Mario Cabral es miembro de la Asociación de Educadores Sociales de Angola, el camarada, se encuentra estudiando medicina integral comunitaria en Caracas. Aprovechamos su estancia aquí para conversar con él. Mario, aprovechando tu estancia en la República Bolivariana de Venezuela quisiéramos conversar sobre la situación política de Angola. Vemos que los cambios en a última […]
Mario Cabral es miembro de la Asociación de Educadores Sociales de Angola, el camarada, se encuentra estudiando medicina integral comunitaria en Caracas. Aprovechamos su estancia aquí para conversar con él.
Mario, aprovechando tu estancia en la República Bolivariana de Venezuela quisiéramos conversar sobre la situación política de Angola. Vemos que los cambios en a última década en el país permiten albergar alguna esperanza de un giro a la izquierda. ¿Cómo valoraría esta evolución?
Cierto que podemos ver un horizonte de cambio, pero éste todavía es lento y contradictorio. En ocasiones parece que se tratase sólo de retórica de izquierdas; en otras, se ven acciones reales. Por ejemplo, la recuperación de ciertos planes sociales, como la municipalización de la salud, con acceso gratuito, por supuesto; ahora eso llega más lejos, a más gente. En educación hay mejores condiciones para los maestros, son mejor valorados y también se les exige más rigor.
En general se ve más debate político en el Parlamento, más voluntad de trabajo, e incluso existe un esfuerzo para repolitizar a la población.
Hay una tentativa dentro del propio MPLA, una corriente de izquierda que está empujando, mientras que por fuera del partido del gobierno existe una coalición CASA-CE (Convergencia Amplia para la Salvación de Angola), con cierta visión de izquierda, a partir de gente que salió de la UNITA. Ésta última sigue ocupando el espacio de la socialdemocracia en el país.
En Cuba se sabe mucho de Angola por la hermandad que existe desde la «Operación Carlota», pero en otros lugares es un tema bastante desconocido. Le pediríamos que nos ubicase un poco al respecto de las fuerzas políticas que menciona.
En la lucha por la Independencia existía el FAPLA, que era el brazo armado del MPLA (Movimiento Popular para la Liberación de Angola). Por otro lado estaba la UNITA (Unión para la Liberación Total de Angola) y también el FNLA (Frente Nacional de Liberación de Angola). Saben ustedes perfectamente el apoyo que recibió cada fuerza y el rumbo que fueron adoptando con el tiempo. El MPLA contó con el apoyo soviético y, sobre todo, cubano; la UNITA por su parte, fue sustentada primero por China durante la independencia, pero a partir del 79 lo fue por Sudáfrica y luego por los EEUU, en ese tablero de la Guerra Fría para contrarrestar el avance del MPLA. El FNLA fue un movimiento guerrillero de tendencia derechista y prooccidental que obtuvo los apoyos de Zaire, EEUU, España y Sudáfrica, e incluso en algún momento también de China para minar la influencia de la URSS.
Con la ayuda cubana, el MPLA se impuso y frenó el avance colonial sudafricano, expulsó el Apartheid del Sur de Angola y, más tarde, ya muerto su líder histórico, Agostinho Neto, también del territorio de Namibia. Ese «Girón Africano», como lo llamó Carlos Puebla, supuso una derrota importante para el imperialismo y para el régimen de Pretoria, lo que fue decisivo para el fin del Apartheid.
Posteriormente, tras la retirada cubana y con todo lo que implicó la caída del Muro de Berlín, en Angola se volvió al capitalismo. La presión internacional y la falta de desarrollo político-ideológico hicieron que en el año 91 se retornase al modelo de «democracia» de mercado.
Sin embargo, la guerra siguió de forma casi ininterrumpida durante los 90s, con la UNITA enfrentada al Gobierno del país, liderado por el MPLA. Era ya una guerra sin sentido; ya no había ideología real detrás de la confrontación.
