Los partidos de la oposición ‘moderada’, islamistas moderados y de centro izquierda, han ganado en las primeras elecciones celebradas tras las revueltas populares acontecidas en países como Túnez o Egipto, denominadas como la ‘primavera árabe’, pese a los intentos de las organizaciones tradicionales por mantener una parte del poder que tenían. Las organizaciones de la […]
Los partidos de la oposición ‘moderada’, islamistas moderados y de centro izquierda, han ganado en las primeras elecciones celebradas tras las revueltas populares acontecidas en países como Túnez o Egipto, denominadas como la ‘primavera árabe’, pese a los intentos de las organizaciones tradicionales por mantener una parte del poder que tenían. Las organizaciones de la izquierda transformadora han pagado duramente su fragmentación, lo que significa un tímido avance en estos procesos de cambio político y transformación social. La oposición de Túnez forma gobierno tras las elecciones constituyentes
El partido islamista moderado Movimiento Al Nahda, consiguió 89 escaños de los 217 con que cuenta la Asamblea Nacional resultante de las elecciones constituyentes celebradas el 23 de octubre en Túnez. El Congreso por la República (izquierda nacionalista), partido del antiguo presidente de la Liga Tunecina de los Derechos Humanos, ha sido la segunda fuerza más votada con 29 escaños.
La sorpresa de las elecciones fue la formación populista Al-Aridha Achaabiya, creada por un rico empresario residente en Londres, que no estaba entre los favoritos y obtuvo la tercera posición con 26 diputados, aunque 5 de los elegidos ya se han retirado del partido convirtiéndose en tránsfugas.
A continuación les siguen organizaciones de izquierda como el partido Ettakatol (socialdemócrata) que quedó en cuarta posición con 20 escaños, el Partido Demócrata Progresista (PDP), el gran derrotado en los comicios, que logró sólo la quinta posición, con 16 escaños, y el Polo Democrático Modernista (PDM) que obtuvo la sexta con 5 escaños.
Otras fuerzas políticas representadas en la Asamblea Nacional son Iniciativa, de Kamel Morjane, un ex ministro de Ben Alí, con 5 escaños, Afek Tunes (liberales) con 4 escaños, y el Partido Comunista Obrero de Túnez, con 3 escaños. Los restantes puestos se reparten entre independientes y pequeños partidos. Las fuerzas progresistas han pagado duramente su fragmentación.
Con estos resultados, el movimiento Al Nahda (islamista moderado), reprimido durante el régimen anterior y legalizado durante la revolución que acabó con Ben Alí, entra por la puerta grande en la escena política tunecina. La Asamblea Nacional deberá ratificar el acuerdo de repartición alcanzado para formar gobierno entre los ganadores de los comicios, Al Nahda y sus socios de izquierda, el Congreso para la República (CPR) y el partido Ettakatol (socialdemócrata), que se quedaron con los puestos clave en la cumbre del Estado.
El jefe del partido Ettakatol Mustafá Ben Jaafar, ex opositor de Ben Alí, ha sido designado por estos tres partidos para presidir la Asamblea Constituyente. Moncef Marzuki, dirigente del Congreso para la República (CPR), asumirá la presidencia del país, y Hamadi Jebali, del partido Al Nahda, dirigirá el gobierno como primer ministro.
El nuevo Gobierno permanecerá un año en el poder, el tiempo que tardará en redactarse la nueva Constitución. Y mientras esto ocurre, son cada vez más numerosas las voces que piden que al término de los trabajos de la Asamblea Nacional Constituyente, la nueva Carta Magna sea sometida a referéndum antes de su promulgación.
El secretario general del Partido Comunista Obrero de Túnez, Hamma Hammami, lamentó la fragmentación de las candidaturas de la izquierda transformadora y cuestionó las irregularidades constatadas durante la campaña electoral y el escrutinio, la modestia de los medios financieros de su partido, la menor mediatización de la que se ha beneficiado en relación a otros candidatos y la confusión suscitada por la denominación «Al badil etthaouri» (la alternativa revolucionaria) de las listas del PCOT cuyo nombre, en cambio, empezaba a ser conocido.
Analistas apuntan que la unificación de las fuerzas de la izquierda transformadora hubiera bastado para contrarrestar los efectos perversos de la Ley electoral. La constitución de listas electorales a partir del sindicato UGTT o emanada de sus estructuras más combativas también era una apuesta estratégica posible y quizá portadora de una dinámica revolucionaria que hubiera podido llevar a la Asamblea Constituyente a una cantidad considerable de diputados, unidos por las reivindicaciones nacionales, democráticas y sociales más urgentes de las clases populares.
