neoliberalismo como la ideología ideal y definitiva.
Jean Salem, en su importante libro Lenine et la Revolution (v .odiario.info ,08.07.2007) descodeifica con lucidez la política de satanización del socialismo. Ese discurso promueve la alienación progresiva de millones de personas y alcanza en gran parte su objetivo. Salen cuenta, por ejemplo, que solamente 20% de los jóvenes franceses que respondieron a un sondeo sabia que la Unión Soviética desempeño un papel decisivo en la derrota del Reich Nazi. En otro sondeo, 50% admitía que la URSS había sido aliada de Hitler en la Segunda Guerra Mundial. Un escritor, también francés, escuchó de una amiga rusa que en la escuela de Moscu donde el hijo estudiaba un profesor decía en las aulas que la batalla de Stalingrado había sido ganada por los EEUU. Frente a la objeción de uno de los muchachos, afirmó que fue el bombardeo de la ciudad por la Fuerza Aérea Norteamericana el que destruyo al VI Ejército alemán de Von Paulus. La mentira hace estragos porque ni uno solo de los alumnos tenía noción de que la aviación de combate de los EEUU nunca intervino en el Frente Oriental.
La disminución de la memoria histórica es un objetivo prioritario en las campañas de diabolización del comunismo y de glorificación del heroísmo de las fuerzas armadas de los EEUU, supuestas vencedoras de la ultima guerra mundial.
Pregunto:
¿Cuantos portugueses saben que en los combates para la reconquista de la isla de Guadalcanal, presentada como epopeya casi mítica, apenas participaron 10 000 soldados estadounidenses?
Muy pocos.
¿Cuantos saben que en 1943, en la batalla de Kursk, que quebró la columna vertebral de la Wehrmacht, intervinieron casi 2 millones de soviéticos enfrentando a otros tantos alemanes?
Muy pocos.
¿Cuantos saben que el número de divisiones alemanas que en Marzo del 45 se oponían a los anglo-americanos en el Frente occidental era ocho veces inferior a las que combatían a los soviéticos en el Frente Oriental?
Muy pocos
¿Cuantos saben que en la Batalla de Normandia, en 1944, el número de muertos ingleses y canadienses fue muy superior al de las perdidas del ejército norteamericano que, en los filmes de Hollywood, aparece como el vencedor del gran choque?
Muy pocos.
¿Cuantos saben que en los años 30 el Ejército Rojo infligió una derrota aplastante a los japoneses en la Batalla del Kalkin Gol, expulsándolos de Mongolia?
Muy pocos
¿Cuantos saben que en menos de una semana de combates el Ejército Rojo, en su ofensiva en Extremo Oriente, en las vísperas del bombardeo de Hiroshima, mató y tomó prisioneros a más militares japoneses que las fuerzas armadas de EEUU en cuatro años de guerra?
Muy pocos.
Cito apenas media docena de ejemplos para ilustrar el ocultamiento de la historia y su deformación en el ámbito de campañas que promueven la alienación e intentan imponer la idea de que la Revolución de Octubre del 17 solamente resultaron males para la Humanidad, en tanto el balance del capitalismo seria altamente positivo para el progreso y la democracia.
Esos mensajes no merecen credibilidad. Son falsos. Intentan difundir una historia imaginaria y, a través de la manipulación de las conciencias, robotizar a aquellos que las absorben.
La idea de que los EEUU, no obstante la agresividad de este o de aquel Presidente y de los errores y crímenes cometidos en guerras absurdas, son una sociedad profundamente democrática, continua, sin embargo, siendo compartida por una gran parte de la humanidad.
La amiga progresista e inteligente que me ayuda a poner los pies en la tierra para intentar comprender el presente es un ejemplo expresivo de los efectos devastadores de la manipulación de las conciencias.
Recibe una masa enorme de informaciones contradictorias que la perturban y desinforman y provocan en ella una reflexión cuyo efecto es la incomprensión de la historia o más exactamente, la incapacidad de desmontar el mensaje ideológico de un sistema de explotación que desaprueba.
Un día después de asistir a un programa de TV que evidenciaba la integridad de un juez de los EEUU que enfrento una gigantesca trasnacional y al gobernador de un Estado en defensa de una causa justa, comento: «Ellos tienen cosas muy buenas. La justicia, por ejemplo». Le recordé que un tribunal de Florida condeno a siglos de prisión a cinco patriotas cubanos cuyo «crimen» fue investigar las actividades de la mafia terrorista de Miami que allí conspira contra el régimen de la Habana. Le conté que los presos políticos portorriqueños, algunos tratados como animales, cumplen también penas de siglos de prisión por luchar por la independencia de su país. Movió la cabeza alegando que se trataba de excepciones.
