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Libia entre la guerra civil y la invasión

Fuentes: Rebelión

Todo se está preparando. ¿No os suenan los voceros que claman por la maldad de Gadafi y la intervención inmediata de EE.UU. en Libia? ¿No recordáis las maldades de Sadam Husein y las mentiras para la invasión? ¿No os resultan conocidos los argumentos de criminal masacrando a su pueblo referidos ahora a Gadafi? La invasión […]

Todo se está preparando. ¿No os suenan los voceros que claman por la maldad de Gadafi y la intervención inmediata de EE.UU. en Libia? ¿No recordáis las maldades de Sadam Husein y las mentiras para la invasión? ¿No os resultan conocidos los argumentos de criminal masacrando a su pueblo referidos ahora a Gadafi?

La invasión de un país soberano por fuerzas extranjeras es un atropello al derecho internacional, pero si se trata de USA es para ayudar a la población civil, para darle apoyo humanitario. Después ellos la masacran. No les importa el resto del mundo, ni el derecho de los pueblos a decidir su futuro. Lo que necesitan es convencer a los ignorantes ciudadanos estadounidenses de la importancia que tiene para la democracia y la población del país esa invasión. Y lo tienen muy fácil. En seis meses cambiaron la opinión antibelicista con una brutal propaganda llena de mentiras y manipulaciones para invadir Irak.

Ya han empezado con Libia. Sin que se sepa lo que realmente está ocurriendo, sin que tengamos imágenes de bombardeos de la población, como afirman los medios de comunicación occidentales, sin que podamos contemplar imágenes de poblaciones devastadas y muertos por las calles, ya están preparando el camino de la invasión. Veamos algunos ejemplos:

  • Sin decir ningún nombre, el locutor de la CNN Anderson Cooper, ligado a la CIA, entrevista a una mujer libia que dice vivir en Trípoli y que clama por la intervención internacional para acabar con la masacre en su país.
  • El arquitecto de la guerra de Irak, el expresidente del Banco Mundial Paul Wolfowitz, pocos días después del levantamiento en Libia ya pidió una «zona de exclusión aérea» por parte de la OTAN, lo que supone claramente una invasión.

Los senadores John McCain y Joseph Lieberman, mientras estaban en Tel Aviv el 25 de febrero, llamaron a que Washington suministre armas a los rebeldes libios y que establezca una zona de exclusión aérea sobre el país.

  • Un grupo de presión denominado Iniciativa de Política Exterior, amalgamado de los residuos del Proyecto para un Nuevo Siglo Estadounidense, publicó una «carta abierta» a Obama pidiendo una intervención militar -empezando por una zona de exclusión aérea»- en Libia. El marco neoconservador para encarar la crisis libia crearía un protectorado regional administrado por la OTAN por cuenta de la «comunidad internacional».
  • A primeros de marzo dos de los principales órganos de prensa de Estados Unidos, The New York Times y The Washington Post, se apresuraron a ofrecer sus versiones sobre el tema, de lo cual informa la agencia DPA: «La oposición libia podría solicitar que Occidente bombardee desde el aire posiciones estratégicas de las fuerzas fieles al presidente Muamar Gadafi». «El tema se está discutiendo en el Consejo Revolucionario libio», precisan estos periódicos en sus versiones online.

The New York Times acota que estas discusiones ponen de manifiesto la creciente frustración de los líderes rebeldes ante la posibilidad de que Gadafi retome el poder. «En el caso de que las acciones aéreas se realicen en el marco de las Naciones Unidas, éstas no implicarían intervención internacional», explicó el portavoz del consejo, citado por este diario.

El Wall Street Journal, voz del gran capital, escribió en un editorial del 23 de febrero que «EE.UU. y Europa deberían ayudar a los libios a derrocar el régimen de Gadafi».

Asimismo, los diarios españoles (ABC, El Mundo, El País, Público…) y los más destacados periódicos europeos, siguiendo las consignas del imperio, recogen críticas para que Gadafi deje el poder, a favor de establecer una zona de exclusión aérea o de la invasión.

