En un ensayo dedicado al análisis de las contradicciones y los culpas de la política estadounidense en el Medio Oriente, bajo el título de «Nuevamente la vergüenza de Irak» («The Shame of Iraq Once More»), el destacado politólogo marxista estadounidense Zoltan Zigedy (ZZ) advierte la reiteración con que los estrategas de la política exterior y […]
En un ensayo dedicado al análisis de las contradicciones y los culpas de la política estadounidense en el Medio Oriente, bajo el título de «Nuevamente la vergüenza de Irak» («The Shame of Iraq Once More»), el destacado politólogo marxista estadounidense Zoltan Zigedy (ZZ) advierte la reiteración con que los estrategas de la política exterior y la defensa en su país resultan «sorprendidos» por los resultados de sus agresiones, al tiempo que llama a la unidad de las fuerzas de izquierda en Estados Unidos como una necesidad.
Nada expresa más dramática y evidentemente la bancarrota de la política estadounidense en el Medio Oriente que la «sorpresa» que acompañó la reciente barrida ofensiva de Estado Islámico (EI) a todo lo extenso de una buena parte de Irak. Pese a contar con décadas de intenso escrutinio y espionaje con las más sofisticadas tecnologías, los servicios de seguridad de Estados Unidos fueron «sorprendidos» por la rapidez y el éxito de la ofensiva.
Igualmente embarazoso y sorpresivo fue el colapso absoluto de las fuerzas entrenadas, financiadas y armadas del ejército iraquí que se enfrentaron a las del Estado Islámico.
Mucho antes, los estrategas estadounidenses habían sido también «sorprendidos» por la traición de sus testaferros fundamentalistas de Al Qaeda que, luego de haber socavado una revolución en Afganistán, lanzaron en 2001 un ataque contra los propios Estados Unidos.
Por supuesto, ellos también fueron «sorprendidos» por el caos dejado en Libia por la guerra que EEUU y la OTAN libraron contra Gaddafi creando a ese país destrucción, muerte e inestabilidad.
Sorprendidos» dicen estar igualmente de que su patrocinio de una insurrección contra Assad en Siria haya llevado a la creación de un Califato fundamentalista (irónicamente, amenazando al gobierno títere de Irak). En opinión de ZZ, ellos serán «sorprendidos» cuando el gobierno títere en Afganistán también colapse dentro de no mucho tiempo.
Mientras tanto, los gobernantes estadounidenses, envueltos en las banderas de los derechos humanos y la democracia siempre han estado dispuestos a aceptar a los mayores violadores de los derechos humanos y la democracia en países como Egipto, Arabia Saudita y Colombia en sus cruzadas contra el «terrorismo».
Para ZZ, es evidente que la política estadounidense en el Oriente Medio, como su política hacia Cuba, Venezuela y otros muchos países, además de estar desconectada de altos valores, está profundamente enraizada en los intereses de Estados Unidos. Pero no en los sanos intereses de los ciudadanos de Estados Unidos, que demuestran constantemente en las encuestas desaprobación por las intromisiones de Estados Unidos en otros países, sino en los intereses de las corporaciones estadounidenses.
Uno sólo puede desear que esta verdad atraviese algún día el casi impenetrable filtro impuesto por los medios corporativos, que niegan el acceso a todo lo que no sea inútil entretenimiento y política surrealista».
ZZ se lamenta de la quietud y la inacción de la izquierda amplia de Estados Unidos y critica a quienes en su país no se atreven a pronunciar la palabra imperialismo, que es la única que resume el patrón de violencia y destrucción que constantemente acompaña a las políticas estadounidenses.
«La única explicación plausible para esta humildad ubicua en el enfrentamiento al imperialismo es una sumisión servil a la suerte electoral del partido demócrata. La califico de rastrera porque no hay otra palabra pueda capturar una lealtad que sólo se paraliza ante un liderazgo demócrata que desdeña a la izquierda del partido y es aún más despectivo de la izquierda en general».
El costo humano de la implacable y perpetua guerra que nació con la falsa «guerra contra el terror» y la contradicción entre los enormes recursos que se dedican a la destrucción y la dominación mientras hay ciudadanos que mueren de hambre y los servicios y otros elementos de infraestructura llamados a aportar bienestar a la población claman por financiamiento en Estados Unidos.
Si el gobierno demócrata -que disfrutó un estimulante mandato de los electores estadounidenses, heredó una mayoría congresional y prometió urgentes cambios- fracasa en el empeño de alcanzar un cese de las agresiones, habrá muy pocas perspectivas de lograrlo en el futuro.
Por ello, hacer caso omiso a las lecciones que derivan de la debacle de Irak sin objetar los compromisos que están siendo contraídos ahora mismo, equivale a plegarse ante los moralmente corruptos dirigentes electos del partido demócrata involucrados en tal desastre. Pero la renuncia a la condena de las acciones imperialistas no puede ser ignorada por oportunismo político, concluye Zoltan Zigedy.
Fuente: http://www.cubadebate.cu/opinion/2014/07/31/las-sorpresas-para-washington/#.U97ZRVYQjLQ