Traducido para Rebelión por Mariola y Jesús María García Pedrajas
Dos de mis citas favoritas vienen a cuento aquí, una del poeta inglés, Alexander Pope, el cual explicó que «alguna gente nunca aprenderá nada…porque lo entendieron todo demasiado pronto,» y George Bernard Shaw, mucho más resignado e irónico al afirmar que «aprendemos por experiencia que los hombres nunca aprenden nada por experiencia.» Desde varias descaminadas y superficiales «cartas abiertas» a «la izquierda» sobre Libia, al reciente retorno del intervencionismo como algo moralmente recto en relación a Siria, parece que el principal déficit en el pensamiento occidental sobre estos ingobernables y bárbaros otros no es un déficit de sinceridad, como en su día creí erróneamente, sino un déficit de aprendizaje. Uno detecta una fuerte tendencia entre los imperialistas liberales y un surtido de auto-definidos «progresistas» a pensar en sus acciones y pensamientos como situados más allá de la historia, como que residen en algún altoestrato de rectitud no censurable. Si aparentan actuar y pensar como si fueran dioses, no es un accidente histórico. Después de todo, como creyentes en el progreso occidental, permanecen convencidos de que están en el punto culminante de la teleología evolutiva. En el último estadio de un imperio agonizante, los defensores del imperialismo (no limitados a ninguna ideología) están aún aferrados a la convicción de que el suyo es el estadio culminante del logro humano. Están resentidos con la historia (declive imperial inevitable) tanto como les molesta la particularidad (la diferencia no la pueden tolerar nunca). Muy arriba en las nubes, posados sobre las alas de una variedad de bombarderos sigilosos, predican la ideología de los derechos humanos individuales, universales. Cegados por su propio viento, pierden la habilidad de ver que incluso su propia «declaración universal de los derechos humanos» contiene nítidas preocupaciones por los derechos sociales y económicos – aunque enterradas al final, pasado el punto del actual desorden de déficit de atención imperialista (artículos 21-27). Si la gente tiene el derecho a comer, pero no el derecho a piar, entonces se les juzga que viven bajo la tiranía. Éste es un humanitarismo superficial, cruel en su desprecio por las condiciones materiales que hacen la vida humana posible, un humanitarismo de final del imperio y tan en la bancarrota como los poderes de estado cuya autoridad invocan los humanitarios.
Aquí van dos ejemplos recientes, ambos que implican a Siria, aunque en realidad mucho más sobre nosotros que sobre Siria. De hecho, Siria realmente no existe – aquí pueden insertar el nombre de cualquier nación-estado fuera de la Gran Europa (Europa y los estados generados por colonos europeos), o incluso un nombre ficticio de la forma en que lo hacen la OTAN y el Pentágono – digamos Southland. Primero está Robert Fisk. A algunos se les antoja que Fisk es un periodista radical, un valiente interlocutor de la verdad. Él se lo cree también, declarándose a sí mismo «a favor de los que sufren.« Yo lo considero un inglés de clase acomodada propenso a delatar los prejuicios de su clase dominante. Las diferencias radicales le parecen más bien de mal gusto, como nos dicen sus comentarios sobre Hamas, y desearía que todos pudieran permanecer en una única fila detrás de su orden mundial preferido. Ahora se dedica a meterse con la OTAN, no por lo que le ha hecho y le está haciendo a Libia, sino por lo que dejó sin hacer con Siria. «El problema es,» nos informa Fisk, «que a todos se les ha estado acabando la paciencia con Siria desde la primavera.» Todos. Paciencia. Se nos informa, y nosotros tenemos ciertas exigencias. «Se quedaron cortos los Sres. Cameron, Sarkozy y Obama después de que salvaran Bengasi» (¿salvaron Bengasi?), Fisk añade, «ellos deberían haber tenido el valor… y la munición para destruir algunos de los 8000 tanques de Assad.» Un militarista estadounidense podría haber expresado esto de forma ligeramente diferente, manteniendo el mismo significado: «no tienen los cojones(2) de patear soberanamente algunos culos sirios.» Fisk le pone objeciones al ministro de Asuntos