El presidente de la Comisión Europea (CE), José Manuel Durao Barroso, (EFE, 2 de Marzo) exigió hoy al líder libio, Muamar Gadafi, que escuche a su pueblo y deje ya el poder. «Las acciones completamente inaceptables del régimen libio han dejado dolorosamente claro que él es parte del problema y no de la solución. Tenemos que hacer todo lo posible para que el régimen actual deje el país» y para que «cesen sus intervenciones contra el pueblo». Según Barroso, un gobierno que «mata sistemáticamente a sus ciudadanos no puede continuar» en el poder.

  • El presidente estadounidense Barack Obama, desde la Casa Blanca, en sus primeras declaraciones el 23 de Febrero, sobre el conflicto libio dijo que «El sufrimiento y el baño de sangre es escandaloso e inaceptable. Y también lo son las amenazas y órdenes de disparar a manifestantes pacíficos y seguir castigando al pueblo de Libia. Esos actos violan las normas internacionales y todos los estándares de la decencia común. Esta violencia debe terminar», agregó.

El 3 de Marzo (Agencia EFE) el Presidente estadounidense, afirmó que Gadafi se encuentra «en el lado equivocado de la Historia» y debe «dejar el poder y marcharse ya». Efectuó su llamamiento más firme hasta ahora contra él, exigiendo su marcha directamente en tres ocasiones en menos de diez minutos durante una rueda de prensa conjunta con el presidente mexicano, Felipe Calderón. Obama advirtió del riesgo de «un punto muerto que con el tiempo pueda convertirse en algo sangriento» en Libia. Insistió en que su Gobierno maneja «una amplia gama de opciones», y no descartó la imposición de una zona de exclusión aérea sobre Libia, aunque no dio indicios de inclinarse por la vía militar.»Lo que queremos es tener la capacidad de intervenir potencialmente rápido si la situación se deteriorara», indicó. La gran prioridad ahora mismo, declaró el presidente, es la ayuda humanitaria.

Muchos países del mundo (China, Alemania, Turquía…) que tenían trabajadores en Libia han enviado medios de transporte para sacar a sus ciudadanos del país, pero ninguno ha intentado invadir. Son los países de la OTAN (EE.UU. y la Unión Europea) los que están allanando el terreno informativo para, mediante la apariencia de «ayuda humanitaria», hacerse con el control de Libia.

Por ello, para que esta ayuda humanitaria sea más efectiva , EE.UU. ordenó el 28 de febrero que se dirigieran al Mediterráneo el inmenso portaaviones USS Enterprise y el barco de ataque anfibio USS Kearsarge del Mar Rojo a las aguas frente a Libia, donde se unirán al USS Mount Whitney y a otros barcos de guerra de la Sexta Flota. Italia ha roto el tratado con Libia de 2008 que incluye una cláusula de no agresión y ha puesto a disposición de EE.UU. y de la OTAN sus bases militares, que se convertirían en áreas de escenificación de una acción bélica contra Libia.

Qué rápido ha reaccionado el Consejo de Seguridad de la ONU -bajo presión de EE.UU.- para que el 26 de febrero se impusieran sanciones a Libia. Sin saber lo que estaba de ocurriendo -no había constatación de las masacres achacadas- ya se ha movilizado la ONU y la Corte Penal Internacional. ¿No ha habido muertos contabilizados en Túnez, en Egipto, en Somalia, en Barhéin, en Yemen, en Omán…? ¿No hubo una masacre israelí en 2008, en Gaza con 1.500 muertos palestinos y la Corte Penal Internacional miró para otro lado? ¿Y en Irak? ¿Y en Afganistán? ¿Y en Pakistán? ¿Cuántos cientos de miles de muertos, la mayoría civiles, se han producido en estas guerras? Hasta ahora ni los dictadores de los países árabes, ni los responsables del ejército invasor yanqui, ni los Presidentes Bush y Obama, ni los colaboradores necesarios de los diferentes países, ni Israel con la represión sobre los palestinos, ni el dictador Micheletti en Honduras, ni los gobiernos de Colombia, ni otros que podríamos citar han sido llevados al Tribunal Penal Internacional. Pero todos tienen algo en común: son estadounidenses o sus amigos.

