Los mandamientos del ciudadano ejemplar: no preguntarás, mirarás para otro lado, no protestarás, seguirás al rebaño, no te meterás en camiseta de once varas… Raed Jarrar, un arquitecto iraquí residente en Estados Unidos, voló en agosto de 2006 desde Nueva York hasta California. Poco antes de embarcar, varios empleados del aeropuerto le ordenaron que cambiara […]
Los mandamientos del ciudadano ejemplar: no preguntarás, mirarás para otro lado, no protestarás, seguirás al rebaño, no te meterás en camiseta de once varas…
Raed Jarrar, un arquitecto iraquí residente en Estados Unidos, voló en agosto de 2006 desde Nueva York hasta California. Poco antes de embarcar, varios empleados del aeropuerto le ordenaron que cambiara su camiseta porque algunos pasajeros se sentían incómodos con la frase en inglés y árabe que aparecía impresa en ella: «No permaneceremos en silencio». Al final, aceptó cubrirla con otra prenda y viajó, aunque en el último asiento del avión. «Yo crecí y pasé toda mi vida viviendo en regímenes autoritarios y yo sé que estas cosas pasan. Pero estoy impactado de que me haya ocurrido aquí, en Estados Unidos», declaró entonces, tras presentar varias denuncias.
La historia de Raed Jarrar tejió en su día «El silencio de las camisetas», una de nuestras columnas. Esta semana, la compañía JetBlue Airways y la Dirección de Seguridad de Transporte han acordado pagarle 240.000 dólares de compensación. La mayor suma por demandas de este tipo lograda desde los ataques del 11 de setiembre de 2001. Para la Unión de Libertades Civiles de EEUU, los representantes legales de Jarrar, el arreglo supone un triunfo de la libertad de expresión y contra la discriminación racial.
Un paso, un hilo, una palabra, un otro mundo. «Acertar es humano», proclamaba una camiseta que me crucé hace años en Sao Paulo. A veces pasa, acertamos y, por eso mismo, somos humanos. Cada cual a su manera. Escudo, altavoz, bastón, semilla… pancarta. Como Raed Jarrar y su camiseta de fuerza. Un acierto, sin duda.