El arribo al poder de la nueva Administración en Estados Unidos con la crisis económica y conflictos regionales como telón de fondo, obligan a plantear el interrogante sobre los conflictos que se podrán concluir, y también los que pueden estallar durante el mandato del presidente electo Barack Obama. ¿Hasta qué punto podrá cambiar la situación […]
El arribo al poder de la nueva Administración en Estados Unidos con la crisis económica y conflictos regionales como telón de fondo, obligan a plantear el interrogante sobre los conflictos que se podrán concluir, y también los que pueden estallar durante el mandato del presidente electo Barack Obama.
¿Hasta qué punto podrá cambiar la situación internacional durante la presidencia del nuevo inquilino de la Casa Blanca?
Para comprender cómo puede cambiar la política militar de EEUU, es útil saber quiénes serán los responsables de las entidades encargas de los asuntos de defensa. La confirmación de Robert Gates en calidad de jefe del Pentágono, y el nombramiento de James Jones como Consejero Nacional de Seguridad, permiten afirmar que EEUU no planea suspender las operaciones militares que actualmente desarrolla, aunque en algunas zonas donde actúan las tropas estadounidenses pueden ocurrir cambios importantes.
Una de las principales promesas de la campaña electoral de Obama fue la retirada de las tropas estadounidenses de Irak. En la actualidad se habla del retiro de las tropas norteamericanas de Irak en un plazo de 16 meses.
Es ilusorio esperar que el conflicto en Irak termine con la salida de las tropas estadounidenses.
Ninguna de las partes involucradas en la guerra civil en Irak cuenta con la supremacía militar y política necesaria para consolidar bajo su poder a todo el país, así habrá que esperar que el conflicto iraquí continuara, aunque de una forma menos violenta.
En cambio, el conflicto en Afganistán tiene todas las posibilidades de empeorar. Como declaró Obama, «la lucha contra el terrorismo en Afganistán será una de las tareas prioritarias de Washington». En consecuencia, el Pentágono ya anunció el plan de aumentar el contingente militar en Afganistán hasta más de 50.000 efectivos.
La paulatina y cada vez mayor injerencia de EEUU en el conflicto afgano, puede desembocar a la misma situación que en su tiempo, afrontó la URSS tras su intervención militar en ese país.
Posiblemente, Irán quedará en al lista de los objetivos prioritarios de EEUU, pero bajo las condiciones actuales, Washington difícilmente optará por desatar una nueva guerra en el Golfo Pérsico.
Probablemente, EEUU presionará a Irán desde su interior, mediante el apoyo de las fuerzas políticas de la oposición al actual régimen.
Con mucha seguridad, el espacio postsoviético seguirá siendo zona de atención especial por parte de EEUU, sobre todo, la zona ribereña del mar Negro.
Por todas las vías posibles, EEUU intentará que Ucrania y Georgia sean admitidas en la OTAN. La propuesta de Washington cuenta con apoyo de Polonia y los países bálticos, pero el resto de los países miembros de la alianza están en contra, porque consideran que no ha llegado el tiempo para dar ese paso.
De esta manera, se puede pronosticar que a corto plazo Ucrania y Georgia no podrán ser miembros de la OTAN, pero es muy alta la posibilidad que estalle de nuevo un conflicto entre Rusia y Georgia.
En Moscú causa preocupación las medidas emprendidas por Ucrania, como la dislocación de tropas en las fronteras oriental y sur con Rusia y también las acciones de EEUU de reforzar la presencia de su marina de guerra en el mar Negro.
Si conflicto ruso-georgiano no estalla hasta el relevo en la Casa Blanca (Obama toma posesión el 20 de enero) la posibilidad de que estalle una guerra en el Cáucaso será menor. No obstante, EEUU continuará su campaña para que Georgia y Ucrania sean admitidas a la OTAN, y también seguirá sus planes de emplazar elementos de su escudo antimisiles en Europa Oriental.
Serán pocas las posibilidades de que EEUU desate otras guerras en otras regiones del mundo.
Para la élite demócrata estadounidense, la estrategia para presionar a los países o gobiernos adversos consiste en apostar por el factor interno, mediante la cooperación y el apoyo de las fuerzas políticas leales a EEUU en esos países.
De esta manera, la Casa Blanca intentarán solucionar el problema que supone Venezuela, ayudando de todas formas y con dinero a la oposición del presidente venezolano Hugo Chávez, y al mismo tiempo evitará una intervención directa.
En general, la situación de seguridad y estabilidad política en el mundo no va a empeorar por que lo impedirá la actual crisis económica global. Esta crisis apenas empieza, y a medida que avance, influirá de forma determinante en los planes políticos de las potencias mundiales.