En otra oportunidad, al tomar conocimiento de crímenes de la CIA hechos publicos después de 30 años, comentó. «Ellos tienen el coraje de reconocer sus errores, lo que no ocurre en otros países. Y no olvides Abu Ghrabi. Practicaron allí la tortura, pero los militares implicados en esa monstrosidad están siendo juzgados y la prensa es la primera en traer al público lo que pasó y a condenar en editoriales los abusos cometidos. La Constitución es democrática y las instituciones funcionan».
Yo rebatí, una por una esas afirmaciones. Ella sonreía, incrédula.
Los reportajes sobre la chica inglesa secuestrada en Algarve la conmueven, así como el movimiento de solidaridad con ese país.
Cuando argumente que los media dedicaban horas al asunto y el noticiario sobre civiles asesinados por la tropa norteamericana en Irak, Afganistán y por los israelitas en Palestina ocupaba escasos minutos por semana enfrenté una muralla de incomprensión.
Le preguntée se había acompañado las masacres en Ruanda, hechos posibles por la complicidad de Francia y de los EEUU. Respondió que no, e insistió en mi insensibilidad frente al drama de la niña inglesa.
Intenté sin éxito, incontables veces, iluminar los mecanismos de un sistema de fachada democrática, como el de los EEUU, donde instituciones científicas invierten millones de dólares en la defensa de un mono o un oso amenazados de extinción, pero donde el Congreso aprueba leyes como la Patriotic Act que viola derechos y libertades constitucionales y abre la puerta a persecuciones racistas a millones de ciudadanos musulmanes y a inmigrantes de decenas de países del Tercer Mundo.
No sabia tampoco que la US Army instaló un parque de blindados sobre un área arqueológica al lado de las ruinas de Babilonia y que la mayor base aérea norteamericana en Afganistán, Begram, funciona sobre el lugar donde, soterradas, se localizan las ruinas de Kapisa, la antigua capital del Reino Kuchano, creador de una gran civilización desaparecida.
Desmontar el engranaje de la falsa democracia portuguesa es igualmente difícil para ella. El discurso de personalidades mediáticas que critican el funcionamiento del sistema en lo accesorio, pero se abstienen de poner en causa el capitalismo, la impresiona sobre todo cuando asumen posiciones éticas en la denuncia de la corrupción y escándalos públicos.
Comprendo la perplejidad de mi amiga. La hegemonía ejercida por el Poder sobre la comunicación social se manifiesta en Portugal, como en otros países de la Unión Europea, de manera muy diferentes, por veces sutil.
El silencio de los gobernantes frente al blanqueamiento del fascismo es una de ellas.
Con frecuencia intelectuales que se presentan como distanciados del gobierno y hasta como adversarios escriben artículos, publican libros y dan entrevistas que se insertan en campañas para reescribir la historia. En programas de televisión -y hasta en tesis académicas- intelectuales supuestamente demócratas sustentan, por ejemplo, que Salazar fue un gobernante autoritario, pero que el régimen por el instaurado no puede ser definido como fascista. El centenario del natalicio de Marcelo Caetano fue conmemorado como un gran acontecimiento nacional. Le dedicaron suplementos especiales, libros, largos programas televisivos. Objetivo de la celebración del aniversario: proyectar la imagen de un estadista de altísimo nivel, un patriota portugués, ciudadano integro, incomprendido, que pretendía establecer la democracia en el País al asumir el poder.
Otro frente de combate de la gran burguesía para manipular las conciencias es su actitud frente a los ex-comunistas que fueron expulsados del PCP o de el se separaron. De un día para otro esos ciudadanos pasan a ser tema de absorbente interés para los media. Son promovidos a revolucionarios ejemplares que luchron corajudamente para renovar el partido y democratizarlo. Algunos acaban por adherirse a otros partidos que antes combatían, son nombrados ministros, publican libros y se transforman en anticomunistas inflamados. Son entonces acariciados por el mundo del gran capital (gente como Zita Reabra, Veiga de Oliveira, Pina Moura, Jose Magalhaes, Vital Moreira, Carlos Luis Figueira, Raimundo Narciso, etc).
EL FENOMENO BUSH
Cualquier ciudadano sensato acabó en Europa por formar una pésima idea del Presidente Bush. En los mismos EEUU su índice de popularidad cayó para un nivel inferior al que tenía Richard Nixón en vísperas de ser forzado a renunciar.
Más la desaprobación de su estrategia de guerras «preventivas» y la presión popular para que traiga de vuelta al ejército de 168 000 hombres que ocupa Irak no impiden que ese hombre primario, ignorante y profundamente reaccionario conserve un inmenso poder que utiliza contra la humanidad.
Ya en este año forzó al Congreso a aprobar un diploma que legaliza la tortura y consiguió enviar más de 28 000 soldados para Irak.
