La policía de Sudáfrica abrió fuego contra los trabajadores en huelga de la mina de platino de Marikana, cerca de Rustenburg, dejando más de 30 muertos. Además diez personas murieron también a raíz de otros enfrentamientos. Esta masacre repugnante trajo recuerdos de como la policía del apartheid actuaba. Toda la esperanza que supuso el fin […]
La policía de Sudáfrica abrió fuego contra los trabajadores en huelga de la mina de platino de Marikana, cerca de Rustenburg, dejando más de 30 muertos. Además diez personas murieron también a raíz de otros enfrentamientos. Esta masacre repugnante trajo recuerdos de como la policía del apartheid actuaba. Toda la esperanza que supuso el fin de aquel nefasto régimen racista se ha roto con esta matanza.
La recientemente nombrada jefa de policía, Mangwashi Victoria Phiyega, visitó la mina hace pocos días y se cree que fue la persona responsable de coordinar la masacre del pasado jueves. Pero la decisión de utilizar fuego real por parte de la policía, fuertemente armada, ha sido tomada en los niveles más altos del gobierno, llegando hasta el propio presidente del Congreso Nacional Africano (CNA), Jacob Zuma. El presidente manifestó que lamentaba las muertes, pero no hizo ningún tipo de referencia a la actuación policial. Es necesario hacer justicia a los huelguistas muertos en Marikana y todos los que ordenaron su muerte tienen que pagarlo.
De hecho, esta es otra página de la sangrienta historia de la minería sudafricana, una historia de grandes beneficios para los jefes, de racismo y de una heroica resistencia. Y es que la huelga se está dando en un contexto donde el precio del platino, que tenía un margen de beneficios muy grande antes de la crisis financiera, está cayendo. Esto hace que los beneficios de los empresarios sean menores y por lo tanto tratan de imponer recortes a los trabajadores. Los mineros, que ya hacen un trabajo muy peligroso, todavía tienen que afrontar más inseguridad en su trabajo debido a estos recortes.
El boom del platino, un componente fundamental para la industria de la automoción, ha transformado partes enteras de Sudáfrica. Ha supuesto más riqueza para unos pocos y miseria para muchos. La masacre abre una ventana sobre la realidad del boom de los minerales, liderado por la demanda china, y su impacto en África. Un informe reciente de la Bench Marks Foundation (http://www.bench-marks.org.za/) indica que a pesar del valor que se extrae de las minas de platino, las comunidades locales se enfrentan a consecuencias negativas a nivel social, económico y medioambiental. «La cuestión es que las corporaciones privadas, muchas veces con el apoyo de los líderes de los gobiernos, tienen unos beneficios muy altos, mientras que las comunidades sufren altos niveles de desigualdad y pobreza. La situación en Marikana es un ejemplo de esto», afirma Yo Seoka, presidente de la Fundación Bench Marks.
La policía atacó a mineros que están en huelga desde hace una semana, parando toda la producción de una zona donde trabajan 28.000 personas. Esta está controlada por la empresa Lonmin, sucesora de Lonrho, empresa que ha trabajado con cada uno de los regímenes corruptos de África durando casi un siglo.
Militante
Las demandas que reclaman los huelguistas, de forma justa, son un aumento alto de los salarios. Esto ha llevado a una división entre la National Union of Mineworkers (NUM), el sindicato tradicional de la minería en Sur África, y la Association of Mineworkers and Construction Union (AMCU), que defiende una posición más militante. El AMCU no es un sindicato de los jefes. Apareció en 1998 a raíz del descontento de muchos trabajadores con la creciente burocratización de la NUM y sus posturas «negociadoras». Muchos de los trabajadores que formaron la AMCU son antiguos activistas de la NUM.
La NUM jugó un papel fundamental en la batalla contra el apartheid y lideró grades huelgas, pero hoy en día está considerada de derechas y muy cercana a los empresarios. Más allá de sus intenciones, la AMCU ha veces ha sido utilizada para alentar la desunión cuando los trabajadores han tenido que enfrentarse a grandes desafíos. Hubiera sido mejor para los trabajadores que formaron el nuevo sindicato, haber luchado dentro de las bases de la NUM y cambiar sus políticas desde bajo. Pero está claro que nada de esto excusa los asesinatos de la policía. La AMCU ha crecido mientras la rabia por las políticas de la NUM también crecía. En los últimos años la NUM ha trabajado estrechamente con los jefes, siendo el máximo ejemplo el nombramiento de Cyril Ramaphosa, el primer líder de la NUM, como director no ejecutivo y «gerente del comité de transformación» en Lonmin. Concretamente la AMCU ha apoyado las demandas salariales de los perforadores de rocas cuando los líderes de la NUM no lo hicieron. Los perforadores de rocas llevan a cabo un trabajo extremadamente peligroso y es difícil encontrarles sustitutos, por lo tanto pueden presionar más a los jefes, y cuando paran, toda la mina para.