Vamos a recordar algunos datos históricos. La revolución Libia con Gadafi supuso una ruptura con la monarquía. El país se convirtió en una república progresista, antidictatorial, antiimperialista, incluso dando mucho apoyo material a las organizaciones en lucha en América Latina contra los dictadores. Y con su política interna, doméstica, empezó a financiar la educación incluso para mujeres y otras medidas progresistas en relación con el bienestar social (salud, educación, salarios dignos…). Es el país africano con el nivel de vida más alto y mayor renta per cápita (12.000 €). Pero a partir de los 90, por la fuerte influencia de sus hijos, comenzó a tomar algunas medidas menos progresistas incluso la corrupción y la represión empezó a extenderse en el régimen de Gadafi. Se convirtió en un régimen dictatorial. Está claro que hay que denunciar las masacres -si se demuestra que son ciertas- contra sus propios ciudadanos. Pero es el pueblo libio el que debe solucionar sus conflictos sin injerencias externas muy interesadas y poco humanitarias.

Pero como recogen Santiago Alba Rico y Alma Allende en su artículo ¿Qué pasa con Libia? (Rebelión, 24-2-11) los recursos energéticos hacen compañeros de cama insospechados:

 «en los últimos diez años Gadafi ha sido un gran amigo de la UE y de EEUU y de sus dictadores aliados en la zona. Baste recordar las incendiarias declaraciones de apoyo del Calígula libio al depuesto Ben Alí, a cuyas milicias muy probablemente proporcionó armas y dinero en los días posteriores al 14 de enero. Baste recordar también la dócil colaboración de Gadafi con los EEUU en el marco de la llamada «guerra antiterrorista». La colaboración política ha ido acompañada de estrechos vínculos económicos con la UE, incluida España: la venta de petróleo a Alemania, Italia, Francia y EEUU ha sido paralela a la entrada en Libia de las grandes compañías occidentales (la española Repsol, la británica British Petroleum, la francesa Total, la italiana ENI o la austriaca OM), por no hablar de los suculentos contratos de las constructoras europeas y españolas en Trípoli. En 2008 la ex secretaria de Estado Condoleeza Rice lo dejó muy claro: «Libia y Estados Unidos comparten intereses permanentes: la cooperación en la lucha contra el terrorismo, el comercio, la proliferación nuclear, África, los derechos humanos y la democracia». Cuando Gadafi visitó Francia en diciembre de 2007, Ayman El-Kayman resumió la situación en un párrafo que reproduzco aquí: «Hace casi diez años, Gadafi dejó de ser para el Occidente democrático un individuo poco recomendable: para que le sacaran de la lista estadounidense de Estados terroristas reconoció la responsabilidad en el atentado de Lockerbie; para normalizar sus relaciones con el Reino Unido, dio los nombres de todos los republicanos irlandeses que se habían entrenado en Libia; para normalizarlas con Estados Unidos, dio toda la información que tenía sobre los libios sospechosos de participar en la yihad junto a Bin Laden y renunció a sus «armas de destrucción masiva», además de pedir a Siria que hiciese lo mismo; para normalizar las relaciones con la Unión Europea, se transformó en guardián de los campos de concentración, donde están internos miles de africanos que se dirigían a Europa; para normalizar sus relaciones con su siniestro vecino Ben Alí, le entregó a opositores refugiados en Libia». El acuerdo Berlusconi-Gadafi de 2003 puede leerse completo en la página de Gabriele del Grande y sus consecuencias se resumen sucinta y dolorosamente en el grito de Farah Anam, fugitiva somalí de los campos de la muerte libios: «Prefiero morir en el mar que regresar a Libia». A pesar de las denuncias que hablan de verdaderas prácticas de exterminio -o precisamente por ellas, que demuestran la eficacia de Gadafi como guardián de Europa- la Comisión Europea firmó en octubre una «agenda de cooperación» para la «gestión de los flujos migratorios» y el «control de las fronteras», válido hasta 2013 y acompañado de la entrega a Libia de 50 millones de euros. La relación de Europa con Gadafi ha rozado la sumisión. Berlusconi, Sarkozy, Zapatero y Blair lo recibieron con abrazos en 2007 y el propio Zapatero lo visitó en Trípoli en 2010.»

No podemos olvidar que fue precisamente Aznar el primer mandatario occidental que visitó Libia tras la retirada de las sanciones por parte de la ONU, en septiembre de 2003. En la delegación española viajaban Repsol y otras empresas españolas dispuestas a hacer negocios. Libia es una dictadura, pero tiene petróleo.

