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¿Está Estados Unidos próximo a consagrar la intervención humanitaria como principio fundamental de su diplomacia?

Las piadosas intromisiones imperialistas

Fuentes: Rebelión

 Tal es la pregunta con que comienza un interesante trabajo sobre la política exterior estadounidense publicado el 3 de octubre por el columnista del tanque pensante Foreign Policy In Focus, periodista independiente y doctor en Antropología de la Universidad de California, Conn Hallinan. Mientras los medios de prensa de gran circulación se centran en la […]

 Tal es la pregunta con que comienza un interesante trabajo sobre la
política exterior estadounidense publicado el 3 de octubre por el
columnista del tanque pensante Foreign Policy In Focus, periodista
independiente y doctor en Antropología de la Universidad de
California, Conn Hallinan.

Mientras los medios de prensa de gran circulación se centran en la
carrera entre Hillary Clinton y Donald Trump por la presidencia de
Estados Unidos, otro debate no menos importante tiene lugar acerca del
curso futuro de la diplomacia de la superpotencia.

Actualmente, Washington libra guerras activas en Afganistán, Irak,
Siria, Yemen y Somalia. Ha desplegado tropas en la frontera con Rusia,
trata de cercar a China y amplía grandemente su presencia militar en
Asia.

Para Hallinan, no sería una exageración afirmar, como lo ha hecho el
ex Secretario de defensa estadounidense William Perry, que el mundo se
ha convertido hoy en un lugar más peligroso que durante los más
tiempos tirantes de la guerra fría.

Samantha Power, actual embajadora ante la ONU es asesora clave en
política exterior del gobierno de Obama. Dado que se cree que ella
jugará un papel similar si Hillary Clinton resulta electa, se atribuye
mucho peso a sus puntos de vista.

En un reciente artículo, Power opina cómo, a su juicio, debe actuar un
estadista en función de avanzar los intereses de la nación. Comienza
argumentando que la diplomacia estadounidense debe reflejar los
intereses nacionales pero razona que éstos son indistinguibles de los
«valores morales» y «lo que suceda a la gente en otros países forma
parte de nuestra propia seguridad nacional».

Power, junto con Hillary y el ex presidente Bill Clinton, han sido
defensores de la «intervención humanitaria», argumento con el que
Estados Unidos intervino en la guerra civil yugoslava y que, luego,
formalizado el término como «responsabilidad de proteger», fue la
justificación para derrocar a Muammmar Gaddafi en Libia.
Hillary Clinton ha defendido la idea de establecer «zonas de exclusión
aérea» para bloquear a Siria y evitar que aviones rusos bombardeen a
los sediciosos de ese país que Washington controla.

Pero la señora Power propone algo distinto a una intervención
humanitaria. Sugiere elevar la responsabilidad de proteger al nivel de
la seguridad nacional, argumento obviamente inaceptable para países
cuyo sistema jurídico no sea idéntico al norteamericano.
Aunque Rusia, China y Venezuela están igualmente en la mira de
Washington, Samantha Power dedica más tiempo a Moscú y la actual
crisis en Ucrania. Washington acusa a Moscú de ocupar la Crimea y de
haber silenciado la noticia de la intervención rusa a su propio
pueblo, porque «muchos rusos podrían oponerse a tal acción» pasando
por alto que han sido los medios de prensa rusos los que
principalmente han informado sobre la situación en Ucrania.

Según Hallinan, Power no presenta evidencia alguna que respalde esta
declaración porque no las hay. Al margen de lo que se piense del papel
de Moscú en Ucrania, la gran mayoría de los rusos no sólo está
consciente de ello, sino que apoya al Presidente Vladimir Putin
abrumadoramente en el tema.

Desde el punto de vista del ruso promedio, la OTAN ha estado
constantemente marchando hacia el este desde el final de la guerra de
Yugoslavia. Son los estadounidenses los que están desplegados en el
Báltico y Polonia, no los rusos sobre las fronteras de Canadá y
México. Los rusos son muy sensibles sobre cuestiones de fronteras,
habida cuenta las decenas de millones de ciudadanos que murieron en la
II Guerra Mundial, algo que Power parece ignorar.
A Power no parece preocuparle lo que los chinos y los rusos piensen de
Estados Unidos, aspecto que -según Conn Hallinan- constituye una
habilidad esencial en la diplomacia internacional porque es así como
un estadista determina si el oponente plantea una amenaza grave para
su seguridad nacional.

¿Es Rusia acaso -como dijo recientemente Obama en la ONU- quien
«intenta recuperar por la fuerza la gloria perdida» o es que Moscú
reacciona a lo que percibe como amenaza a su seguridad nacional? Rusia
no intervino en Ucrania hasta que Estados Unidos y sus aliados de la
OTAN apoyaron el golpe de estado contra el gobierno de esa nación y
abandonaron un acuerdo que había sido forjado entre la Unión Europea,
Moscú y Washington para resolver pacíficamente la crisis.

Hallinan concluye su trabajo con una cita del experto en temas
mediorientales Patrick Cockburn: «Estados Unidos sigue siendo una
superpotencia, pero ya no es tan poderoso como antes. Si bien aún
puede derrocar regímenes que no sean de su agrado, no puede reemplazar
lo que ha sido destruido». El modelo de diplomacia de la señora Power
es una fórmula reiterativa de guerra e inestabilidad.

Blog del autor: http://manuelyepe.wordpress.com/
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.