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El asedio de una ciudad sin armas ni comida ni medicinas

Libia, la agonía de Misratah

Fuentes: Peacereporter

Traducción de Alma Allende

Sin armas ni comida ni medicinas, con los francotiradores en el centro y la artillería del coronel que mata inocentes. Alfredo Bini cuenta el asedio de la ciudad.

Alfredo Bini, fotógrafo, tras más de dos semanas en Bengasi, ha conseguido llegar hasta Misratah. Por teléfono desde Malta, donde se encuentra ahora, cuenta a Peacereporter qué está sucediendo en la ciudad libia, arrinconada entre Trípoli y Sirte.

Cual es la situación en Misratah?

 Es bastante grave, por no decir dramática. La ciudad está bajo asedio y el impacto sobre la población civil es difícil de describir. Está dividida en dos. Las tropas de Gadafi han entrado ya en parte, se han concentrado entre la avenida Trípoli y la avenida Bengasi, dos calles que constituyen una especie de línea de frente que atraviese Misratah, con los rebeldes encerrados en el área del puerto, que hasta el momento sigue bajo su control.

¿En qué condiciones se encuentran las fuerzas rebeldes?

No tienen medios. Esto me ha impresionado mucho. No tienen armas ni municiones. En la parte de la ciudad que controlan hay puestos de control, pero no están vigilados por hombres armados, como ocurre en cambio en Bengasi. En Misratah, los rebeldes de guardia tienen como mucho cócteles molotov o mantas empapadas en gasolina para arrojárselas a los tanques en caso de que éstos avancen. En algunos barrios, además, se han apostado los francotiradores de Gadafi. Si los insurgentes intentan una tímida contraofensiva son rechazados a cañonazos. Hay una evidente desproporción de las fuerzas en el campo.

Antes hacía alusión a la población civil.

Es la que está pagando el precio más alto. He visitado el hospital y he visto hombres alcanzados por los francotiradores mientras iban al trabajo, niños heridos por los cohetes mientras jugaban en el patio. Las tropas de Gadafi no se plantean escrúpulos. Pero no están en dificultad sólo los habitantes de Misratah. A lo largo de la calle que conduce al puerto, se hacinan en torno a seis mil personas, aterrorizadas y desesperadas. Son trabajadores extranjeros: ingenieros, médicos, obreros; hay incluso un intérprete que trabajaba para la empresa Danieli. Hay 4000 egipcios, 600 nigerianos, malianos, chadianos y cerca de 300 trabajadores procedentes de Bangladesh. Se han quedado bloqueados, al margen de todo; ni siquiera pueden comunicarse con sus familias, porque las dos compañías telefónicas han interrumpido el servicio. Y allí están particularmente expuestos, pues los soldados de Gadafi están tratando de reconquistar el puerto, que es la única vía de acceso a Misratah. Por mar llegan desde Bengasi los pocos abastecimientos de alimentos y armas para los rebeldes. La ayuda llega con cuentagotas, porque la marina libia patrulla la costa y no es fácil efectuar expediciones. Por lo demás, está siempre sometido a un intenso bombardeo. Diez minutos después de mi llegada, el muelle en el que atracó mi barco fue atacado con disparos de mortero. Estas seis mil personas están hacinadas en una zona muy peligrosa y viven con el terror de que los gadafianos puedan entrar: temen una represalia feroz.

¿Pero los ataques aéreos de la OTAN no han frenado la agresividad del régimen?

No, yo diría que no. Los cazas no bombardean porque los medios militares libios están incrustados entre las casas y los comandos militares saben que correrían el riesgo de bombardear a los civiles. Los rebeldes están muy nerviosos. No se explican por qué los occidentales no intervienen, por qué no hacen nada.

¿Cuáles y cuántas son las fuerzas que están asediando Misratah? ¿Son hombres de la tristemente famosa 32ª Brigada o mercenarios?

Por lo que he logrado saber, dentro de la ciudad habría cinco o seis tanques y más de cincuenta francotiradores. Fuera, están apostados al menos treinta puestos de artillería pesada. Eso dicen los rebeldes. En cuanto a la identidad de los asediadores, se trata -siempre según fuentes próximas a los rebeldes- de mercenarios. He visto un vídeo de algunos francotiradores que han sido atrapados, conducidos a la calle y decapitados. No tienen rasgos libios, se ve que son soldados de otros países, pero si los hombres que asedian Misratah son todos o sólo mercenarios, no lo sé. El ex-ministro del Petróleo, con quien he viajado de Trípoli a Roma, antes de volver por barco a Misratah, me ha dicho que a Gadafi ya sólo le quedan los milicianos extranjeros.

Por lo que deducimos de tu testimonio, no parece que Misratah pueda resistir ya mucho tiempo más.

Gadafi podría expugnarla muy fácilmente; más bien me sorprende que no lo haya hecho todavía. Los rebeldes, como decía, no tienen armas, no son soldados profesionales. Son ciudadanos normales, algunos de los cuales han vuelto del extranjero. Son idealistas y muy inconscientes. No tienen la menor idea de la envergadura de las fuerzas con las que están combatiendo. Me pregunto por qué la coalición primero y la OTAN ahora no se ocupan de socorrer a los seis mil desesperados hacinados en el puerto. Bastaría impedir el patrullaje de los barcos libios y utilizar helicópteros que vigilen el área y disuadan de los ataques con mortero. Podrían hacerlo fácilmente, sobre todo teniendo en cuenta que ya están presentes en la zona. Cuando salí de Misratah, una fragata francesa primero, y una nave italiana después, pidieron a nuestro barco que nos identificásemos, y estábamos a un par de horas de navegación de la costa. Inmediatamente después una tercera nave nos pidió lo mismo.

http://it.peacereporter.net/articolo/27758/Libia%2C+l%27agonia+di+Misurata

rEV