Mientras que en Túnez y Egipto las masas populares se levantan no sólo contra la dictadura, exigiendo libertad y democracia, sino que lo hacen para tumbar el sistema neoliberal represivo que condena a la inmensa mayoría de la población al hambre y a la miseria. En estos países no se conforman con derribar al dictador, quieren cambiar las reglas sociales para lograr una democracia plena y transformar el sistema económico para conseguir una sociedad más justa e igualitaria. Sin embargo, como recoge Sara Flounders en un artículo titulado «Barcos de guerra cerca de Libia: crece el peligro de intervención militar imperialista» (Rebelión, 5-3-11) el origen, el desarrollo y las consecuencias son distintas. Ella toma del New York Times del 25 de febrero la siguiente afirmación:«A diferencia de las rebeliones juveniles posibilitadas por Facebook, la insurrección en este caso [Libia ] ha sido dirigida por gente más madura y que se ha estado oponiendo activamente al régimen desde hace cierto tiempo». El artículo describe el contrabando de armas a través de la frontera egipcia durante semanas, permitiendo que la rebelión «escale rápida y violentamente en poco más de una semana«. El grupo opositor que más se cita es el Frente Nacional por la Salvación de Libia [NFSL por sus siglas en inglés]. Se sabe que el NFSL, fundado en 1981, es una organización financiada por la CIA, con oficinas en Washington, D.C. Ha mantenido una fuerza militar, llamada el Ejército Nacional Libio, en Egipto cerca de la frontera libia. Este frente opositor agrupa a dirigentes de la antigua monarquía que quieren imponer al descendiente de su rey.

Está claro que en Libia había una oposición armada que, aprovechando las revoluciones populares en los países vecinos y el descontento de muchos ciudadanos libios, se han levantado y están luchando contra las fuerzas leales al dictador Gadafi. Por tanto, es una guerra civil que pretende derribar, con el apoyo de EE.UU. al gobierno libio.

¿Qué se esconde detrás de todo este montaje prebélico desde Occidente? Como hemos recogido anteriormente la Unión Europea tiene fuertes intereses económicos en Libia (recibe cerca de un 85% de las exportaciones de energía). También Turquía, Rusia y China. Pero no EE.UU. Libia es un país rico en petróleo y tiene las mayores reservas probadas de África. Ha estado produciendo 1,8 millones de barriles de petróleo diarios -crudo ligero considerado de máxima calidad y que necesita menos refinación que la mayor parte del petróleo-. Libia también tiene grandes depósitos de gas natural fácil de canalizar a los mercados europeos. Aunque tiene una gran superficie, cuenta con una pequeña población (6,4 millones de personas). Este país es un pastel muy apetitoso para los grandes bancos, las entidades financieras y las corporaciones petroleras estadounidenses. Consecuencia, conseguir el control de campos petroleros, oleoductos, refinerías y mercados impulsa una gran parte de la política imperialista de EE.UU. Éste es el principal motivo de la creciente presión de los medios corporativos de EE.UU. para la «intervención humanitaria para salvar vidas».

Manlio Dinucci, periodista italiano que escribe para Il Manifesto de Italia, explicó el 25 de febrero que:

«Si se derroca a Gadafi EE.UU. podría derribar todo el marco de las relaciones económicas con Libia y abrir el camino a las multinacionales basadas en EE.UU. que hasta ahora están casi totalmente excluidas de la explotación de reservas de energía en Libia. Por lo tanto, EE.UU. podría controlar el grifo de las fuentes de energía de las que depende en gran parte Europa y que también provee a China.»

Cuando los gobiernos occidentales se escandalizan de las barbaridades que está haciendo Gadafi con su pueblo deberían explicar a la opinión pública de sus respectivos países los beneficios que han obtenido en sus relaciones, su rehabilitación a la comunidad internacional y la acogida con los brazos abiertos y la alfombra roja que ha tenido Gadafi en las visitas realizadas a los mandatarios occidentales. Han alabado su política interior represiva y ensalzado sus relaciones internacionales. Había grandes beneficios por medio y eso ciega cualquier crítica que pudiera molestar al mandatario libio. Estos países que lo condenan ahora lo conocen bien y han sido su soporte político y económico en los últimos años. Los pueblos europeos deberían pedir cuentas a sus gobernantes por este cinismo demostrado.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

rCR