En Febrero de 2002 murió Sabimbi, líder histórico de la UNITA y sólo dos meses después finalizó completamente la guerra. El 5 de Abril, hoy día de fiesta en el país, en la Asamblea Nacional se firmó la paz y desde ese momento en Angola se pudo empezar a mejorar la situación. En la primera década de siglo, pues, se inicia el proceso de cambios que mencionábamos al principio.
¿Ve usted probable un giro al socialismo en Angola?
No, no es probable. Yo lo querría, pero hoy pocos lo quieren. La conciencia se perdió y hoy se está recuperando lentamente. No lo veo probable por varios factores. La aplicación del socialismo en Angola, a mi juicio, fue inadecuada, no adaptada al contexto del país. Además, los decretos de nacionalización, por los que todas las riquezas pasaban al pueblo y a manos del estado como gestor, no se hicieron efectivos, y hubo mucha apropiación privada de esos bienes. Incluso algunas élites se corrompieron y pasaron a ser nuevos ricos.
Pero sí se mantuvo la presencia cubana allí…, ¿ayuda eso a la recuperación de la conciencia?
Ell@s son principalmente médic@s, y no hacen ningún tipo de interferencia, no hablan de política. Pero evidentemente hacen un papel de concienciación a través del hecho, del puro ejemplo de trabajo solidario. En Angola, cualquier cuban@ es recibido en casa como un/a herman@; ni siquiera la gente que pudiéramos considerar más a la derecha les despreciaría: la historia de solidaridad con nuestro pueblo es demasiado fuerte.
Nos ha dicho que no ve posible una vuelta al socialismo a corto plazo. ¿Observa, al menos, una cieta orientación panafricanista en Angola?
En cierto modo sí. Hoy, en realidad, tenemos más visión de unidad entre los países de África Austral a través del SADC (Comunidad de África del Sur para el Desarrollo, según sus siglas en inglés) pero sí queda algo el legado panafricanista de Neto.
Parece, como en el caso latinoamericano, que esa unidad es necesaria. ¿Qué posibilidades ve de que esa alianza continental se fortalezca?
Ahora perdimos algo de terreno tras la invasión de Libia. El gobierno liderado por Gaddafi era el principal impulsor hoy en día de la conciencia de unidad africana, del fortalecimiento de la organización de la Unión Africana para que tuviera un contenido real más allá de su denominación. Las potencias occidentales quieren mantener a África dividida para mantener su dominación; exactamente igual que lo que tratan de hacer en América Latina, aunque allí el proceso de unidad está mucho más avanzado. Para nosotr@s, América Latina es un ejemplo; la Unión Europea es un ejemplo a no seguir.
¿Ve usted la agresión contra Libia como la eliminación de un obstáculo para los intereses occidentales?
Sí. Allí existía el nivel de vida más alto de toda África. El 80% del territorio libio era desierto y aun así gran parte de él se convirtió en zona de cultivo, con la puesta en marcha de grandes proyectos de desalinización que están entre los mayores del mundo. El caso de la unión de las tribus allí es un ejemplo para la mayoría de estados africanos. La cobertura de salud, de educación, ambas gratuitas, el transporte barato…; en definitiva, de la utilización de las riquezas del petróleo para beneficio el pueblo. Si eso era una dictadura, yo quiero una dictadura para mi país y para mi continente.
Volviendo a Latinoamérica, ¿cómo ve los procesos de avance en la región?
En general son un claro cambio a mejor. En algunos casos están más estancados o son decepcionantes, como en Perú, y por supuesto hay otros gobiernos reaccionarios como el de Colombia o el de Chile que están poniendo trabas a la unidad y la independencia. Pero hay muchos otros que están caminando, siendo un ejemplo para el mundo. Demuestran que el tiempo de la colonia se está acabando, y también el tiempo de que exista una sola potencia mundial. Ójala se pueda llevar a buen puerto este proceso de transformación y de unidad y podamos ver pronto un continente unido y socialista.
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