¿Cómo es posible?
La manipulación de las conciencias tiene como complemento la anestesia de las conciencias. En la sociedad estadounidense el funcionamiento del engranaje creó en millones de electores mecanismos defensivos que tienden a transformarlos en seres pasivos, egoístas. No desconocen que las cosas ocurren cada vez peor en las guerras que sus tropas libran en países lejanísimos. Pero en vez de reaccionar activamente, prefieren olvidar, hasta porque las cosas ocurren también mal en su país. Saben vagamente que la deuda pública subió para una cifra astronómica, que el déficit comercial subió a un nivel alarmante y que los gastos militares no paran de subir. ¿Qué hacer? Con excepción de una insignificante y valiente minoría, asisten, pasivos al descalabro, absorbidos por sus problemas personales.
Y esa actitud peligrosa que permite la continuidad de la estrategia irracional de George Bush. Cuando el, dirigiéndose a los jóvenes de la Academia Militar West Point, en Junio de 2002, afirmo que la América estaba amenazada «por un puñado de terroristas y tiranos locos» fue entusiastamente aplaudido. Envalentonado, acrecentó que iría a «descubrir células terroristas en sesenta países».
Ese esbozo de estrategia de agresividad planetaria cuyos planos ya habían sido elaborados fue entonces recibido con simpatía por la mayora de la población. La gran prensa apoyo.
Con excepción de una minoría de intelectuales progresistas y de organizaciones como la de Ramsey Clark, el pueblo de los EEUU no percibió que se iniciaba un proceso que, teniendo como palanca las guerras «preventivas» iría a conducir a crímenes que imprimirían un carácter neofascista a la política exterior del país. En su desenvolvimiento, sectores de las Fuerzas Armadas envueltas en esas guerras distantes, marcadamente una parcela de su cuerpo de oficiales, sumieron gradualmente el papel de instrumento de crímenes monstrosos que solo encuentran precedente en los cometidos por las SS del tercer Reich de Hitler.
Es terrible que la mayoría de la humanidad no tenga conciencia de esa realidad.
El ocultamiento de la historia real, substituida por la que la televisión y el cine difunden hoy, viene además de lejos.
En las escuelas de los EEUU la peligrosa tesis de la «nación predestinada» con vocación para salvar la humanidad y redimirla de sus vicios, forjada en el final del siglo XVIII, continua moldeando las nuevas generaciones. A los adolescentes no se les informa que dos millones de vietnamitas fueron abatidos en una guerra abyecta en la cual los ríos fueron envenenados y las florestas quemadas, guerra que terminó además con la derrota humillante de los EEUU. La invasión de Cuba en 1898 es presentada como una epopeya liberadora. Se oculta que la isla fue tratada durante sesenta años como una colonia de nuevo tipo.
Según los manuales escolares, la ocupación de las Filipinas en el mismo año se insertó en el rechazo de los EEUU al colonialismo. A los estudiantes no se les confiesa que 600 000 filipinos fueron masacrados en la lucha que el pueblo del Archipiélago libró contra los invasores.
***
El desenmascaramiento del engranaje de mentira concebida para reescribir la historia de acuerdo con la lógica y los intereses del imperialismo, sobre todo el norteamericano, es una tarea ciclópica.
La estrategia agresiva e irracional de Bush merece hoy la desaprobación de la mayoría de los pueblos. Es una evidencia. Pero de su condenación pasiva a una actitud combativa media por ahora una distancia enorme.
La actitud frente a los crímenes ecológicos constituye otro ejemplo de pasividad de las masas en este momento de viraje de crisis global de la civilización.
Se pone lastre a la conciencia de que los países industrializados, con los EEUU en la vanguardia, están destruyendo el ambiente y consumiendo los recursos naturales no renovables en ritmo alarmante. Si esa escalada prosigue, la Tierra será inhabitable para el hombre en un periodo de tiempo relativamente corto.
¿Que hacer?
Solamente una movilización de los pueblos contra la estrategia de locura que los amenaza podrá evitar el Apocalipsis que se esboza ya en el horizonte, situación en la cual las guerras genocidas son inseparables de la devastación de las florestas, de la polución de los océanos, del envenamiento del aire que respiramos.
Esa toma de conciencia, indispensable, no es, además una certeza. Desconocemos el resultado de la catástrofe en curso. Pero sabemos que el depende del hombre.
¿Acabara la humanidad, a través de millares de luchas en diferentes lugares de la Tierra, por generar las formas de organización, en moldes revolucionarios -y la palabra- que desemboquen en una confrontación victoriosa contra el sistema que amenaza destruirla?
Podemos creer o no en el advenimiento de un internacionalismo que asumiría características revolucionarias.
Mas esta al alcance de la humanidad. No es imposible.
Traducción: Genaro Sotelo