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Leopoldo Sédar Senghor, en un cayuco

Fuentes: Rebelión

Nació el 9 de octubre de 1906, en Senegal – murió el 20 de diciembre de 2001, en Verson, (Francia), Presidente de Senegal (1960-80), Poeta y Ensayista. Perteneciente a una familia acomodada, tras acabar la secundaria en Dakar, se traslada a Paris, al Liceo Louis-le-Grand y más tarde, en la Sorbona. En 1935 obtiene el […]

Nació el 9 de octubre de 1906, en Senegal – murió el 20 de diciembre de 2001, en Verson, (Francia), Presidente de Senegal (1960-80), Poeta y Ensayista. Perteneciente a una familia acomodada, tras acabar la secundaria en Dakar, se traslada a Paris, al Liceo Louis-le-Grand y más tarde, en la Sorbona. En 1935 obtiene el doctorado en Lengua. Mientras da clases de Lengua y Literatura en el Liceo Descartes, en Tours (1935-1938), sigue los cursos de lingüística negro-africana en el Instituto de Etnología de Paris. Nombrado profesor del Liceo Marcellin Berthelot de Saint -Maur- des -Fossés en 1938, es movilizado en 1939 y hecho prisionero en junio de 1940. Tras pasar dos años en un campo de internamiento nazi, es puesto en libertad por enfermedad, en enero de 1942. Se une a la Resistencia en el Frente Nacional Universitario. Desde 1944 hasta la independencia de Senegal, ocupa la cátedra de Lenguas y Civilizaciones Negro-Africanas en la Escuela Nacional Francesa. En 1.948, fundó el Frente Democrático de Senegal y como candidato de este partido fue reelegido por un amplio margen en las elecciones de 1951 y 1956 para la Asamblea Nacional. Siendo Secretario de Estado en el gobierno de Edgar Faure (1955-56), fue elegido alcalde de Thiès, centro ferroviario de Senegal. Miembro de la Asamblea Consultiva del Consejo de Europa, es, además, varias veces delegado de Francia en la Conferencia de la UNESCO y en la Asamblea General de la ONU. Ministro-Consejero del gobierno de la República Francesa en julio de 1959, es elegido primer Presidente de la República de Senegal, el 5 de septiembre de 1960. Defendió un socialismo africano basado en la realidad africana, abierto, democrático, un socialismo humanista, huyendo de eslóganes tales como «la dictadura del proletariado. Reelegido Presidente de la República en 1963, 1968, 1973 y 1978, se retiró del cargo el 31 de diciembre de 1980. Es en 1.945 cuando comienza a sobresalir cono obras como «Cantos de Sombras» (1945)»Hostias Negras» (1948), «Cantos para Naëtt» (1949). «Etiópicas» (1956) y «Nocturnos» (1961).Se convierte en uno de los máximos exponentes del llamado movimiento de la negritud. Leopoldo Sédar Senghor es medalla de oro de la lengua francesa. doctor honoris causa de treinta y siete universidades: Sorbona, Strasburgo, Lovaina, Burdeos, Harvard, Oxford, Viena, Montréal, Francfurt, Yale, Meiji, Nancy, Bahia, Evora. El 2 de junio de 1983, fue elegido miembro de la Academia Francesa.Murió a la edad 95 años. Anoche en el Parque del Mar, en esta Málaga acogedora y cosmopolita, vi a Sédar Senghor sentado al lado del templete. No tenía un doctorado, sólo tenía hambre y mucha dignidad, pues no aceptó una moneda, sino comer conmigo en el bar que hay cerca la plaza de Moreno Villa. Hablamos en castellano y francés lo que pudimos, él haciendo más esfuerzos que yo, pues a la postre era el «débil», ¿el débil?, recorrió 2.000 millas en un cayuco de mala muerte con la muerte a cuestas en cada embate del mar, y llegó a la Málaga que los ignora y los rehúye. Estuvimos hablando del «efecto llamada» y se sonrió. Después de algún pensamiento, es decir, de algunos segundos, me dijo que si ese «efecto» tenía consecuencias mortales, pues en su aldea cuando se habla de un efecto es como si hablara de un espíritu maligno. ¿Cómo llegaste aquí?, dije, pues verás que te mueres de hambre y que compartes el suelo con los perros vagabundos. «Sí, lo comparto, y a veces hasta le disputo el banco o el árbol en que hemos de pasar la noche, tanta navegación y tanta esperanza se ha acabado en un silencio que nadie puede soportar, pues aquí casi nadie habla francés, así que no puedo decir qué siento, pues el hambre se soporta, la soledad no». Leopoldo se fue solo en silencio por calle Ayala, y yo no pude decirle adiós. Es un hombre digno. «En cada ser humano hay un tesoro escondido», yo no lo sabía. No quiero yo ser inoportuno, ni desagradable, ni tocapelotas al uso, pero ¿os habéis acercado a un negro que duerme en el parque y habéis hablado con él aunque sólo fuera unos minutos?. ¿Habéis saludado a un senegalés, un malí, un nigeriano, un africano, en definitiva?. La negritud avanza por Europa y es incontenible, por eso creo que el mestizaje está asegurado en esta España que aún en su fondo, en sus entrañas católicas y blancas, racista por demás aunque no se aprecie ahora (ese tema lo resolvieron Isabel Y Fernando en 1492-1497), con sus valores eternos escondidos y bien guardados en el arca de la alianza blanca, esa negritud será un poderoso complemento a la España que muchos adoran y que otros muchos odia, pero que al margen pequeñeces, quienes han llegado en un cayuco ven un territorio donde vivir, sencillamente porque el planeta es de todos los seres vivos. Incluso mi perro tiene derecho a vivir. ¿El tuyo no?. ¿Y un senegalés, un Leopoldo, un Sédar, un Senghor, carece acaso de ese derecho?. Mi perro sí, el del guiri en Marbella también, pero al negro senegalés se le envía de nuevo a la tierra de la se fue. Negritud o blanquitud, me traen sin cuidado, sólo pido que quien llegue se quede, por respeto a su persona, por respeto a su familia, por respeto al sacrificio, y por respeto a Leopoldo Sédar Senghor.