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Libia, el naufragio que no cesa

Fuentes: Rebelión

Las brigadas Bunyan Marsu, provenientes de la ciudad costera de Misrata, separada por unos 240 kilómetros de ciudad de Sirte, cuna y lugar del martirio del Coronel Muhammad Gadaffi, hasta estos días la primera capital de Estado Islámico, fuera de Irak y Siria, están logrado junto a otras fuerzas doblegar la resistencia de los califados. […]


Las brigadas Bunyan Marsu, provenientes de la ciudad costera de Misrata, separada por unos 240 kilómetros de ciudad de Sirte, cuna y lugar del martirio del Coronel Muhammad Gadaffi, hasta estos días la primera capital de Estado Islámico, fuera de Irak y Siria, están logrado junto a otras fuerzas doblegar la resistencia de los califados. La campaña al Nafir ila Libya (movilización hacia Libia) organizada por los hombre del Califa Ibrahim, para reclutar combatientes no ha tenido el éxito, se cree que en este momento en Sirte, según fuentes occidentales son entre 5 y 8 mil combatientes que resisten los embates de las milicias misratíes, que en la última semana consiguieron conquistar el puerto para continuar rumbo al centro de la ciudad.

Los combatientes de Estado Islámico en su mayoría libios, pero también tunecinos, chadianos, malíes y nigerinos se atrincheran en el centro de la ciudad para lo que se espera una gran batalla, quizás más memorable que la que la del aeropuerto de Trípoli en el verano de 2014, la batalla de Sirte que sin ninguna duda se resolverá a favor de los grupos pro occidentales, de ninguna manera resolverá el problema del salafismo en Libia, y quizás al contrario intensifique sus ataques, más esporádicos, pero se espera por necesidades de marketing, más letales como atentados en gran escala contra la población civil e la escasa infraestructura que todavía se mantiene en pie después de cinco años continuos de guerras, en este plano las instalaciones petroleras será las más amenazadas, ya que prácticamente son los únicos intereses de occidente en el país, a la vez que representa el único ingreso genuino al «estado» libio, hoy representado por el Gobierno de Unión Nacional libio (GNA) encabezado por el cada vez más desprestigiado Fayez al-Sarraj, último engendro creado por Naciones Unidas para darle un perfil de nación a la antigua patria del Coronel Gadaffi.

Se sabe que de la existencia de células dormidas de Estado Islámico, tanto en la ciudad de Trípoli como en la ciudad de Misrata, que podrían activarse una vez producida la caída de Sirte. Por otra parte se espera que tras la desbandada de las tropas de E.I., en las zonas rurales del suroeste de Sirte establezcan un sistema de guerrillas, hasta encontrar una nueva base. Posiblemente en la desértica provincia de Fezzan, al sur del país, alejada de la costa pero con amplias fronteras con Níger y el Chad. Que daría infinitas rutas de abastecimiento a Estado Islámico, tanto de insumos como combatientes provenientes del Sahel.

Algunos informes señalan que semanas antes del inicio del asedio a Sirte, por parte de las brigadas de Misrata, un comando del E.I. habrían llegado hasta la zona para comprobar la posibilidades de establecerse en la región, en la que por otra parte desde hace algunos años es epicentro del contrabando de armas y santuario de algunos grupos salafistas que operan en los países fronterizos.

Los 80 mil habitantes de la ciudad de Sirte, desde que fue capturada por E.I. en febrero de 2015, han debido adaptarse a las rígidas normas de la sharía, (ley islámica) lo que obligó a miles de familias a escapar hacia Misrata y otras localidades cercanas.

Otras de las agrupaciones que sitia Sirte por el oeste es la Brigada 166, que se ha hecho fuertes en Abu Grein a 80 kilómetros de la ciudad.

Algunos analistas restan importancia a la perdida de Sirte, por parte de E.I., ya que no tendría para los salafistas la importancia estratégica, ni simbólica, de Raqqa (Siria) o Mosul (Irak). Aunque la pérdida de cualquier posición como fue con bastiones en Irak y Siria de Ramadi, Tikrit y Palmira, para una organización que ha hecho del marketing un arma poderosísima es siempre un fuerte golpe.

La posibilidad de encapsular a Estados Islámico en el sur del país o en sectores cercanos a Sirte, obviando que no se despachen con atentados suicidas o la clase de masacres que les ha dado fama mundial.

Esta situación podría ser la oportunidad para el GNA tomar ventaja sobre las otras dos organizaciones políticas que se siguen arrogando poder en el país, los parlamentos de Trípoli y Tobruk que se han negado a reconocer al GNA.

Un cierto toque francés.

La caída de Sirte, esta vista como una posibilidad inmejorable para la unificación de las docenas de bandas armadas y milicias autónomas, que tienen secuestrados millones a libios. Unirse bajo la excusa de un enemigo en común: Estado Islámico, sería la gran oportunidad para la sustentación del gobierno de Fayez al-Sarraj y daría un respiro después de años a las potencias occidentales, que desde que decidieron incendiar Libia en 2011, no saben qué hacer.

Para lograr una unidad el GNA, tendría que acordar con infinidad de milicias con diferente anclaje territorial y poder de fuego incluso algunas cercanas al salafismo, que por resquemores políticos se han mantenido distantes de Estado Islámico; también con muchas tribus que han logrado subsistir a la hecatombe de la guerra contra Gadaffi.

En este maremágnum de interese políticos, comerciales, sostenidos por innumerables grupos armados existe un jugador que no está dispuesto a ceder en nada el jefe del Ejército Nacional Libio (LNA), el general Khalifa Hafter, el hombre del parlamento de Tobruk pieza fundamental para dar la estocada final en Sirte por ejemplo.