La NUM también está cerca al CNA sudafricano en unos momentos que el gobierno es cada vez más impopular. De hecho, hay más protestas per capita en Sudáfrica que cualquiera otro lugar del mundo, y muchas veces sobre temas como la vivienda y otros servicios básicos.
A finales del año pasado, la AMCU jugó un papel muy importante durante la huelga en Impala Platinum, a pocos kilómetros de la masacre del pasado jueves. La NUM se ganó una buena reputación en la mina de Impala en 1993, después de una implacable lucha contra el régimen de Lucas Mangope, pero en la última huelga, varías secciones de trabajadores consideraron que la NUM los había traicionado. Los jefes despidieron unos 13.000 trabajadores y muchos tenían la sensación que la NUM podía haber hecho mucho más que simplemente decirles que volvieran dócilmente a trabajar. AMCU creció en Impala, y después en las minas de Lonmin.
Perforadores
La reciente huelga en Marikana empezó entre los perforadores de rocas. La NUM los acusó de faccionalismo, mientras que la AMCU dijo que estaban luchando por todo el mundo. La policía y los jefes decidieron que el jueves sería el «Día D» para romper la huelga, atacando a miles de huelguistas que se habían concentrado en un cerro. Los huelguistas contra atacaron y la policía les disparó.
Hay fuertes evidencias que señalan que la actitud de la NUM alentó los crímenes de la policía. El jueves por la mañana el secretario general de la NUM, Frans Balei, apeló a que «todos los trabajadores vuelvan al trabajo y que los organismos que aplican la ley tomen medidas drásticas contra los culpables de la violencia y los asesinatos». «Nuestros miembros están más que dispuestos a volver al trabajo» añadió, haciendo un llamamiento a la policía a abrir el paso entre los huelguistas. Después de la masacre el portavoz de la NUM, Lesib Seshoka, declaró que el sindicato condenaba la violencia, pero que estaban satisfechos con que la policía se hubiera ocupado de los «elementos criminales que provocan comportamientos violentos en la mina».
Los jefes están encantados con las divisiones entre los trabajadores y con la prueba de que el estado está junto a las élites, pero también con el letal apoyo que han recibido las compañías privadas mineras, teniendo en cuenta que ahora mismo hay un fuerte debate en Sudáfrica sobre la nacionalización de las minas.
Explotados
Tenemos que recordar como el capital ha explotado a los mineros negros en Sudáfrica. El sistema de apartheid de racismo sistemático que robó y humilló a las personas negras, desposeyéndolas de cualquier derecho político, fue el resultado del desarrollo del capitalismo, y especialmente del capital minero. En 1997 el Congreso de Sindicatos Sudafricanos dio evidencias a la Comisión por la Verdad y la Reconciliación sobre la relación entre los negocios y el apartheid: «Lejos de ser inocentes de la opresión racial, fueron precisamente los capitanes de las industrias, particularmente los asociados con la industria de las minas de diamantes y oro, los que aplicaron las principales características del que más tarde fue conocido como apartheid». Unos 69.000 mineros murieron en «accidentes» entre 1900 y 1993, y más de un millón sufrieron heridas de gravedad. Solo este año, casi 20 años después del fin del apartheid, han muerto 40 mineros.
Enfrentados a la brutalidad del capital y el estado, los mineros necesitan que la lucha sea unitaria, sobre todo porque seguro que habrá mucha rabia y protestas a raíz de los terribles asesinatos. La mejor manera de recordar a los trabajadores asesinados sería construir una fuerte oposición a los jefes de las minas y a los líderes del CNA que los apoyan.
Artículo extraído del Socialist Worker , periódico del Socialist Workers Party, organización hermana de En lucha en Gran Bretaña
Traducido para En Lucha por Manel Ros.