Es demasiado pronto para predecir el futuro de la democracia en Túnez, escribe Samir Amin, pero sólo la rápida cristalización de una izquierda más radical, que vaya mucho más allá de la demanda de elecciones adecuadas, puede permitir la reanudación de la lucha por un cambio político profundo digno de ese nombre. Los Hermanos Musulmanes toman ventaja en los comicios de Egipto
Los resultados oficiales definitivos de estos complejos comicios, para elegir los 508 diputados del parlamento egipcio y de los 270 representantes para la Cámara alta, no se conocen todavía. Pero el brazo político de los Hermanos Musulmanes, el Partido Libertad y Justicia, se perfilaba como el vencedor de la primera fase de las elecciones generales egipcias, una victoria predecible.
Lo que sería sorprendente, si se confirma esa tendencia, es que el segundo puesto fuera finalmente para el partido salafista Al-Nur, que disputa ese puesto a la coalición de partidos laicos, liberales y progresistas, del Bloque Egipcio. Sin embargo, un portavoz del Partido Socialdemócrata Egipcio, cuya formación está dentro del Bloque Egipcio, se mostró sorprendido por estas informaciones, ya que, según sus datos, están segundos en varias circunscripciones de distintas provincias.
Pese a la revuelta popular de esta última semana (de la que se retiró la Hermandad Musulmana) que costó la vida a decenas de manifestantes, el Consejo Supremo Militar, presidido por el mariscal Tantaui, no ha admitido ningún aplazamiento de estas caóticas elecciones legislativas, como pedían los manifestantes de la plaza Tahrir.
Las alianzas electorales más importantes son cuatro. El grupo que cuenta con mayor posibilidad de lograr más escaños es la Alianza Democrática (AD), cuya punta de lanza es el islamista Partido Libertad y Justicia (PLJ), el de los Hermanos Musulmanes. El sector salafista se presenta en la coalición Alianza Islamista (AI), de la que forman parte el Partido Al-Nur, que abandonó la AD de los Hermanos Musulmanes, y el partido Construcción y Desarrollo (CD).
Las coaliciones laicas, las componen principalmente partidos liberales, de centro y de izquierda. La principal baza del denominado Bloque Egipcio (BE) es el Partido de los Egipcios Libres (PEL), que lidera el cristiano Naguib Sawiris, un magnate de las telecomunicaciones. Uno de sus socios es el partido Al Tagammu, un partido que desde su fundación, en 1976, participó en todas las elecciones celebradas en Egipto, con los ex presidentes Anuar el Sadat y Mubarak.
El grupo más heterogéneo es la bautizada como Alianza para Completar la Revolución (ACR), que cuenta con partidos de izquierda, de centroizquierda, liberales e islamistas moderados. Muchos de sus miembros son jóvenes que participaron activamente en la revolución del 25 de enero. Como su propio nombre indica, sus seguidores consideran que la revolución sólo culminará cuando la Junta militar ceda completamente el poder a un Gobierno civil, como exigen los manifestantes que desde hace semanas ocupan la plaza Tahrir.
El Consejo Supremo Militar no iba a dejar al azar la redistribución del poder político tras el anuncio de elecciones. La ley electoral elaborada después de la revolución favorece a los grupos que tienen una organización y una red consolidadas. Esto significó una ventaja abrumadora para los partidos tradicionales, grupos organizados en el antiguo régimen y también para los Hermanos Musulmanes.
Estos factores han llevado a varios partidos de izquierda, entre ellos el Partido Comunista Egipcio, a boicotear estas elecciones. También muchos egipcios frustrados por el Consejo Supremo Militar, desconfiados de que se les permita poner fin a ese régimen militar, boicotearán las urnas. Los que no voten deberán pagar 500 guineas o libras egipcias (unos 63 euros) como multa.
El Partido Comunista Egipcio señaló que el único medio de salir de esta situación que amenaza con sumir al país en el caos con una nueva espiral de violencia, es el de formar un gobierno provisional revolucionario de salvación nacional, que responda a las exigencias surgidas de la revolución, y que prepare el país para una democracia dirigida por civiles, con un proceso constituyente que concluya con la elaboración de una nueva constitución democrática durante este período de transición.
Los Hermanos Musulmanes tienen todas las posibilidades de conseguir una mayoría aplastante en las elecciones. Pero esto no se debe a que cuenten con el apoyo de la mayoría de la población, sino principalmente porque es la única fuerza política organizada en Egipto con una red establecida en todo el territorio nacional, y porque han recibido financiación masiva de sectores empresariales.
Las potencias occidentales, según Samir Amin, prefieren a Los Hermanos Musulmanes porque les garantiza el mantenimiento de Egipto dentro del bloque neoliberal. El partido Justicia y Libertad, visiblemente inspirado en el modelo turco, apenas es otra cosa que un instrumento de la Hermandad Musulmana. Estos crean sindicatos, organizaciones campesinas y una retahíla de partidos políticos con diferentes nombres cuyo objetivo es dividir un frente amplio unido de trabajadores, campesinos y demócratas, con el fin de trabajar en beneficio, por supuesto, del bloque neoliberal.