El general Hafther, antiguo hombre de Gadaffi, hasta que fue derrotado en la guerra contra Chad (1986-1987) por lo que fue depuesto, encarcelado hasta que partió al exilio a los Estados Unidos donde tomó inmediato contacto con la CIA y desde entonces fue uno de los más activos personeros de la guerra contra Libia.

En la actualidad Hafther, quien se postuló desde un principio como el hombre de occidente en Libia, se ha sentido traicionado al ser descartado, que ONU haya colocado en su lugar a un simple político de escalafón Fayez al-Sarraj .

Hafther, no ha roto con occidente, pero tampoco desiste en convertirse en el hombre fuerte post Gadaffi. Enemigo del integrismo islamismo sabe que como asimilado a los Estados Unidos, por su largo exilio, su vinculación con la CIA, incluso es ciudadano norteamericano, quiere guardar una imagen de hombre «civilizado y de orden».

Khalifa Hafther quiere llegar al poder pero para ello deberá primero derrotar al Estado Islámico con lo que conseguiría que su organización armada el «Ejército Nacional» se convierta en el ejército legítimo de una Libia unidad.

Como segunda posibilidad tendría que consolidar su control sobre la Cirenaica cuya capital es Bengasi, la eterna rival de Trípoli y el lugar donde se inició la traición a Gadaffi.

Incluso para asentar en la región Hafther, ha intentado proveer a la Cirenaica de una moneda propia, para ello contactó a una empresa rusa para imprimir 7 millones de dinares , lo que finalmente fracaso.

También intentó comercializar petróleo, su maniobra fue descubierta cuándo se detuvo al buque Diṣṭyā Ameya el 25 de marzo último, intentado vender su carga 650 mil barriles a DSA Consultoría FZC, una compañía petrolera con sede en los Emiratos Árabes, con quienes tiene afinadas relaciones. La operación fue abortada en las cercanías de la isla de Malta ya que la ONU, ha dispuesto que la única compañía autorizada a comercial el petróleo libio sea la The National Oil Corporation (NOC) con sede en Trípoli

Los milicianos de Misrata, son enemigos jurados de Hafther y se oponen a él desde siempre, la famosa batalla del Aeropuerto de Trípoli se libró entre ellos y las fuerzas de Hafther, desde entonces en esa batalla sin un triunfador claro las cuestiones por dirimirse siguen pendientes.

El viejo general no deja de bregar por conseguir el ansiado puesto de sucesor de Gadaffi y para ello cuenta con algunos apoyo internacionales importantes como el del

Egipto, Arabia Saudita y los Emiratos, que le han facilitado fondos y armas. Francia podría estar también anotada en la lista de amigos, pero de manera más solapada.

Formalmente París debe jugar con las decisiones de la ONU, aunque se sabe tiene intereses económicos particulares como la venta de armas. Tal como acaba de suceder con Egipto, el presidente François Hollande sueña con proveer aviones Rafale, a las fuerzas de Hafther, para que por fin termine su guerra y se convierta en el hombre fuerte de Libia. Este acercamiento por parte de Francia, podría dejarla también muy bien ubicada para hacerse con el negocio petrolero. Se sabe que fuerzas especiales francesas están asentadas en el aeropuerto Benima de la ciudad de Bengasi, dando entrenamiento y abastecimiento al «Ejercito Nacional».

Con el apoyo al general Hafther, el Cairo se asegura que su frontera occidental se mantenga vedada para los grupos salafistas y concentrar su lucha en la península del Sinaí, donde la actividad del grupo   Wilayat Sina adscrito a Estado Islámico ha dado golpes muy duros entre ellos el derribo del avión ruso Airbus A-321 en octubre de 2015 donde murieron los 220 pasajeros.

El arribo de un barco Saudita al puerto de Bengasi con suministros militares poco tiempo antes de que Hafther inicie su ofensiva contra el E.I. habla de los intereses sauditas de despegarse su imagen del Califa Ibrahim, quienes tanto se deben mutuamente.

Otras versiones especulan con que Khalifa Hafther, pretender adueñarse de los campos petrolíferos, lo que acarraría de un enfrentamiento con Ibrahim Jadhran jefe de Los Guardias del Petróleo, quienes vigilan las plantas de extracción, bajo control de empresas occidentales.

Además entre Hafther y Jadhran existe una marcada rivalidad personal que se remonta a los tiempos en que el general era leal a Gadaffi y Jadhran miembro del Grupo Libio de Lucha Islámica, quien luchaba contra el gobierno del Coronel.

Otro elemento importante que juega en contra de Khalifa Hafther, es no solo haber pertenecido al ejército del Gadaffi, sino que se incorporó a la sublevación una vez que este había sido asesinado en octubre de 2011, su indiscutida relación con la CIA, es otro elemento irritante además de algo fundamental quizás difícil de comprender para la mentalidad occidental es la pertenencia de Hafther a la tribu Firjan , también originarias de Sirte, de donde es la tribu del Coronel Gadaffi la Qadadfa .

Las potencias occidentales se niegan a involucrarse en el conflicto libio que ellos mismos crearon, a pesar de que según algunos medios 5 mil efectivos italianos ya estarían listo para intervenir en su antigua colonia, rumor que ha sido negado por el propio primer ministro Matteo Renzi.

La OTAN, la Unión Europea, junto a los Estados Unidos han producido el naufragio de que la que era la nación más progresista de África hasta comienzo del 2011, hoy se niegan a intervenir para finalizar el naufragio en que se están ahogando seis millones de personas.

Guadi Calvo es escritor y periodista argentino . Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central. En Facebook: https://www.facebook.com/lineainternacionalGC.