Exteriores de Reino Unido William Hague por «su palabrería hueca sobre lo poco que Occidente puede hacer para parar a Assad» – Occidente, eso no lo añadí yo. «Eso son estupideces,» añade Fisk de Arabia, antes de proceder a dar algunos consejos militares: «las bases de la RAF (Royal Air Force, fuerzas aéreas) de Gran Bretaña en Chipre están infinitamente más cerca de Siria que de Libia.» Está bastante claro que quiere un cambio de régimen, y que Occidente lleve a cabo ese cambio de régimen – aunque de nuevo, como siempre, eso viola las leyes internacionales (no que eso importe, esta es la ley del fuerte contra el débil). Fisk escribe, «Los israelitas no quieren cambio de régimen en Damasco, ¿lo quieren los estadounidenses?» Pero después termina: «Assad está casi con toda seguridad condenado» – bueno bien, ¿entonces quieres/necesitas la intervención occidental para satisfacer tus objetivos, o no? Quizás no está seguro de la total seguridad, o simplemente no está pensando…. históricamente. Todos los regímenes están siempre condenados: ni un solo faraón egipcio, o emperador romano o inca está vivo para discrepar. La cuestión es cuando, cuánto falta, y aquí a Fisk le gustaría ver más diligencia occidental para relevar a los manifestantes sirios, incluso después de que éstos proclamaran de forma repetida que es precisamente la intervención occidental del gusto de Fisk la que no quieren. Ahora que lo pienso, las suyas son las únicas voces ausentes del llamado de Fisk a las armas occidentales.
Sin embargo, incluso menos sensible que Fisk a la ironía de los tiranos saudíes haciendo llamados a que se respeten los derechos humanos en Siria es Amnistía Internacional. Salil Shetty, Secretario General de Amnistía Internacional, en «El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas debe actuar para acabar con la represión en Siria» comienza, en el título mismo, admitiendo una ingenuidad básica, ahistórica. El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas jamás ha actuado para acabar con la opresión en ninguna parte, es una herramienta de los poderes más opresivos sobre la tierra, y si actúan para acabar con la opresión de otros es para superponer su opresión mucho mayor. Hacerle la pelota a las potencias imperialistas, como si éstas fueran las garantes de los derechos humanos, dice mucho sobre la agenda eurocéntrica de Amnistía. Es una agenda tan en la bancarrota como las potencias a las que apela. Lo mismo que Fisk, Shetty (lo mismo que los que están detrás de él en Amnistía, asumo) considera que, «la permanente incapacidad del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas para reaccionar adecuadamente a la carnicería es profundamente frustrante y deprimente.» Shetty condena la declaración presidencial de las Naciones Unidas: «se queda muy corta de lo que realmente se necesita.» ¿Y qué es lo que realmente se necesita? Shetty nunca llega a articularlo – «se tiene que hacer algo – y hay que hacerlo ahora» – por tanto deja que se entienda leyendo entre líneas. Lo mismo que Fisk escribe: «La impotencia del Consejo con respecto a Siria contrasta fuertemente con la rápida y decisiva acción que tomó en el caso de Libia. Pero, de hecho, son las repercusiones de su resolución contra Libia lo que ha paralizado al Consejo.» La «rápida y decisiva» acción contra Libia – cuando podría haber dicho la insensata prisa por un cambio de régimen que ha prolongado la guerra y violado los derechos humanos de muchos más libios de los que estaban en juego en febrero. En cualquier caso, a Libia se la convierte ahora en el punto de referencia de una buena acción. (Asombra que esta gente no invoque los buenos viejos tiempos del genocida programa «petróleo por alimentos» aplicado por las Naciones Unidas, entre otras de sus sanciones, contra el pueblo de Irak.) Shetty quiere que Brasil, Sudáfrica, e India se impongan sobre el Consejo de Seguridad para superar el desacuerdo político y hacer «algo» contra Siria. Habiendo posicionado la acción militar contra Libia como el punto de partida de la discusión, su lamento sobre la falta de acción contra Siria al menos implica un deseo de acción militar: entonces Siria y