Traducido del francés para Rebelión por Sinfo Fernández
Diez jóvenes de Yibuti están en huelga de hambre en Arcueil, en las afueras de París. Quieren denunciar la impunidad de los soldados violadores en Yibuti
Yibuti es una pequeña dictadura del Cuerno de África, dirigida con mano de hierro por Ismail Omar Guelleh desde 1999. Un cambio en la constitución le permite presentarse eternamente y al igual que un Ben Ali cualquiera (el exdictador de Túnez), beneficiarse de unas elecciones presidenciales sin rivales y por mantener las formas, [ya que] no duda de que este 8 de abril saldrá reelegido al tener desde hace tiempo amordazada a toda la oposición en su país.
En el extranjero se beneficia de los favores de las grandes potencias. Este pequeño país, de menos de un millón de habitantes, cuenta con un número impresionante de bases extranjeras. Hay allí presentes bases estadounidenses, francesas, alemanas y japonesas. Es preciso mencionar que Yibuti -en la punta del Cuerno de África- es un territorio enormemente estratégico. Se encuentra situado frente al Yemen y en el Golfo Arábigo. Posee también el puerto más importante de la región y todos los productos que importa su gran vecina Etiopía circulan por el puerto de Yibuti.
La importancia de mantener un dominio absoluto sobre esta puerta de África es fundamental tanto para franceses como estadounidenses, que cierran los ojos ante las derivas dictatoriales de este presidente de por vida que tanto les favorece.
Este pequeño país, del que se alaba su estabilidad, padeció sin embargo una guerra civil desde 1991 a 2001, y todavía se enfrenta a una oposición armada, la del FRUD (Frente para la Restauración de la Unidad y de la Democracia).
Los militares utilizan la violación como arma de guerra, como medio de dominación sobre la oposición al régimen y sobre los campesinos afar sospechosos de estar a favor del FRUD.
Las activistas fueron violadas tras ser detenidas en las manifestaciones. Las mujeres jóvenes fueron secuestradas en las carreteras que conducían a sus pueblos. También sufrieron abusos mientras se encontraban encarceladas en la prisión de Gabode.
Hoy en día están empezando a hablar, a salir del silencio impuesto por la vergüenza, la familia y la tradición. Quieren hablar para que cese la impunidad.
«Es preciso que la vergüenza cambie de campo. No somos nosotras las que tenemos que sentir vergüenza, sino ellos, los militares violadores.»
Fatouma (seudónimo): «Yo era pastora, guardaba las cabras, vivía en la sabana. Fui violada delante de mi padre y de mi tío. Mi padre se quedó en estado de shock, le dio un ataque y murió en el acto. Estoy en huelga de hambre pero no por mí misma. En Bélgica me han reconocido como refugiada, ahora estoy a salvo. Lo que he sufrido es algo con lo que yo tengo que vivir. Lo hago por las demás, quiero que las mujeres que están en el país no tengan que pasar más por eso. Hay que juzgar a los culpables.»
Fatoumata es sordomuda. Se explica mediante gestos y con ayuda de otra de las huelguistas: «Vivía en la sabana. Salí por la noche para ir a casa de mi prima en el pueblo. Allí no tenemos electricidad, todo estaba muy oscuro. Los soldados me atraparon y no pude gritar. Me violaron tres soldados de la guardia presidencial, les divertía que fuera muda. Mi padre presentó una denuncia pero nunca se hizo investigación alguna. Quiero que esos monstruos sean llevados ante la justicia por lo que me hicieron.»
Fafi: «Es necesario acabar con la impunidad. Queremos que los culpables, los soldados violadores, sean llevados ante la justicia. Cuando se viola a una mujer, es a ella a la que se considera culpable. Se dice que ella se lo ha buscado, cuando en realidad no puedes hacer nada para defenderte ante soldados armados, y como nunca se les castiga, siempre vuelven a las andadas. Sobre todo en el norte del país, las mujeres afar son víctimas de los militares. Hay mujeres que se suicidan porque ven que sus violadores siguen viviendo con toda normalidad y siguen siendo una amenaza para ellas y otras mujeres. Esa impunidad debe cesar, no comprendo el silencio de Francia, el país de los derechos de la persona.»
Zeynaba: «Esta acción era nuestra única oportunidad para denunciar esos hechos. En Yibuti hay muchas mujeres que han sido violadas. Yo misma era militante en la ciudad de Yibuti, en el comité de mujeres contra las violaciones y la impunidad (un comité clandestino). Llevábamos al hospital a las mujeres violadas para los primeros auxilios. Nuestro comité tiene conocimiento de al menos 300 casos y esas son sólo las mujeres que se han atrevido a venir hasta nosotras. ¿Cuántas son las que mantienen silencio? Y las violaciones continúan. Estoy en Francia desde hace nueve meses, pero sigo en contacto con las activistas del comité. Hace unos quince días nos informaron de otra violación. Tuvimos que evacuar a una joven por razones de salud. Había tenido un bebé como consecuencia de una violación por varios soldados. Su propia familia la había rechazado totalmente.»
Al atreverse a hablar, estas jóvenes se han invitado a la campaña presidencial de la que Ismail Omar Guelleh no esperaba sorpresa alguna. Y ha reaccionado violentamente. Primero ha acusado a estas mujeres de ser unas mentirosas. Después las ha amenazado con demandar a la asociación francesa «Mujeres Solidarias» que ayuda a las huelguistas y que ha puesto su local a su disposición. Su respuesta está muy clara y muestra su grado de impunidad. Ni siquiera contempla la posibilidad de llevar a cabo una investigación.
Tratar de mentirosa a una víctima de violación supone sufrir una nueva agresión, una nueva violencia, al negarle su condición de víctima.
Sin embargo, la demanda de las huelguistas es simple y legítima: que se registren las denuncias por violación, que se investigue de forma transparente y castigo para los culpables. Tolerancia cero frente a los soldados violadores. Y al negarse a hacerlo, Ismail Omar Guelleh está confesando su culpa.
Selma Benkhelifa es abogada (Universidad Libre de Bruselas). Desde 2001, forma parte de la red Progress Lawyers Network. Está especializada en derecho de los extranjeros, destacando su labor en defensa de los huelguistas de hambre afganos, kurdos e iraníes. En 2004 recibió el premio Kirschen du Barreau de Bruselas.
Fuente: http://www.michelcollon.info/Elles-ont-ete-violees-et-pour-que.html?lang=fr
Esta traducción puede reproducirse libremente a condición de respetar su integridad y mencionar a la autora, a la traductora y a Rebelión como fuente de la misma.