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Le Mirage o cómo Marruecos compra a políticos socialistas como Zapatero, José Bono, López Aguilar…

Fuentes: Rebelión

“El lobby marroquí en España se llama PSOE”. Una frase lacónica y lapidaria, pero que sintetiza la cruda realidad. Así lo afirma el antiguo delegado en Marruecos de la agencia EFE, durante 16 años, Javier Otazu. Periodista con conocimiento de causa. Y no le falta razón. Marruecos ha sabido calar hasta los huesos de España gracias a los barones del PSOE.

Pero antes de asumir las tesis marroquíes y blanquear al régimen de Mohamed VI, todos ellos fueron bautizados en el mismo lugar: pernoctar (sin límite) de forma totalmente gratuita y a cuerpo de rey en el lujoso hotel Le Mirage de la ciudad costera de Tánger. Para el resto de los mortales la noche cuesta 8000 euros. Y la historia comenzó con esta declaración de amor: “Es un sitio muy agradable, cómodo y discreto, con bella vista abierta. Podría pasar aquí todas mis vacaciones de verano”, decía un relajado Felipe González, mientras inhalaba un habano, y los pies remojándose en el jacuzzi, un 13 de agosto de 1998 en una entrevista al diario El País.

Una vez echado el anzuelo, y partir de aquella idílica descripción de González, todos los socialistas aprendices de brujo sucumbieron al encanto paradisiaco del entorno tangerino, y quedan a merced del régimen alauí. La lista del aquelarre que pasa sus vacaciones familiares es amplia: José Luis Rodríguez Zapatero; Miguel Ángel Moratinos; Trinidad Jiménez; Bernardino León Gross; María Antonia Trujillo; Elena Valenciano…Y el último en dormir a pierna suelta entre sus sábanas de seda ha sido José Bono Martínez.

Pero siempre hay una condición: El ‘Ábrete Sésamo’ de Le Merage, es asumir y defender a ultranza que el Sahara Occidental es marroquí. Y en eso, ellos no tuvieron ni reparo, ni vergüenza, ni principios, ni delicadeza, ni sentido común. Aceptaron sin rechistar. Y ahí lo tenemos, más papistas que el Papa. A codazos por quién dice la mayor estupidez sobre el Sahara Occidental en favor de Marruecos.

Pero como con las palabras no basta, y ante tanto agasajo, prebendas y dádivas, había que subir de escalón y buscar la forma de agradar y devolver los favores. Entonces, decidieron que, a partir de ahora, se apuntarán en cualquier berenjenal donde vayan a hacer el ridículo y hablar mil maravillas de Marruecos, y de su supuesta panacea llamada autonomía para el Sahara Occidental.

Y a empujones, ahora de nuevo, para ocupar las primeras localidades en un supuesto encuentro en Gran Canaria (22 y 23 de septiembre) de un grupúsculo que dice defender “la paz y la seguridad”, y que, sin embargo, el Centro Nacional de Inteligencia español (CNI) afirma, sin ambages, que es una “pantalla” de los servicios secretos marroquíes en España (El País, portada 7 de junio).

Un grupo creado hace apenas dos años, en plena pandemia del COVID-19, que carece de medios económicos, y que pretende hablar de lo que les conviene a los saharauis, sin consultar con los saharauis. Confundiendo al personal con que participarán miembros de las Naciones Unidas (ente imparcial totalmente en el conflicto saharaui). O que el derecho de autodeterminación es una apuesta caprichosa del Frente Polisario, cuando en realidad es la opción que defienden todas las resoluciones del derecho y la legalidad internacional. Entre otras delirantes y pomposas promesas de quienes nacieron para perder.

Aquellos socialistas que se ufanaban en defender los principios más elementales, ahora abrazan el discurso de un régimen dictatorial y antidemocrático, y que, sin despeinarse, intentan desdecirse de lo que ayer mismo defendían con la mano en el corazón. Empezando por José Luis Rodríguez Zapatero, que según los organizadores abrirá el encuentro. Quien prometía solucionar el conflicto saharaui en apenas seis meses, para que unos años después merecer el cordón alauí de clase excepcional de la mano de Mohamed VI, convirtiéndose, junto con Felipe González (y de camino Pedro Sánchez y José Manual Albares) en uno de los mayores veladores de los interesas de Marruecos en España y Latinoamérica.

Y el segundo en la fila va José Bono. El antiguo falangista de buena cuna, devenido en socialista, que pasó media vida desgañitándose por el derecho del pueblo saharaui por el que “se sentía cercano, amigo y solidario”, en una entrevista a EFE el 14 de noviembre de 2010; y reconociendo a pecho descubierto que “Marruecos no es democracia ni puede tener el nivel ni la consideración de un país amigo porque es una dictadura encubierta por un poder personal”, según recoge El País el 21 de agosto de 2001.

Tiempo después de estas declaraciones, el propio Felipe González le sugirió a Bono visitar a Marruecos para “conocer mejor la realidad”, en un encuentro con EFE en 2001. Y vaya que sí lo hice, cambió tanto de realidad que hasta se atrevió a despojarse de sus principios (si es que los tenía) para enfundarse en una chilaba en una boda celebrada el año pasado por estas fechas; y (¡bingo!) en Tánger, lugar preferido de la élite socialista.

Y una vez ahí bautizado, el expresidente de Castilla La Mancha, exministro de Defensa, expresidente del Congreso de los Diputados, excasado, examigo del Polisario, ya no le parece que Marruecos “no respeta los Derechos Humano”, sino que los saharauis hemos de aceptar la autonomía bajo un régimen que él mismo decía que debía estar “en un museo arqueológico”. Al fin y al cabo, que se espera de alguien que es amigo del dictador ecuatoguineano Teodoro Obiang, y Mohamed VI.

Pero por mucho malabarismo y desfachatez que algunos pretenden exhibir, metiéndose en mangas de once varas, solo decirles que la realidad del conflicto saharaui es la que es: una cuestión de justicia y legalidad internacional. Y no hay huida a ninguna parte, ni personajes, ni estados, ni leyes, ni traidores que puedan cambiar su rumbo. Cualquier solución tiene que contar con el consentimiento pleno y soberano de los saharauis mediante un referéndum de autodeterminación. Quien quiere acompañarnos, bienvenido sea, y quien se apea vendiendo su alma y su prestigio a supuestas soluciones ilegales y que solo existen en el papel, decirles que, si el pueblo saharaui resiste desde hace medio siglo, no les quepa duda de que continuará… Hay voluntad y determinación hasta el final.

Salamu Hamudi Bachri, es periodista saharaui.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.