Libia serían iguales en su recepción del generoso cuidado y tierna atención de la OTAN. Shetty, que es de la India, y por lo tanto debería tener más conocimiento (en todo caso, simplemente por la lectura de documentos pasados y actuales de Amnistía sobre India), aclama a India como una «vibrante democracia» y como una «democracia libre y abierta» a pesar de la realidad continuada de guerra de contrainsurgencia brutal, discriminación contra los pueblos tribales, apropiaciones de tierras, y enormes desigualdades mantenidas por la fuerza. Afirma que una «democracia libre y abierta» como Brasil no puede ser acusada de «ambiciones neo-colonialistas» – ¿ah, no? Simplemente pregúntale a innumerables indígenas amazonios sobre eso, o, si eres demasiado perezoso, por lo menos consulta a Survival Internacional. ¿Serían Brasil, India, y Sudáfrica los encargados de llevar a cabo las acciones contra el gobierno sirio – porque en caso contrario, por qué molestarse con toda esta adulación? ¿O es que son el mejor escaparate para las acciones de guerra de la OTAN? Más que increíble es que Shetty invoque la autoridad moral para hablar de Siria de sus vecinos árabes: «tales actores clave como la Liga Árabe, el Consejo de Cooperación del Golfo y ahora el gobierno de Arabia Saudita han hablado claramente contra los asesinatos allí [en Siria].» Fisk no fue ni tan gracioso, ni tan incompetente. Ésta es Amnistía Internacional, invocando la opinión saudita sobre derechos humanos, invocando las voces de los tiranos estados del Golfo, una Liga Árabe de dictadores. «Ahora es el momento…» afirma Shetty, mimetizando la forma de construir la oración actualmente en boga en el Washington de Obama, «de tomar una postura y que cuenten contigo» ¿Tomar una postura y hacer qué? ¿De que cuente contigo… quién? «No deberían fracasar en la prueba siria,» concluye, y no demasiado pronto.
En nombre de la democracia, la libertad, los derechos humanos, y la franqueza, Amnistía borró el comentario que mandé en desacuerdo con ellos. Quizás pensaron que que los llamara «sinvergüenzas e irresponsables» era demasiado para soportarlo con franqueza, democráticamente, o la persistencia en señalar la irracionalidad absurda del argumento de Shetty a favor de «algo.»
Éstas son personas que nos enseñarían a no pensar, a no aprender, sino simplemente a reaccionar. Siempre debes estar reaccionando. Como el conjunto de propaganda de la OTAN para la guerra contra Libia, manejada por los del tipo de Tim Kilbride o el Rendon Group, la visión de nuestra humanidad que abrigan los imperialistas liberales es una que nos convierte en gritones sacos de emociones. Ésta es la antropología de las élites, una que nos ve como bolsas de nervios y músculos: vibrando de indignación, contrayéndonos con cada historia de «incubadoras de bebés» (en Irak, ahora en Siria), con el ánimo desbordado ante el arresto de Una chica gay en Damasco, retrocediendo asustados ante el sonido de violaciones masivas alimentadas con Viagra. De Twitter, a Avaaz, nos volvemos hacia la OTAN. Y esta es la sociología de la OTAN: las sociedades pueden rehacerse por medio de un procedimiento de bombardeos de altitud y ataques con drones. Se puede escuchar en las palabras de la policía de Manchester: «Queremos que quede absolutamente claro…no ha habido ninguna chispa que haya llevado a esto» – somos seres animados, pero sin cabeza. Bolsas. Absolutamente claro.
En nuestro estado de frenesí sicótico inducido por los «medios de comunicación social», llamamos a la acción a gritos. ¿Qué acción? La que sea, cualquier acción, «haz algo….toma postura y haz que cuenten contigo,» no hay tiempo para pensar, simplemente actúa. Libia – enjabonar, aclarar, repetir – Siria.
Maximilian C. Forte es profesor de antropología en la Concordia University, en Montreal, Canadá. Enlace a su página web: www.openanthropology.org.
Notas de traducción:
- Hemos mantenido el término liberal del original. En países como EEUU y Canadá, éste último país del autor, a diferencia de Europa generalmente se asocia este término con izquierdismo o progresismo.
- En español en el original.
Fuente: http://mrzine.monthlyreview.org/2011/forte100811.html